La CEE se juega su futuro en la "cumbre" de Dubl¨ªn
?Ser o no ser?, he aqu¨ª el problema al que se enfrentan los jefes de Gobierno de la Comunidad Econ¨®mica Europea (CEE), que inician hoy una cumbre de dos d¨ªas, de trascendental importancia para el futuro del Mercado Com¨²n. Porque del resultado de esta cumbre va a depender en buena parte, no solamente el funcionamiento inmediato de la comunidad, sino tambi¨¦n su propia supervivencia.
La reuni¨®n, que comienza a las tres de la tarde en el castillo de Dubl¨ªn -una impresionante fortaleza en el centro de la ciudad que fue la residencia del gobernador general brit¨¢nico en Irlanda-, ir¨®nicamente, no tiene car¨¢cter extraordinario. Se trata, simplemente, de una de las tres conferencias anuales previstas entre los primeros ministros de los pa¨ªses de la CEE.Sin embargo, promete ser una de las m¨¢s dram¨¢ticas desde la fundaci¨®n de la Comunidad, en 1956, y todos los dirigentes que participan en ella no ocultan su preocupaci¨®n
Uno de los miembros m¨¢s importantes, Gran Breta?a, ha declarado por boca de su portavoz m¨¢s autorizado, la primera ministra Margareth Thatcher, que si el Mercado C¨®m¨²n no da satisfacci¨®n a sus demandas, est¨¢ dispuesta a ?romper la baraja?.
?A qu¨¦ se debe esta posici¨®n intransigente del Reino Unido? Sencillamente a una contribuci¨®n al presupuesto comunitario que los brit¨¢nicos consideran escandalosa. O, para emplear las propias palabras de la se?ora Thatcher, ?una contribuci¨®n econ¨®micamente injusta y pol¨ªticamente inaceptable?.
Y si se juzga s¨®lo por la aritm¨¦tica, Gran Breta?a tiene raz¨®n. Si se mantienen los baremos actuales, el Reino Unido tendr¨¢ que pagar el pr¨®ximo a?o la exorbitante cantidad de 1.200 millones de libras (unos 200.000 millones de pesetas). Si a esto se a?ade el coste de las importaciones de productos alimenticios de la CEE, Inglaterra terminar¨¢ en 1980 con una p¨¦rdida neta de 1.3013 millones de libras, entre lo que paga y lo que percibe.
Apoyo peligroso
La se?ora Thatcher acude a Dubl¨ªn con el apoyo total de todo el espectro pol¨ªtico brit¨¢nico y de su opini¨®n p¨²blica. Pero esto, que evidentemente constituye una ventaja a efectos de respaldar su posici¨®n negociadora, tiene tambi¨¦n sus inconvenientes, desde el punto de vista de la pol¨ªtica interna, ya que la oposici¨®n y los sindicatos han advertido a la primera ministra que no aceptar¨¢n que Gran Breta?a negocie su contribuci¨®n presupuestaria a costa de temas no negociables, como es el petr¨®leo del mar del Norte, las exportaciones de cordero al continente y la ampliaci¨®n de los derechos pesqueros comunitarios en aguas brit¨¢nicas.
Por eso, el apoyo puede rebotar como una pelota en un front¨®n en contra de la se?ora Thatcher. Y de ah¨ª la dificultad para llegar a un acuerdo si las peticiones inglesas no son atendidas en su totalidad, o casi en su totalidad o lo que significa una reducci¨®n de 1.000 millor¨ªes de libras en la contfibuci¨®n brit¨¢nica al presupuesto europeo.
La posici¨®n inglesa s¨®lo es compartida de coraz¨®n, por Italia, que tiene el mismo problema, y por Alemania, que se da cuenta de las desastrosas consecuencias para la Comunidad que resultar¨ªan de un boicot o de una retirada inglesa del Mercado Com¨²n. El resto de los pa¨ªses, y especialmente Francia, acusan a Londres de no entender los ideales comunitarios y de tratar de simplificar los problemas a una simple operaci¨®n de suma y resta.
Acusaciones comunitarias
Los pa¨ªses europeos acusan a Gran Breta?a, por ejemplo, de venderles el petr¨®leo del mar del Norte a precios superiores a los m¨¢s caros de los pa¨ªses ¨¢rabes. Igualmente se quejan de las trabas que encuentran sus flotas pesqueras para faenar en los bancos brit¨¢nicos, y aducen que aunque Francia se est¨¢ saltando a la torera el Tratado ete Roma y una sentencia judicial en el tema del cordero, Inglaterra, a su vez, trata de exportar su carne de cordero a la CEE a precios de dumping, porque tiene asegurado su abastecimiento dom¨¦stico con las importaciones procedentes de Nueva Zelanda. Los deseos brit¨¢nicos son muy dif¨ªciles de satisfacer en su totalidad, porque cualquier reducci¨®n en la contribuci¨®n de este pa¨ªs tiene que ser ?prorrateada? entre el resto de los pa¨ªses comunitarios. Alemania, el pa¨ªs m¨¢s favorable a las tesis brit¨¢nicas, est¨¢ dispuesta a hacerse cargo de un porcentaje no especificado, pero que podr¨ªa llegar hasta el 40%. Pero Francia s¨®lo est¨¢ dispuesta a conceder el 10%.
El presidente de la Comisi¨®n, Roy Jenkins, que celebr¨® una reuni¨®n con la se?ora Thatcher el pasado lunes, cree que Gran Breta?a puede conseguir en Dubl¨ªn una reducci¨®n equivalente a los 350 millones de libras. El resto podr¨ªa obtenerse poniendo en funcionamiento un mecanismo corrector, aprobado por la Comunidad el pasad,o a?o, y cuyo fin es precisamente compensar los desequilibrios de este tipo.
Pero las cifras no son satisfactorias para el Gobierno brit¨¢nico, que ha declarado que no piensa conformarse,?con la mitad de la rebanada?, lo que supone 500 miliones de libras.
Amenaza de boicot
De lo que no hay duda es de que Gran Breta?a habla en serio. Tan en serio que los funcionarios del Gobierno han preparado un plan para boicotear el funcionamiento del Mercado Com¨²n si los pa¨ªses de la Comunidad no se pliegan a sus peticiones. El plan contempla medidas legales dentro del Tratado de Roma, que Inglaterra podr¨ªa tomar y que, caso de aplicarse, supondr¨ªa una paralizaci¨®n total del mecanismo administrativo del Mercado Com¨²n. Caso de aceptarse este plan, supondr¨ªa la repetici¨®n del boicot decretado por el general De Gaulle al Mercado Com¨²n en la d¨¦cada de los sesenta.
El plan est¨¢ basado en los siguientes puntos: congelaci¨®n de los precios agr¨ªcolas la pr¨®xima primavera, lo que supondr¨ªa un caos en la pol¨ªtica com¨²n agr¨ªcola; boicot brit¨¢nico a todas las reuniones a nivel ministerial; el veto de cualquier iniciativa comunitaria; la negativa a incrementar el presupuesto de la Comunidad, y, la m¨¢s grave de todas, una retenci¨®n en las contribuciones brit¨¢nicas al presupuesto com¨²n.
El semanario The Economist ha resumido de forma magistral la gravedad del problema. Si las demandas de la se?ora Thatcher son aceptadas, la Comunidad podr¨ªa entrar en un per¨ªodo de progreso. La troika Schmidt-Giscard-Thatcher dar¨ªa un nuevo ¨ªmpetu a una verdadera integraci¨®n europea en los a?os ochenta.
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