El derecho a la vida
NO ES el fruto de una reflexi¨®n resignada o de una meditaci¨®n pesimista la conclusi¨®n, alguna vez expresada incluso por el actual presidente del Gobierno, de que mientras haya hombres y mujeres dispuestos a matar seguir¨¢n produci¨¦ndose cr¨ªmenes. Porque esa constataci¨®n no tiene por qu¨¦ servir de coartada para contemplar con indiferencia los atentados contra la vida, sino que debe ser el soporte de una continuada acci¨®n colectiva para hacer imposible o disminuir al grado m¨ªnimo esa pulsi¨®n homicida que comienza a gangrenar los tejidos de la convivencia democr¨¢tica y de la ¨¦tica ciudadana en nuestro pa¨ªs.El desprecio por la vida -el derecho humano b¨¢sico- de ETA es, con toda seguridad, el fen¨®meno m¨¢s grave de violencia y criminalidad del per¨ªodo hist¨®rico abierto a finales de 1975. El brutal atentado que en la ma?ana de ayer ha segado la existencia del coronel P¨¦rez Zamora y del comandante Ezquerro Serrano es un eslab¨®n m¨¢s de la cadena de hechos sangrientos destinados a impedir una salida pac¨ªfica de la tragedia que desgarra al Pa¨ªs Vasco. El nacionalismo radical ha desechado todas las oportunidades ofrecidas desde hace tres a?os para una soluci¨®n negociada del conflicto vasco. Ni la ley de Reforma Pol¨ªtica de diciembre de 1976, ni las elecciones de junio de 1977, ni la amnist¨ªa general de octubre de ese a?o, ni la aprobaci¨®n de la Constituci¨®n, ni los ¨¦xitos de la coalici¨®n que representaba a ETA en los ¨²ltimos comicios fueron recibidos por los terroristas como prendas de una estrategia conciliadora y pacificadora. Por el contrario, todos los pasos hacia la ampliaci¨®n de las libertades o el ensanchamiento de la democracia fueron objeto de sangrientos intentos de boicot previos o contestados con alg¨²n brutal atentado. Era inevitable as¨ª que la aprobaci¨®n del Estatuto de Guernica en el Congreso y el inminente refer¨¦ndum en el Pa¨ªs Vasco multiplicaran las acciones terroristas, claramente dirigidas a provocar una reacci¨®n en las Fuerzas Armadas y a intimidar a la poblaci¨®n civil en v¨ªsperas de la consulta popular. La frecuencia con que se ha insistido en la intenci¨®n provocadora y catastrofista de los atentados de ETA, cuya ¨²nica perspectiva pol¨ªtica parece ser un golpe autoritario que suprimiera las libertades y creara el caldo de cultivo para una imposible guerra popular de independencia en Euskadi, puede producir cansancio a los lectores, pero no priva de validez al an¨¢lisis. Como tampoco se repetir¨¢ lo suficiente la necesidad de compaginar las medidas de mantenimiento del orden p¨²blico, dentro de la legalidad democr¨¢tica, con soluciones pol¨ªticas como el Estatuto de Guernica. Porque los terroristas prosiguen su sangrienta tarea con el prop¨®sito de hacer perder los nervios a las autoridades o a los mandos y miembros de las Fuerzas de Orden P¨²blico, a fin de que el enfoque puramente represivo del fen¨®meno terrorista se imponga y prevalezca sobre los planteamientos pol¨ªticos y rompa los imprescindibles marcos de respeto a la Constituci¨®n y a los derechos y libertades de los ciudadanos en los que debe desenvolverse la acci¨®n policiaca.
Desgraciadamente, la violencia de ETA, aunque la m¨¢s grave, persistente y fr¨ªamente instrumentada, no es la ¨²nica que amenaza la estabilidad democr¨¢tica y deteriora esa sensibilidad moral sobre la que debe descansar una sociedad civilizada. Tampoco los oscuros y manipulados GRAPO agotan el registro de los enemigos del derecho a la vida. La ?guerra sucia? iniciada en el sur de Francia, en diciembre pasado, con el asesinato de Argala se cobr¨® una nueva v¨ªctima, la pasada semana en Biarritz. El monstruoso crimen perpetrado el viernes pasado en el parque del Retiro, de Madrid, muestra tambi¨¦n que las bandas de delincuentes de extrema derecha no han sido desarticuladas y que esas manadas de cobardes que atacan en grupo a indefensos ciudadanos siguen empe?adas en ocupar como zonas propias barrios enteros de la capital.
Ni que decir tiene que s¨®lo un eficaz funcionamiento de las Fuerzas de Orden P¨²blico puede poner freno a los desmanes de esos jovenzuelos que dedican sus ocios a las artes marciales y dan salida a sus frustraciones golpeando o acuchillando a quienes no remedan sus gesticulaciones y alaridos. Y es tambi¨¦n obvio que el Estado algo deber¨ªa decir y bastante tendr¨ªa que hacer para cortar de ra¨ªz ese comienzo de ?guerra sucia? en el sur de Francia, que a?ade a su criminalidad, en s¨ª misma condenable, la tremenda responsabilidad de fortalecer las bases emocionales de apoyo a ETA militar en el Pa¨ªs Vasco.
Algo no funciona en nuestro actual sistema pol¨ªtico, algo que no pertenece al campo institucional, sino que afecta a la sensibilidad colectiva y a la moral ciudadana. La complicidad de un sector del pueblo vasco ante los cr¨ªmenes de ETA, la aceptaci¨®n por la extrema derecha de las tropel¨ªas cometidas por las camadas negras y la aparente indiferencia del Gobierno y de la clientela de su partido ante los muertos en manifestaciones forman un cuadro desmoralizador respecto al aprecio que la sociedad espa?ola tiene por la vida humana. La criminalidad terrorista no puede ni debe servir de excusa para dejar de aclarar judicialmente muertes como la de un obrero ayer en Asturias, cuando la Guardia Civil dispar¨® sobre un piquete de huelguistas. Mientras la nueva democracia no se asiente en nuestro pa¨ªs sobre esos supuestos prepol¨ªticos del respeto al hombre y de horror ante la violencia, la brutalidad y el crimen, no podremos estar seguros de lo que el futuro nos reserva. Por eso es reconfortante contemplar reacciones como las del presidente del PNV, que ha hecho un en¨¦rgico llamamiento al pueblo vasco en la lucha contra el terrorismo. Hace falta un gran valor moral para decir las cosas que ayer dijo Garaikoetxea en TV. Esperamos y deseamos que su ejemplo cunda en el apesadumbrado tejido social del Pa¨ªs Vasco, y que a su voz se sumen otras demasiado tiempo silenciosas o ambiguas -y no es reiteraci¨®n inoportuna la cita de algunos p¨¢rrocos cat¨®licos y sus sermones- a la hora de condenar sin paliativos la guerra sucia, est¨²pida y cruel que ETA viene descargando contra Euskadi y contra Espa?a.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.