Alicia Alonso y el Ballet Nacional de Cuba
En el Teatro Nacional de la Zarzuela, de hecho sustituto de la Opera que nos falta, se ha iniciado una temporada oficial de ?ballet? que estar¨¢ a cargo de las dos formaciones ?de casa? -Gades y Ullate- y la de Cuba, que dirige Alicia Alonso.Alicia es maravillosa. Todo el ?ballet? cl¨¢sico en Cuba es obra suya. Pero, adem¨¢s, todav¨ªa sale a escena y levanta oleadas de aplausos. En Remembranza, de Tchaikovski, con Jorge Esquivel de excelente partenaire, Alicia Alonso danz¨® como adivinando el espacio; sus puntas fueron perfectas y perfecta su elevaci¨®n; el movimiento de brazos, las flexiones corporales, el gesto se integran en un todo po¨¦tico y armonioso. En realidad, un solo gesto, una sola actitud de Alicia Alonso, valen por todo un espect¨¢culo. El del Ballet Nacional Cubano, obra de la danzarina, alcanza niveles de gran calidad, en su labor de conjunto y en la individual. Para Espa?a, en estos momentos iniciales de la aventura ballet¨ªstica cl¨¢sica, el ejemplo de los cubanos constituye lecci¨®n y est¨ªmulo, porque nos habla de c¨®mo una tradici¨®n puede crearse. Y perdurar. Y discurrir por los distintos g¨¦neros y estilos de la invenci¨®n coreogr¨¢fica.
Teatro de la Zarzuela
Ballet Nacional de Cuba. Direcci¨®n: Alicia Alonso. Primera bailarina: A. Alonso. Primeros bailarines: Loipe Ara¨²jo, Aurora Bosch, Marta Garc¨ªa, Elena Llorente, Josefina M¨¦ndez, Mirta Pla, L¨¢zaro Carre?o, Jorge Esquivel y Orlando Salgado.Obras: Las s¨ªlfides (Chopin-Fokine), Apolo (Strawinski-Balanchine), Mu?ecos (Eg¨¹es-M¨¦ndez), Canto vital -(Mahler-Plisetzki) y Remembranza (Tchaikovski, Arensky-McDonald),
De Las s¨ªlfides a Apolo Musageta, hay tanta distancia en la danza como la que separa a Chopin de Strawinski en la m¨²sica. Sin embargo, uno y otro ?ballet? tienen realizaciones no s¨®lo perfectas, sino de una atracci¨®n expresiva irresistible. La coreograf¨ªa de Fokine, en su estilizado neorromanticismo, dista de la geometr¨ªa musical de Balanchine. Si la Araujo, la Alvarez, Zamorano y todo el conjunto brillaron en Las s¨ªlfides, Jorge Esquivel, la M¨¦ndez, Marta Garc¨ªa, Amparo Brito, encarnaron Apolo y las musas con l¨ªrica exactitud. Caridad Mart¨ªnez y Fernando Jhones, a modo de divertimento, desarrollaron un ?paso a dos? titulado Mu?ecos, de Alberto M¨¦ndez, sobre partitura muy graciosa y, a ratos, de aut¨¦ntica ra¨ªz cubana, original de Rembert Eg¨¹es. Mahler da pie al Canto vital, coreografiado por Plisetzki, en cuyo decurso po¨¦tico rimaron su buen hacer Orlando Salgado, L¨¢zaro Carre?o, Gabriel S¨¢nchez y Ra¨²l Barroso. Y para final: Alicia Alonso en la intervenci¨®n comentada m¨¢s arriba, que desat¨® todos los entusiasmos. Una nota desfavorable: la calidad de las versiones, registros y reproducciones musicales. Est¨¢ claro que cuando se emplea m¨²sica grabada en lugar de orquesta directa se cambia vida por perfecci¨®n. De otro modo ni vale la pena ni se justifica el trueque.
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