El partido gaullista, acusado de entregar el "dossier" Boulin a la prensa
Ocho d¨ªas despu¨¦s, las consecuencias del suicidio del que fuera ministro de Trabajo, Robert Boulin, han generado una atm¨®sfera de un esc¨¢ndalo pol¨ªtico que podr¨ªa desembocar en una crisis sin precedentes en el giscardismo. Informaciones diversas acusan al gaullismo de haber proporcionado el dossier Boulin a la prensa para, en ¨²ltima instancia, desacreditar al presidente, Val¨¦ry Giscard d'Estaing.
Ayer, en Par¨ªs, se viv¨ªa en un clima de crisis del poder. Esta noche, mediante un golpe de efecto por parte del presidente, Val¨¦ry Giscard d'Estaing, al final de sus 48 horas de ?reflexi¨®n? en uno de los castillos que posee en Auvergne, o ma?ana, mi¨¦rcoles, d¨ªa del Consejo semanal de Ministros, debiera poder calibrarse la dimensi¨®n real de este grave suceso Pol¨ªtico.La ¨²ltima evoluci¨®n del affaire presenta a los gaullistas de la Agrupaci¨®n por la Rep¨²blica (RPR), de Jacques Chirac, como ?la mano secreta? que ofreci¨® a algunos ¨®rganos de prensa el dossier de los terrenos del se?or Boulin. El peri¨®dico del domingo, Le Journal du Dimanche (conservador) afirmaba que el se?or Boulin, pocos d¨ªas antes de su suicidio, hab¨ªa confiado a un colega suyo en la Asamblea Nacional: ?Chirac es un cerdo. Es ¨¦l quien ha advertido a los peri¨®dicos. ?
Otro comentarista de la radio RTL aseguraba anteayer que la RPR hab¨ªa celebrado una reuni¨®n secreta a mediados de septiembre para decidir la revelaci¨®n del affaire Boulin. Otros observadores o publicaciones abundan en el mismo sentido. Nadie ofrece pruebas contundentes, pero, al cabo de una semana, el mundo pol¨ªtico de la mayor¨ªa gubernamental ?vive en olor de intrigas y complots?.
Seg¨²n estas ¨²ltimas revelaciones, el objetivo de los gaullistas partidarios del se?or Chirac ser¨ªa ?castigar? a los ?gaullistas giscardianos?, se?ores Boulin y Peyrefitte, enfrentando a estos ¨²ltimos al mismo tiempo. En definitiva, se tratar¨ªa de una batalla m¨¢s de la ?guerra santa? entre los se?ores Giscard y Chirac, con vistas a las presidenciales de 1981.
La RPR ha desmentido oficialmente todo, pero tanto los ?chiraquianos? como los giscardianos parecen desbordados: las intrigas, los golpes bajos, los errores, se multiplican desde que la cabeza del poder eligi¨® el secreto para responder al asunto de los diamantes de Bokassa.
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