"Familia"
Finaliza hoy la emisi¨®n del telefilme Familia. Doug es nombrado director del colegio en que estudia su hijo Willie. Este decide escribir una comedia y consulta a su padre y profesor sobre sus dotes como dramaturgo. El padre opina que la obra es una tonter¨ªa, el ambiente familiar se enrarece y el hijo decide marcharse de casa.Hasta aqu¨ª la incompleta sinopsis facilitada oficialmente por TVE. No es dif¨ªcil imaginarse el final de esta miniserie -que no se inspira en ning¨²n ?gran relato? o texto literario precedente, como pretend¨ªan enga?ar los programadores-, sobre todo cuando el episodio se titula ?Punto de partida?, como ¨¦ste, que tampoco es el ¨²ltimo, porqueTVE ha adquirido bastantes m¨¢s, los suficientes para emitir otro pseudo gran relato. Y al principio de la serie, con punter¨ªa y oportunismo, un s¨®lo mensaje: no al divorcio, no al aborto y no al c¨¢ncer de la madre.
En diez minutos se resuelve el conflicto matrimonial, de la misma manera que los padres, veinte a?os antes, se hab¨ªan reconciliado, tras la infidelidad del esposo. La madre (Kate) siempre recriminar¨¢ a su hija (Nancy) no someterse, como manda la tradici¨®n, a la raz¨®n del marido. Por algo a esta serie se le otorg¨® el Humanitas, premio ?a los valores familiares; seg¨²n la tradici¨®n judaicocristiana?. Y tridentina, podr¨ªamos a?adir. Esta es la familia unida del padre Peyton. Y en el telefilme, por supuesto, tiene que haber un cura, tambi¨¦n de clase media, de los que s¨®lo se mojan con el ?pip¨ª? de neonatos.
El problema ya no est¨¢ en saber si esta familia telefilinica es, como pretenden los productores, ?una familia normal y corriente en Estados Unidos? -es decir, t¨®pica de pleno derecho- y exportable al mundo entero. El problema -afortunadamente los telespectadores no se lo toman en serio, gracias a ese doblajeneutro que hacen en Puerto Rico, M¨¦xico y el mism¨ªsimo EEUU- tampoco est¨¢ en saber qu¨¦ alternativas de identificaci¨®n ofrecen los ejecutivos de TVE a las familias de telespectadores unidas por el televisor: si La casa de la pradera, los Villanueva, los Con ocho basta, o aquel dram¨¢tico de hace hoy una semana con que inauguraron el espacio Teatro breve: si (los alba?iles, vecinos, llevan distinto ritmo de vida, la culpa la tiene una de las dos mujeres que es infiel; por tanto, ? ?Viva la pobreza! ?, grit¨® el protagonista, ?que cuanto m¨¢s m¨ªsera, m¨¢s honrada.? As¨ª, la tesis de la versi¨®n que TVE dio de la pieza Los milagros del jornal, de Carlos Arniches.
El problema est¨¢ en saber, superados los argumentos infantilistas y de psicolog¨ªa barata del telefilme, qu¨¦ pretenden los ejecutivos de Prado del Rey con esta acometida familiar en tiempos de manifiestos divorcistas y paternidades responsables. La respuesta deber¨ªa darla la junta de programas de RTVE, que parece identificarse con esos patrones familiares que emiten todos los d¨ªas de la semana y que, adem¨¢s, pretenden camuflarlos bajo la apariencia de inexistentes ?grandes relatos?.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.