Los "enemigos p¨²blicos"
Es penoso observar los derroteros que de hace un tiempo a esta parte est¨¢ siguiendo un pa¨ªs que hasta ahora hab¨ªa sido amante de las libertades, como es Francia.El ¨²ltimo ejemplo de esta extra?a trayectoria de nuestro vecino pa¨ªs lo tenemos en la muerte del ?enemigo p¨²blico n¨²mero uno? de Francia. Ni entro ni salgo en la peligrosidad de este individuo. Pero lo que est¨¢ claro es que, a pesar de su peligrosidad, continuaba siendo un hombre y, por consiguiente, poseedor de unos derechos, y el m¨¢s b¨¢sico de ellos, el de la vida.
Creo que abiertamente se puede decir que la polic¨ªa francesa ha asesinado a este delincuente. No me cabe en la cabeza que cincuenta polic¨ªas que rodean a un hombre se vean en la necesidad de disparar sobre su cuerpo cerca de una veintena de balas para causarle la muerte. ?Es que no pudieron detenerle vivo? No creo que en esa brutal desproporci¨®n de cincuenta a uno la polic¨ªa tuviera que recurrir a una violencia inusitada y producir un asesinato legal. Si por todo esto fuera poco, despu¨¦s de la muerte del delincuente, sus cazadores celebran alegremente la ca¨ªda de ¨¦ste. De verdad que esto me recuerda los ritos de determinados ?pueblos salvajes? que antes de comerse a sus v¨ªctimas lo celebran con cantos y danzas. No s¨¦ d¨®nde¨¦star¨¢n los salvajes, si aqu¨ª o all¨ª.
No obstante, pienso que tras este lamentable suceso hay una clara motivaci¨®n pol¨ªtica. El pueblo franc¨¦s estaba demasiado pendiente de su Gobierno. Se estar¨ªa haciendo demasiadas preguntas sobre la entrega de diamantes al presidente de la Rep¨²blica por determinado emperador centroafricano, o sobre el suicidio de su ministro de Trabajo. Y era l¨®gico buscar una tem¨¢tica que distrajera la curiosidad del pueblo. Y qu¨¦ mejor que la muerte de este conocido delincuente.
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