La opini¨®n de los militares
Bajo m¨ª punto de vista de militar, creo que se comete un error de fondo en el editorial del pasado 21 de octubre, titulado ?Monopolio de las armas y opiniones pol¨ªticas?.Es una costumbre castrense que los mandos militares, con ocasi¨®n de actos se?alados (jura de bandera, tomas de mando, patronas, etc¨¦tera), efect¨²en arengas dirigidas al personal a sus ¨®rdenes. Algunas veces, esta costumbre es aprovechada por algunos para tocar temas ideol¨®gicos o de pol¨ªtica partidista, demostr¨¢ndonos que cuando se habla a los subordinados no es f¨¢cil dejar a un lado las propias creencias, y menos las pol¨ªticas, que tan intensa y directamente nos afectan.
Adem¨¢s de esto, es preciso reconocer que hay otra pr¨¢ctica militar de efectos parecidos, aunque su forma sea diferente. Me refiero a la costumbre de recoger con cierta periodicidad por la prensa de todo tipo -y, aunque menos, tambi¨¦n por otros medios de comunicaci¨®n social- las declaraciones de altos mandos militares sobre todo tipo de asuntos, incluidos los de pol¨ªtica.
En un caso -arengas o discursos- como en el otro -declaraciones- no es el autor el que divulga sus ideas fuera de sus interlocutores concretos, sino la prensa, que, con alarmismo o sin ¨¦l, hace llegar a la opini¨®n p¨²blica lo que iba dirigido a un limitado y concreto auditorio.
Justo es reconocer que estas manifestaciones de militares casi nunca coinciden con los deseos u opiniones de la mayor¨ªa del pueblo, que reiteradamente nos ha demostrado su contundente inclinaci¨®n por la democracia. Es un hecho que cualquier dem¨®crata les encuentra siempre alg¨²n pero, alguna objeci¨®n, y, en muchos casos, lo que producen es verdadero des¨¢nimo o irritaci¨®n, al apartarse tan rotundamente del sentir de ese pueblo, al que tienen obligaci¨®n de obedecer y defender.
Bien, a pesar de ello, creo obligado expresar mi disconformidad con la conclusi¨®n del editorial mencionado. Nada se soluciona coartando el derecho constitucional a la libre expresi¨®n de determinados ciudadanos: los militares. El que sean depositarios de las armas no empece al uso libre y l¨ªcito de la palabra, siempre que se respete el mismo derecho a los dem¨¢s, as¨ª como los dem¨¢s derechos fundamentales que la sociedad ha querido plasmar en la Constituci¨®n.
Si en la arenga o en la declaraci¨®n lo que se hace es atacar a otras personas -sean quienes fueren- o vulnerar derechos constitucionales, lo que hay que hacer es procesar a su autor, sea el que fuere. Mas prohibir indiscriminadamente el uso de derecho tan fundamental es m¨¢s propio de reg¨ªmenes de otro tipo que del actual. Adem¨¢s, dicha prohibici¨®n, en lo que respecta a las arengas, ser¨ªa de muy dif¨ªcil imposici¨®n, por ir contra las naturales relaciones de subordinaci¨®n y mando y ser de control problem¨¢tico. Tanto es as¨ª, que para lograr su efectividad tal vez la ¨²nica soluci¨®n fuese controlar su divulgaci¨®n, m¨¢s que su nacimiento. Con lo que la prohibici¨®n pasar¨ªa a ser un ataque a la libertad de prensa. ?O no?
Pero es que, adem¨¢s de estas razones, creo que hay otra que obliga a rechazar la imposici¨®n de limitaciones a tales actuaciones o, mejor, manifestaciones. Y es que nadie puede negar que el Ej¨¦rcito ha estado demasiado tiempo aislado, encerrado en s¨ª mismo, lo que le ha convertido en ese ?poderoso y temido desconocido ?. Conviene, por razones evidentes, acabar urgentemente con esta situaci¨®n de ?marco cerrado?. La mejor forma, tampoco hay duda, es permitir la intercomunicaci¨®n.
Por esto, m¨¢s que prohibir que los militares nos digan cosas que no nos gustan a los dem¨®cratas, lo que hay que hacer es permitir que otros nos digan las que nos gustan, resaltando sus manifestaciones y
(Pasa a lap¨¢gina 12.)
La opini¨®n de los militares
(Viene de p¨¢gina 11.)apoyando a los autores, que no hacen otra cosa que demostrar que sintonizan con el pueblo espa?ol. La prohibici¨®n a todos no eliminar¨ªa a los militares antidemocr¨¢ticos: simplemente los ocultar¨ªa ante la opini¨®n p¨²blica. La permisividad general -logro actual debido al teniente general Guti¨¦rrez Mellado- servir¨¢ para que el Ej¨¦rcito sea conocido por todos, lo que es sumamente importante, al margen de problemas cuantitativos sobre posturas de uno u otro signo.
Y antes de terminar tratar¨¦ someramente este ¨²ltimo p¨¢rrafo. S¨ª, tal vez las posturas u opiniones a favor de la democracia sean en el Ej¨¦rcito minoritarias. Al menos, eso parece por lo le¨ªdo en la prensa. Pero tambi¨¦n puede ser que cierta prensa sepa d¨®nde buscar esas opiniones y, en cambio, la democr¨¢tica ignore d¨®nde encontrar apoyo a las suyas. Y, correlativamente, los militares dem¨®cratas no encuentren en su prensa el apoyo a la divulgaci¨®n que los que no lo son encuentran en la suya.
Si EL PAIS quiere defender la democracia -y no lo dudo-, tendr¨¢ que defender las actitudes y manifestaciones de dicho tipo, se den donde se den. Y ello le obligar¨¢ a defender, contra posibles inconvenientes, a sus autores, aunque sean militares. Y lo que digo a EL PAIS, lo digo a todos los dem¨®cratas, sean individualmente considerados, lo sean en grupos o instituciones.
(Abogado y comandante de Ingenieros)
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