El Alentejo, principal basti¨®n de la izquierda portuguesa
El pr¨®ximo domingo Portugal acude a las urnas. Estas elecciones anticipadas son consideradas decisivas por hallarse Portugal en una encrucijada pol¨ªtica llena de interrogantes. Este primer reportaje analiza un ¨¢rea dominada pol¨ªticamente por la izquierda, el Alentejo, escenario de las reformas agrarias posteriores a la ?revoluci¨®n de los claveles?. En otros dos cap¨ªtulos que ser¨¢n publicados a continuaci¨®n se presenta el panorama del norte del pa¨ªs y el cintur¨®n industrial de Lisboa.
?Si Portugal fuese el Alentejo, no tengo dudas de que la APU (coalici¨®n electoral dominada por el Partido Comunista portugu¨¦s) obtendr¨ªa el primer lugar en las elecciones. ? Alvaro Cunhal, el veterano dirigente del PCP, se encuentra en su ambiente. En Evora, capital de una de las principales zonas del Alentejo y de la reforma agraria, su partido es ampliamente dominante: un 47,6% de votos en las elecciones municipales y un 43,7% en las generales de 1976. Sumados sus votos a los del Partido Socialista, la izquierda rebasa c¨®modamente el 80% de votos en el distrito.El teatro Garc¨ªa de Rezende, de Evora, en el coraz¨®n de una de las ciudades monumentales m¨¢s bellas del sur de Portugal, est¨¢ al completo. Llena el patio de butacas y la platea un p¨²blico devoto. En su mayor¨ªa son campesinos que rebasaron con creces los cuarenta a?os, tocados con los caracter¨ªsticos sombreros negros y gorras de visera a cuadros de los agricultores del pa¨ªs. Muchas banderas portuguesas y muy pocas con la hoz y el martillo. Para estas elecciones, el PCP ha preferido utilizar los colores nacionales.
Alvaro Cunhal no hace afirmaciones espectaculares. No se trata de un mitin multitudinario, sino de lo que, en el argot electoral portugu¨¦s, se denomina ?sesi¨®n de esclarecimiento?. El dirigente del PCP repite en Evora lo que, ya en ese mismo d¨ªa, ha dicho en las vecinas localidades de Montemor y de Portalegre, y lo que muy probablemente dir¨¢ al d¨ªa siguiente en Faro, capital del Algarve. Advertencias al Partido Socialista. ?El PS cometer¨ªa un suicidio si su grupo apoyase un Gobierno de la Alianza Democr¨¢tica, y se equivocar¨ªa igualmente si se presentase s¨®lo como alternativa gubernamental.? Cunhal s¨®lo deja una salida a los socialistas: una coalici¨®n con Su propio partido.
Pero el dirigente comunista reserva sus ataques m¨¢s fuertes para la Alianza Democr¨¢tica (coalici¨®n del PSD, CDS y los mon¨¢rquicos), a la que siempre cita como ?alianza reaccionaria? o ?alianza castellana?, como prefieren denominarla otros dirigentes de izquierda, en lo que constituye una clara llamada al sentimiento nacionalista portugu¨¦s frente a la ayuda que la coalici¨®n de centro-derecha recibe del partido gubernamental espa?ol. ?Los traidores a la patria portuguesa se unieron siempre a la reacci¨®n espa?ola para oprimir a nuestro pueblo?, lleg¨® a decir recientemente otro miembro de la direcci¨®n del PCP.
Los muertos de MontemorA los campesinos del Alentejo no parece preocuparles, sin embargo, las cuestiones de alta pol¨ªtica. En las preguntas que siguen a la r¨¢pida y estudiada intervenci¨®n de Cunhal dominan, por encima de otras cuestiones, tales como la situaci¨®n de los emigrantes, la actualizaci¨®n de las pensiones, la subida de los precios, la escasez del bacalao y -ic¨®mo no!- el futuro de la reforma agraria. Y algo que se ha convertido en bandera por estas tierras: la muerte de dos trabajadores agr¨ªcolas en un incidente con las fuerzas de la Guardia Nacional Republicana (GNR) -equivalente a la Guardia Civil espa?ola-, enviadas a proteger a un propietario a quien se iban a devolver parte de sus tierras expropiadas. Ocurri¨® el 26 de septiembre, cerca de Montemor. ?Mi hijo hab¨ªa ido con otros camaradas a ayudar a los trabajadores de la cooperativa Bento Gongalves, para evitar que el antiguo propietario les robase lo que n.o era suyo?, dice el padre de Antonio Casqueira, diecisiete a?os, uno de los dos muertos de aquel d¨ªa. El otro era Jos¨¦ Carave lla, 56 a?os. Ambos trabajaban en la cooperativa Salvador Joaquim do Pomar, cerca de la aldea de Escoural, a unos doce kil¨®metros de Montemor.
El padre de Antonio Casqueira, tambi¨¦n trabajador de la misma cooperativa, retira una flor que ha ca¨ªdo, ocult¨¢ndolo, en el marco donde guardan la foto del hijo. Su mujer, vestida de negro de pies a cabeza, ratifica, entre gemidos, de pie, junto a la puerta de la habitaci¨®n principal de la peque?a casita, lo que su marido va diciendo.
Para ese, d¨ªa estaba fijada la devoluci¨®n al antiguo propietario, Manuel Nunes Padera, de la parte (llamada ?reserva?) de su antigua heredad cuya propiedad deb¨ªa restitu¨ªrsele en virtud de lo previsto en la segunda ley de reforma agraria, la deriominada ley Barreto (apellido del ministro socialista que la redact¨®). Todo hab¨ªa transcurrido m¨¢s o menos normalmente, en un ambiente de gran tensi¨®n, hasta que los funcionarios estatales intentaron devolver al expropietario parte de las vacas. El ganado hab¨ªa sido comprado por los trabajadores despu¨¦s de que la finca hubiese sido expropiada; pero en los t¨¦rminos de la ley Barreto, cuando una ?reserva? se entrega al antiguo due?o (hasta setecientas hect¨¢reas o una extensi¨®n equivalente,a 70.000 puntos, de acuerdo con un complicado baremo en el que tienen en cuenta la calidad de "las tierras y cultivos y otros m¨²ltiples factores) se le debe entregar tambi¨¦n la parte proporcional de ganado y maquinaria. Los trabajadores de la cooperativa Bento Gongalves y los que vinieron en su ayuda se opusieron.
?Eramos como unos doscientos trabajadores. El due?o empez¨® a dar gritos llamando a los guardias y ¨¦stos llegaron y comenzaron a disparar contra la gente sin ni siquiera avisar?, recuerda el padre deljoven muerto. Hubo tambi¨¦n dos heridos graves y se abri¨® una investigaci¨®n. Sobre el estado de esta investigaci¨®n preguntaban a Cunhal en la reuni¨®n de Evora. ?No creo que la investigaci¨®n est¨¦ siendo saboteada, pero lo que s¨ª s¨¦ es que se est¨¢n canalizando hacia los responsables informaciones calumniosas, como las de que los disparos fueron hechos por sus propios compa?eros?, respondi¨® Cunhal. Entre tanto, los trabajadores de la cooperativa Salvador Joaqu¨ªn do Pomar han interpuesto una querella contra la GNR. Muchos de los seiscientos cooperativistas llevan desde entonces brazaletes negros y tambi¨¦n desde entonces una gran bandera del mismo color preside la fachada principal de la sede de la explotaci¨®n. ?Los que dispararon fueron s¨®lo ocho o nueve, pero es toda la GNR la que cierra filas para la defensa de los intereses de los grandes propietar¨ªos?, dice el padre de Antonio Casqueira.
Vivas a la GNR
A s¨®lo cincuenta kil¨®metros de all¨ª, sin embargo, algunos centena res de personas vitoreaban y aplaud¨ªan a las fuerzas de la GNR que desfilaban ante el presidente de la Rep¨²blica en la gran expla nada que se extiende frente al re gimiento de Caballer¨ªa de Estre moz. Son las conmemoraciones militares del 25 de noviembre, fe cha de 1975 en que un contragolpe dirigido por el ahora jefe del Estado, general Ramalho Eanes, acab¨® con el per¨ªodo m¨¢s agitado de la revoluci¨®n portuguesa.
El Alentejo, principal pasti¨®n de la izquierda portuguesa
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La carga pol¨ªtica del acto era inevitable, por mucho que el general Earles intentase eludirla en su breve discurso a las tropas (?El 25 de noviembre no es una rutina a la que se pueda atribuir un sentido pol¨ªtico secundario.?). Estremoz es tambi¨¦n el Alentejo. En las tribunas, todos los generales y coroneles restituidos en la jerarqu¨ªa militar despu¨¦s del 25 de noviembre y s¨®lo dos o tres antiguos ?capitanes de abril?. Una ausencia significativa, la del dirigente socialista Mario Soares, quien deber¨ªa haber estado all¨ª en calidad de ex primer ministro. Todo ello en medio de una campa?a electoral en la que la coalici¨®n de centro derecha AD preconiza, corno punto principal, una revisi¨®n de la Constituci¨®n redactada durante el per¨ªodo al que puso fin, precisamente, el 25 de noviembre. Y en el coraz¨®n de una regi¨®n donde dominan las fuerzas pol¨ªticas que quieren mantener esa Constituci¨®n.
El general mand¨® retirar una pancarta de apoyo a la GNR que llevaban algunas de las personas que presenciaban el acto, pero desde la explanada segu¨ªan siendo visibles esa ma?ana las pintadas de ?Viva la GNR, abajo el CR (Consejo de la Revoluci¨®n)?, que sustitu¨ªan a las habituales en esta regi¨®n de ?Fuera la GNR de las cooperativas?.
En los diminutos despachos de las oficinas del Secretariado de Cooperativas de Evora no reina precisamente el optimismo. ?El problema no es s¨®lo la devoluci¨®n de tierras a antiguos propietarios absentistas, sino que la ley les permite encima elegir las mejores parcelas de tierras, que ellos ten¨ªan, en muchos casos, sin cultivar?, se lamenta Lino de Carvalho, uno de los dirigentes del secretariado. Las cooperativas se sienten acosadas desde la aprobaci¨®n de la ley Barreto, en virtud de la cual ya han sido devueltas a antiguos propietarios 200.000 de las 1.174.000 hect¨¢reas expropiadas en aplicaci¨®n de la primera ley de reforma agraria. ?Los trabajadores no han recibido ni un c¨¦ntimo de indemnizaci¨®n por el trabajo que represent¨® poner en explotaci¨®n esas hect¨¢reas devueltas y que antes eran eriales.?
Seis mil escudos al mes
El cr¨¦dito agr¨ªcola de emergencia hace tiempo que se cort¨®. Para hacer mejoras, introducir nuevos cultivos, ampliar los regad¨ªos, comprar ganado y abonos, las cooperativas cuentan casi exclusiva mente con sus propios recursos Los salarios deben constre?irse, pues, al m¨¢ximo. Un cooperativista s¨®lo gana entre 6.000 y 7.000 escudos al mes (entre 8.000 y 9.000 pesetas). Las mujeres, 1.400 escudos menos.
De una carpeta del despacho de Lino de Carvalho sale la fotocopia de un escrito de la Secretar¨ªa d Estado del Fomento Agr¨ªcola. En ¨¦l se recomienda que se atienda las peticiones de cr¨¦dito de los agricultores privados, mientras que se aconseja que ?se tenga cuidado? con las realizadas por las cooperativas. Las cooperativas desconf¨ªan por eso, de las estructuras oficiales y comienzan a montar sus propios centros de comercializaci¨®n, a¨²n muy escasos. ?El Estado nos compra el trigo a once escudos el kilo, cuando los costos de producci¨®n ascienden a diecis¨¦is escudos.? Y tratan de conseguir los abonos, no a trav¨¦s del Ministerio, sino por intermedio de la comisi¨®n de gesti¨®n o la comisi¨®n de trabajadores de la empresa nacionalizada CUF.
Los campesinos alentejanos son tambi¨¦n extremadamente recelosos hacia la CEE y, en consecuencia, hacia los partidos que la defienden a toda costa. ?La entrada en la CEE ser¨ªa el fin de la reforma agraria. La agricultura portuguesa no est¨¢ todav¨ªa en condiciones de competir. Ser¨ªa tambi¨¦n la ruina de unos 200.000 peque?os y medios agricultores del Sur y Norte.?
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