So?¨¢bamos con una manta
Si al presidente, en un arrebato, le da por suspender la corrida cuando a¨²n no hab¨ªa salido el tercer toro, le habr¨ªamos sacado a hombros. Porque no hab¨ªa quien parara ayer en Las Ventas, con aquel fr¨ªo. Era no vivir. Los espectadores ten¨ªamos la obsesi¨®n de una manta, bien espesa y a cuadros. Todo el mundo so?aba con una manta a cuadros.S¨ª cuartelera, claro, por supuesto que no la habr¨ªamos despreciado. Ni cualquier otra cosa que atenuara el martirio del fr¨ªo meti¨¦ndose por los huesos, congelando orejas y narices, mordiendo la pleura; peri¨®dicos, por ejemplo. A ratos, r¨¢fagas de viento, agudas como estiletes, pegaban violentas barridas y se apreciaba un estremecimiento en el grader¨ªo. Los que pod¨ªan se api?aban, en la t¨¦cnica del Metro a horas punta. Botes de bebida rodaban escaleras abajo y revoloteaban papelotes. Una voz: ?Esa puerta, que se escapa el gato! ?Qui¨¦n aplaude al p¨²blico, con lo que estamos aguantando, El Lupas? ?Y pensar que hemos pagado por venir!, un melanc¨®lico, profesor de idiomas.
Plaza de Las Ventas
Tres toros de Carolina D¨ªaz Mahou (primero, segundo y sexto), y el resto de Germ¨¢n Gerv¨¢s, todos con trap¨ªo y fuerza, mansos, de feo estilo. Jos¨¦ Antonio Campuzano: media y dos descabellos (palmas y saludos). Pinchazo y estocada calda (ovaci¨®n y saludos). Manili: dos pinchazos y estocada (silencio). Estocada que asoma y otra desprendida (silencio). Antonio Chac¨®n: pinchazo y bajonazo (silencio). Tres pinchazos y estocada desprendida (silencio).
Por los chiqueros sal¨ªan torazos, hermosos, muy serios, muy armados, negros y entrepelaos, y c¨¢rdenos. El m¨¢s bonito, un c¨¢rdeno claro -segundo en orden de lidia-, cuya estampa armo niosa e imponente era de esas que enamoran a los aficionados de verdad. Por paradoja, no ten¨ªa casta, ni siquiera sab¨ªa embestir, y Manili no le pudo dar ni un pa se. Los dem¨¢s no llegaron a tanto; los hubo con cierta nobleza, pero su mansedumbre y su soser¨ªa im ped¨ªan el lucimiento. Una ordi nariez de toros, en cuanto a com portamiento. El mentado Manili, los a¨²n no mentados Campuzano y Chac¨®n, se exced¨ªan en su voluntad de hacer faenas. Y se exced¨ªan, no tanto por la mala condici¨®n de los toros como por las ganas que ten¨ªamos todos de que aquello acabara cuanto an tes. Pero, en fin, los tres toreros, en cuanto cab¨ªa, estuvieron bien. Hubo finos muletazos de Campuzano y Chac¨®n, arrojo en Manili. No es poco.
Dos veces derrib¨® el cuarto toro, e hiri¨® a un caballo; a los dem¨¢s les pegaron bastante en varas. Por cierto, que la cuadra de picar mejor¨® ayer, y hubo caballos con ligereza, que volv¨ªan bien, daban el costado, marchaban atr¨¢s y adelante sin problemas, se pod¨ªan manejar. Lo cual quiere decir que el contratista, El Pimpi, tiene g¨¦nero adecuado para la suerte, cuando le conviene. Quiz¨¢ la presidencia le llam¨® al orden con severidad, como ped¨ªa el p¨²blico en la corrida anterior.
Por el tendido 9, un equipo de cine comercial rueda secuencias con actores, absolutamente indiferente a las protestas de la afici¨®n. Un melenudo, una guapa y un ni?o hacen el papel de espectadores, con vestimentas veraniegas. Luego, en la pel¨ªcula, se ver¨¢ que estaban en los toros, con sol y moscas, porque el cine tiene estos poderes. Con una cogorza como un piano, por la delantera baja del siete un se?or pega pases y pierde el equilibrio al marcar un natural. Los vecinos le jalean y le mantienen en la vertical o en la oblicua. Dos matrimonios pasan media corrida hablando de lo caros que est¨¢n los pisos y luego se van a escape. Cientos de pa?uelos para pedir orejas cubren narices enrojecidas. El vendedor de co?ac no da abasto. Y a todo esto, Campuzano, Manili y Chac¨¢n intentando hacer faena. Tiene m¨¦rito, y se ganaron el jornal. Por los altavoces debieron comunicar, sin que fuera mentira: Dies duros ofrece el personal para que renuncien a torear y nos vayamos todos a tomar un caf¨¦ con leche con aspirina. Lo del caf¨¦ con leche con aspirina lo hicimos, vaya si lo hicimos. Por lo de la pulmon¨ªa, mayormente.
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