El acuerdo marco
LA NEGOCIACION salarial entre empresarios y trabajadores a trav¨¦s de sus respectivas organizaciones, sin el patronazgo del Gobierno, es una buena noticia. Que las partes que protagonizan la vida econ¨®mica del pa¨ªs negocien libre y directamente entre s¨ª y que el Gobierno se mantenga al margen de sus discusiones no quiere decir, por lo dem¨¢s, que la instrumentaci¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica no tenga serias repercusiones en el futuro de esos acuerdos.?Cu¨¢les son las posiciones de la CEOE y de los dos grandes sindicatos obreros, CCIDO y UGT? CCOO defiende b¨¢sicamente una indiciaci¨®n salarial en base a las alzas de precios pasadas, mientras que los empresarios, y tambi¨¦n UGT, proponen que las elevaciones de salarios se ajusten al crecimiento previsto de la inflaci¨®n el siguiente a?o.
Esta pol¨¦mica no es.nueva en el mundo industrial. Los defensores de negociar los aumentos salariales en funci¨®n de las alzas previstas de precios anuales parten del supuesto de que el salario anteriormente convenido tuvo ?impl¨ªcitamente ? en cuenta la evoluci¨®n de la inflaci¨®n durante ese per¨ªodo. En consecuencia, para mantener una capacidad Adquisitiva an¨¢loga, en el nuevo a?o, ser¨¢ preciso corregir las remuneraciones en virtud de las alzas de precios que se prev¨¦n. La l¨ªnea de Comisiones ha sido mantenida por quienes sostienen, en cambio, que el salario del a?o base se calcula sobre un incremento cero de precios en ese mismo a?o, y que cualquier aumento deber¨¢ trasladarse al convenio del pr¨®ximo a?o, es decir, indici¨¢ndolo en base a la inflaci¨®n pasada.
El criterio patrocinado por CCOO se ha venido apl¨ªcando en Italia e Inglaterra, donde, parad¨®jicamente, la inflaci¨®n ha cercenado, a?o tras a?o, de modo inexorable, las alzas nominales de los salarios indiciados. El enfoque defendido por UGT es semejante al aplicado por los sindicatos alemanes que, tambi¨¦n parad¨®jicamente, ha conseguido, a pesar de las apariencias, que los salarios marchen por encima de los precios futuros y registren aumentos reales.
Los empresarios espa?oles est¨¢n poniendo sobre la mesa de las negociaciones todas las dificultades de la actual crisis. Afirman que la inflaci¨®n prevista para el pr¨®ximo a?o se mover¨¢ en torno a un 14,5% de incremento en diciembre de 1980. Ahora bien, ese incremento incluye un 3% de repercusi¨®n de los mayores costes de energ¨ªa y, en consecuencia, el m¨¢ximo aumento salarial negociable, deducida la energ¨ªa, seg¨²n ellos, ser¨ªa un 11,5%. Adem¨¢s, dada la d¨¦bil coyuntura actual, muchas empresas no podr¨¢n repercutir por completo sus costes en los precios; y para evitar mayor deterioro de su situaci¨®n financiera, la CEOE propone establecer un abanico de incrementos salariales entre un 8% y un 11,5 %.
Comisiones Obreras se sit¨²a en el v¨¦rtice opuesto y propone un alza salarial autom¨¢tica de acuerdo con la infla¨¦i¨®n que se registre a finales de este, a?o, 16% aproximadamente, m¨¢s una revisi¨®n tipo escala m¨®vil el pr¨®ximojulio, en la cuant¨ªa en que suban los precios durante el primer semestre de 1980. Seg¨²n los cr¨ªticos de esta postura, un c¨¢lculo aproximado ofrecer¨ªa un nivel de incrementos salariales entre el 23% y el 24%. No es, por lo dem¨¢s, nada improbable que la actitud de CCOO rebase las motivaciones de una negociaci¨®n econ¨®mica, y est¨¦ tratando de forzar las cosas para que el Gobierno vuelva a reconocer al PCE su protagonismo pol¨ªtico (un tanto difuminado, seg¨²n dec¨ªamos ayer).
UGT acepta la hip¨®tesis de los aumentos de inflaci¨®n esperados, pero rechaza la deducci¨®n del 3% como repercusi¨®n del coste de la energ¨ªa. Si los empresarios trasladan los costes energ¨¦ticos a los precios, los trabajadores tambi¨¦n pueden trasladarlos a los salarios. El argumento, al final, lo que plantea es un interesante debate sobre qui¨¦n debe aceptar los costes energ¨¦ticos. Los trabajadores podr¨ªan renunciar s¨®lo en la medida en que los empresar¨ªos respondan moderando sus incrementos de precios, una vieja pr¨¢ctica en las econom¨ªas de mercado cuando era menor el grado de oligopolio y protecci¨®n administrativa. Para aumentar las ventas y tambi¨¦n los beneficios hay quien acude, como en los casos de Jap¨®n y Alemania, tan alabados por nuestros empresarios, a mantener la tasa de inflaci¨®n por debajo del incremento de los salarios.
La postura de UGT viene a ser una confirmaci¨®n, en la praxis, de la l¨ªnea de mayor responsabilidad y realismo politico de los socialistas espa?oles desde su ¨²ltimo congreso.
Esa constructiva actitud es tanto m¨¢s elogiable cuanto que, a la corta, las pujas al alza de otras centrales sindicales en la subasta de la popularidad y el maximalismo reivindicativo puede ponerles en un serio compromiso ante sus propias bases. Particular significaci¨®n tiene, a este respecto, el comportamiento de CCOO, cuyo prop¨®sito de desbancar a UGT en los aumentos salariales puede ser, a la vez, desafiado por las centrales controladas por grupos extraparlamentarios.
La quiz¨¢ inevitable dependencia de los sindicatos respecto a los partidos produce, en ocasiones, posiciones tan incongruentes entre s¨ª como las defendidas por CCOO en oto?o de 1977 y en oto?o de 1979. Hace dos a?os, los pactos de la Moncloa, cuyo n¨²cleo b¨¢sico era la pol¨ªtica de rentas y el pacto social, fueron saludados poco menos que, como un paso hacia el socialismo, pese a que su ¨²nico fruto era la previsible congelaci¨®n de los salarios reales, exclusivamente en funci¨®n del protagonismo pol¨ªtico del PCE en su negociaci¨®n y firma. Ahora la marginaci¨®n de los comunistas de los centros de decisi¨®n pol¨ªticos y la evidente relegaci¨®n a un segundo plano de los dirigentes de su partido y de su central en el ¨¢rea del Gobierno y en el Parlamento amenazan con interferirse negativamente en la discusi¨®n de un acuerdo salarial. Lo mismo que el mejor acomodamiento del PSOE en el panorama lleva a UGT a posiciones de moderaci¨®n y posib¨ªlismo. Toda una situaci¨®n para meditar.
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