La ley sobre premios y concursos literarios es "de imposible aplicaci¨®n"
Contin¨²a el misterio en torno al Premio Heliodoro
?La ley de 1956 sobre premios y concursos literarios es de imposible aplicaci¨®n?, dijo a EL PAIS Joaqu¨ªn de Entrambasaguas, director general del Libro y Bibliotecas, en una entrevista realizada a partir del esc¨¢ndalo del Premio Heliodoro. Precisamente sobre este tema, el presidente de la Asociaci¨®n Colegial de Escritores (ACE), Angel Mar¨ªa de Lera, ha elevado al Ministerio de Cultura una petici¨®n de que regule estas convocatorias con una normativa que garantice los derechos de los escritores. Mientras, se hace el silencio en torno al Premio Heliodoro, y su ganador, Claudio Bastida, sigue sin presentarse a la opini¨®n p¨²blica.
La junta directiva de la ACE, reunida el pasado lunes, decidi¨® pedir al Ministerio de Cultura una reglamentaci¨®n urgente del tema de los premios y concursos literarios, que ponga a los escritores a salvo de situaciones como la ocurrida con el Premio Heliodoro. Como es sabido, el donante del premio contin¨²a en el anonimato, que es el mismo que protege tambi¨¦n a los quince jurados que se decidieron por Claudio Bastida y, sobre todo, el que protege tambi¨¦n esos diez millones de pesetas, de cuya existencia nadie parece estar seguro.De lo que s¨ª se puede estar seguro es de que existen una treintena de novelistas, cuyos nombres han sido aireados en la prensa como rechazados o como finalistas, y una editorial importante, Argos Vergara, que, por razones que no ha hecho p¨²blicas, decidi¨® a ¨²ltima hora bajarse del carro del Heliodoro. De manera indirecta ha sabido EL PAIS que esto ocurri¨® en el momento en que sus directivos se dieron cuenta de que podr¨ªan publicar una novela aupada por un aparato publicitario escandaloso, pero cargada de problemas. En este sentido, la escritora Cristina Peri Rossi, que hab¨ªa sido incluida en la lista de diez finalistas, hizo p¨²blico en Barcelona un comunicado, la ma?ana anterior al fallo del premio, en el que declaraba a la agencia Efe su retirada del mencionado concurso, ?dadas las irregularidades que se hab¨ªan manifestado en la marcha del premio?.
Ni jurado ni seguridad de que exista el dinero del premio; estos son los dos caballos de batalla de la ACE, y los puntos que quiere que sean garantizados por una ley de urgente promulgaci¨®n: que se exija la existencia de un acta, firmada por un jurado responsable, y la seguridad de que el dinero est¨¦ depositado o bien en la Caja de Dep¨®sitos del Estado o bien, dada la complejidad de este organismo, con la certificaci¨®n bancaria del dep¨®sito o de su aval.
Por ahora, la impunidad
La situaci¨®n actual es la de existencia de una ley obsoleta, la de 1956, del entonces Ministerio de Informaci¨®n y Turismo, que el se?or Entrambasaguas ha calificado como ?de imposible aplicaci¨®n hoy?. Esta ley, efectivamente, exig¨ªa para poder convocar un premio literario la presentaci¨®n en la Direcci¨®n General de Informaci¨®n -hoy desaparecida- de la lista de jurados, las bases del premio y el recibo del dep¨®sito de su cuant¨ªa en la caja estatal. Ahora bien, seg¨²n dijo el se?or Entrambasaguas a EL PAIS, nunca existi¨® la orden ministerial que pusiera en pr¨¢ctica y desarrollara esta ley, y adem¨¢s, ?por su art¨ªculo cuarto, como es una ley de Informaci¨®n, los responsables primeros y directos de un premio fraudulento ser¨ªan los que lo han difundido, es decir, los directores de los medios informativos en que el premio se ha hecho p¨²blico, y s¨®lo de manera subsidiaria, los organizadores del premio?.Si este art¨ªculo no hiciera ya risible la posibilidad de aplicaci¨®n de esta ley, ?el hecho mismo de que no se haya desarrollado impide cualquier tipo de sanci¨®n o similar?. Y esto lo sab¨ªan los organizadores del Premio Heliodoro. Sus relaciones con esa Direcci¨®n General eran, en este sentido, claras: ?Cuando ped¨ª explicaciones al director de Heliodoro, a petici¨®n de algunas editoriales?, dijo a EL PAIS el se?or Entrambasaguas, ?me contest¨® que hab¨ªa desconocido hasta el momento la existencia de esa ley, y que ya era impracticable, como me explic¨® ¨¦l mismo. No pude hacer sino dar acuse de recibo?, y el acuse de recibo es la carta ministerial que exhibe Antonio Fern¨¢ndez Heliodoro.
Mientras, Claudio Bastida, el flamante escritor millonario, sigue oculto, tal vez en Estados Unidos. Una carta de Manuel Garc¨ªa Vi?¨®, a la que esto firma, en la que insiste en que ?termin¨¦ mi misi¨®n, te lo aseguro, despu¨¦s de llevar a cabo la selecci¨®n, a finales de septiembre, y no he intervenido en nada del resto del tinglado?, dice tambi¨¦n que Claudio Bastida es conocido, adem¨¢s de por Fern¨¢ndez Molina, por Jos¨¦ Luis Cano y por Rafael Alberti. Pide que se haga p¨²blica la verdadera personalidad de Jean Garc¨ªa, cuya casa es la ¨²nica direcci¨®n conocida de Claudio Bastida, en Par¨ªs, y dice de ¨¦l que ?no s¨®lo no es un fantasma, sino que es una personalidad de la Administraci¨®n francesa, nada menos que, seg¨²n el membrete de la carta que Heliodoro ha recibido ayer mismo de ¨¦l, director general de la Topograf¨ªa de Parques Naturales Regionales?, para anadir, poco despu¨¦s, que, como se deb¨ªa haber deducido por el apellido, Jean Garc¨ªa es su t¨ªo.
Termina diciendo el se?or Garc¨ªa Vi?¨®, para sumar misterios al azar insondable, que c¨®mo nadie ha descubierto que Antonio Fern¨¢ndez es tambi¨¦n el seud¨®nimo con que V¨¢zquez Montalb¨¢n gan¨® el Planeta. Y por fin dice que ?sinceramente, a¨²n no s¨¦ qu¨¦ consecuencias sacar de esto; porque a las que llego tras mis reflexiones, no cuadran con el hecho de que Antonio Fern¨¢ndez (?I, II o III?) Heliodoro est¨¦ preparando una edici¨®n de solo 5.000 ejemplares de una novela para la que ha conseguido gratuitamente millones de publicidad...?. Ese es, y acierta el se?or Garc¨ªa Vi?¨®, el ¨²ltimo interrogante de esta historia. Mientras Antonio Fern¨¢ndez Molina ha dicho a varias personas, cuyos nombres no podemos revelar, que ?¨¦l es el organizador del Heliodoro?, Claudio Bastida no parece haber venido a saludar a sus editores, ni siquiera a buscar los diez millones. Y, al final, todo eso igual da: lo que parece absolutamente claro es que esto ha sido -existiendo o no Bastida- un juego de amigos, que han organizado esta broma para lanzarse y divertirse.
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