Un presidente machista
En la feria de San Sebasti¨¢n de los Reyes, los mozos se visten de pamplonicas. Claro que ellos dir¨¢n que es al rev¨¦s, que los pamplonicas son quienes les imitan. El caso es que visten de blanco, se tocan con boina roja ci?en faja roja tambi¨¦n, pa?uelo al cuello, llevan charanga y ¨¦sta interpreta las mismas piezas que se escuchan en los sanfermines. Sanfermines, por supuesto, hay asimismo en San Sebasti¨¢n de los Reyes por la ma?ana; es decir, encierro.La plaza es muy c¨®moda y hay mucha alegr¨ªa en ella. El p¨²blico, festivo y poco exigente, no ignora lo que es la lidia y sus entresijos. Sabe lo que ve, juzga con criterio y si se concede una oreja de m¨¢s o un rabo que no viene a cuento est¨¢ al cabo de la calle de que aquello es un regalo. Peg¨¢rsela no se la pegan. Menudos son en San Sebasti¨¢n de los Reyes, que las cazan al vuelo, y no menos en la cuesti¨®n taurina.
Plaza de San Sebasti¨¢n de los Reyes
Festejo de feria. Novillos de Flores Albarr¨¢n, escasos de trap¨ªo, sin fuerza, nobles. Al quinto se le dio injustificadamente la vuelta al ruedo y tambi¨¦n la dio el mayoral. Iv¨¢n Rodr¨ªguez V¨¢zquez: dos pinchazos y estocada trasera (vuelta por su cuenta). Estocada ca¨ªda (orejay tres vueltas). Maribel Atienzar: estocada ca¨ªda (dos orejas y rabo). Estocada que asoma por abajo (dos orejas y rabo). Fernando Galindo: media delantera, persistente rueda de peones y dos elescabellos (silencio). Estocada y dos descabellos (aplausos).
Tienen su cilicio en la presidencia, indocta y poco atenta, que se deja comer el terreno -a veces el asesor opera por su cuenta, tira de pa?uelo y cambia el tercio- y, para colmo, es machista. Un presidente machista. Debe haber muchos por esas plazas, pero ¨¦ste ni se molesta en disimularlo. Como es un machista de tomo y tomo, ayer se desborda en regalos para Maribel Atienzar, mientras era cicatero con los otros espadas. Es la versi¨®n sutil del machismo, una forma m¨¢s de restarle importancia a la mujer cuando entra en competencia con los varones. Cuatro orejas y dos rabos le regal¨® a Maribel, mientras a Iv¨¢n el Terrible (Iv¨¢n Rodr¨ªguez V¨¢zquez, venezolano, por m¨¢s se?as), que tore¨® bien e incluso mejor que su compa?era, le dej¨® con una orejita y basta. Cu¨¢nta injusticia, se?or, se?or. La albacete?a Maribel, cuyo capote s¨®lo le sirve para pegar trapazos, con la muleta tiene, en cambio, todo el oficio del mundo. Para ella no hay problemas de terrenos, de distancias y, en definitiva, de colocaci¨®n: lo sabe todo. Liga las faenas, adem¨¢s, y templa, y cuando no se retuerce -se retuerce mucho- llega a bordar la suerte en redondo o al natural. Y como sonr¨ªe al p¨²blico con encanto, nunca pierde las referencias de aquellos sectores del tendido donde la gente bulle a su favor y, en definitiva, tiene m¨¢s tablas que do?a Mar¨ªa Guerrero, los triunfos son suyos.
Es importante que hablemos tambi¨¦n aqu¨ª del, toro, que es una mona. Los de Maribel, de carril y medio inv¨¢lidos ambos, colaboraron como santos en el ¨¦xito. Mas no ser¨ªa justo ocultar que g¨¦nero semejante tuvieron sus compa?eros, principalmente Iv¨¢n. Y ¨¦ste lo aprovech¨® para el toreo a la ver¨®nica reposado y suave, galleos salerosos, alguna que otra larga afarolada y faenas de muleta en las que destacaban el temple, el mando, un gusto, quiz¨¢ innato, para interpretar las suertes con naturalidad y sentimiento. Pone banderillas, y en esto es muy malo, pero con la muleta dej¨® el saber inequ¨ªvoco del toreo de calidad. Si es capaz de repetirlo con novilladas m¨¢s serias -la de ayer casi se quedaba en becerrada-, podemos tener aqu¨ª un torero de importancia.
Por el contrario, Fernando Galindo no pudo con sus enemigos. Cuanto en sus compa?eros era facilidad, oficio y gusto, en ¨¦l se hac¨ªa dificultad, complicaci¨®n, barullo. Su lote fue el peor, es cierto, pues el primero le buscaba, y el segundo ten¨ªa geniecillo, pero, en cualquier caso, se te vio sin sitio y sin recursos.
Quiz¨¢ se tratara de una mala tarde y s¨®lo eso. Todos tenemos malas tardes, y hasta a?os enteros, de manera que lo equitativo es darle un margen de confianza.
As¨ª que San Sebasti¨¢n en fiestas y ol¨¦. Una delicia fue la tarde en el tendido alegre y comunicativo. Pedrito, ese mozall¨®n que se dedica a sacar a hombros toreros en Las Ventas, tambi¨¦n estaba all¨ª, con pa?uelico rojo al cuello, y bailaba, o m¨¢s bien botaba, haciendo retumbar la grada. La m¨²sica no par¨® de tocar, alternaban la banda y la charanga. Los amigos no ten¨ªan dificultad en cambiar de asiento para saludarse. Uno se acerc¨® para contarnos un chismorreo: ?c¨®mo te est¨¢n poniendo dos compa?eros tuyos! No me digas, ?qui¨¦nes son? Fulano y Mengano. Bueno, Fulano s¨ª es compa?ero, quiz¨¢ no muy bueno, por lo que se ve; sin embargo, Mengano, ese se queda en conocido y de lejos. Por cierto, que ni me acuerdo de ellos. ?Y qu¨¦ alegan? Que no has ido a Bilbao, porque eres ultraderechista. Lo que me faltaba por o¨ªr, pero no me sobresalta: nunca te acostar¨¢s sin escuchar una tonter¨ªa m¨¢s. Es curioso el empe?o que tienen algunos en meterse en la vida de los dem¨¢s, y encima recurriendo al disparate. ?Es que no pueden vivir sin hablar -mal- de uno? En fin, por un o¨ªdo me entr¨® y por otro me sali¨® el chismorreo. A lo nuestro: que s¨ª, que San Sebasti¨¢n de los Reyes era una fiesta, y lo pasamos bien. Hasta el presidente, con su machismo, dio la nota de color.
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