XII Congreso de Amnesty Internacional: madurez y s¨ªntesis
Presidenta de la secci¨®n espa?ola de Amnesty InternationalM¨¢s de un mill¨®n de personas encarceladas sin causa justa. Presos pol¨ªticos en setenta pa¨ªses. Detenciones sin juicio en cincuenta. En m¨¢s de cuarenta -que han firmado convenciones de derechos humanos- se practica sistem¨¢ticamente la tortura. M¨¢s de cien retienen la pena de muerte. Esta es, desgraciadamente, la raz¨®n de ser de Amnesty International.
Amnesty International ha centrado su esfuerzo en la liberaci¨®n de los prisioneros de conciencia -personas encarceladas a causa de sus opiniones, origen ¨¦tnico, color, lengua o sexo, que no han utilizado la violencia-, en la exigencia de procedimientos legales justos y en la lucha contra la tortura y la pena de muerte. No se ocupa de los derechos socioecon¨®micos, aunque esta elecci¨®n es exclusivamente pragm¨¢tica y no implica un juicio de valor.
La expectativa de que A. I. cubriera un ¨¢rea m¨¢s amplia de los derechos humanos creci¨® con el desarrollo espectacular de la organizaci¨®n, probablemente la entidad privada internacional m¨¢s importante en el campo de los derechos humanos. No es de extra?ar que distintas culturas y enfoques abrieran discusiones en una organizaci¨®n pluralista y democr¨¢tica. Si bien existi¨® siempre un acuerdo en cuanto a las ventajas de limitar el campo de acci¨®n a la defensa de los derechos civiles y pol¨ªticos, surgieron l¨®gicas divergencias con respecto a los m¨¦todos de actuaci¨®n. Distintas interpretaciones obligaron a despejar ciertas ambig¨¹edades en el mandato de A. I., que el congreso internacional celebrado recientemente ha logrado clarificar.
Para preparar un marco de discusi¨®n coherente, una comisi¨®n estudi¨® a lo largo del a?o pasado los objetivos y t¨¦cnicas de la organizaci¨®n, abordando algunas cuestiones importantes: por ejemplo, ?qu¨¦ papel deber¨ªa jugar A. I. en las zonas de conflicto armado? ?Cu¨¢les son sus exigencias, en cuanto a las condiciones carcelarias? ?Qu¨¦ en tiende por juicio justo, por pena degradante? ?Deber¨ªa intervenir cuando no son los Gobierno quienes violan los derechos humanos?
Para discutir estos y otros temas, m¨¢s de doscientos delegados de las 39 secciones nacionales de A. l., el comit¨¦ ejecutivo, el secretariado internacional, y observadores de m¨¢s de veinte organizaciones internacionales -entre ellas Pax Romana, la Cruz Roja, la Comisi¨®n Internacional de Juristas, la Uni¨®n Internacional de los Sindicatos de Polic¨ªa- se dieron cita en Lovaina, sede del XII Congreso. El ministro de Asuntos Exteriores belga, Henri Simonet, pronunci¨® el discurso de apertura. Tras la brillantez de los proleg¨®menos, tras las recepciones oficiales, la tristeza por las voces acalladas: los delegados de Egipto, presentes el a?o pasado en Cambridge, est¨¢n hoy en la c¨¢rcel. El responsable del grupo de trabajo de la URSS, Yuri Orlov, cumple condena en un campo de concentraci¨®n.
Durante cuatro d¨ªas se discuten estructura, estrategia, plan de acci¨®n y finanzas. La organizaci¨®n tiene muy presentes sus limitaciones, tanto las exteriores como las que ella misma se ha impuesto. Sopesa cuidadosamente los riesgos a la hora de evaluar sus m¨¦todos de actuaci¨®n. De las posiciones encontradas, de las diferentes interpretaciones surge la s¨ªntesis que se refleja en las resoluciones m¨¢s conflictivas, a partir de una definici¨®n m¨¢s precisa de prisionero de conciencia.
Amnesty International seguir¨¢ sin propugnar sanciones o supresiones de ayuda econ¨®mica. Seguir¨¢ siendo un ¨®rgano de difusi¨®n de informaci¨®n, rigurosamente comprobada. Har¨¢ cuanto est¨¦ a su alcance para que se dicten leyes oportunas que impidan transferencias de equipos o asesoramiento, ayuda militar, policial o de seguridad, cuando exista certeza de que ¨¦sta ser¨¢ utilizada contra prisioneros de conciencia, para torturar o ejecutar. Intervendr¨¢ ante los movimientos de liberaci¨®n, de guerrilla u otros, siempre que ¨¦stos violen sistem¨¢ticamente los derechos humanos.
Intervendr¨¢ cuando alguien est¨¦ en la c¨¢rcel por expresar sus convicciones sobre la igualdad homosexual. Seguir¨¢ oponi¨¦ndose incondicionalmente a la pena de muerte judicial y extrajudicial. Seguir¨¢ sin emitir ning¨²n juicio de valor sobre ning¨²n sistema econ¨®mico, pol¨ªtico o social.
Ni los galardones internacionales ni las cr¨ªticas han modificado sustancialmente una organizaci¨®n en la que doscientos profesionales trabajan con miles de voluntarios para ayudar a v¨ªctimas concretas de violaciones de derechos espec¨ªficos. A veces vigilante, otras gu¨ªa, Amnesty International sigue siendo, l¨®gicamente, una organizaci¨®n inc¨®moda y pol¨¦mica. Debe alegrarse por ello. Es el precio de su objetividad.
El chileno Jos¨¦ Zalaquett sucede en la presidencia al sueco Thomas Hanimarberg. El presupuesto internacional, dos millones de libras esterlinas, es apenas suficiente para cubrir los galtos ingentes de una organizaci¨®n cuyos fondos, no est¨¢ de m¨¢s recordarlo, provienen exclusivamente de la generosidad de sus simpatizantes y socios, de sus grupos y secciones.
La secci¨®n espa?ola, que puso su grano de arena en el asesoramiento a la comisi¨®n del mandato y en el dif¨ªcil grupo de estudio de los temas financieros del congreso, se ha comprometido a contribuir con su cuota de mayor¨ªa de edad, tanto en dinero como en actividades. Invito a todos a Participar en nuestro trabajo, en un mundo en el que la actuaci¨®n, en defensa de los derechos humanos es una exigencia dram¨¢tica. En palabras de Martin Enrials, secretario general, ?sigamos haciendo posible esta organizaci¨®n imposible?. Para que no sea necesaria.
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