Electrochoques contra la homosexualidad
Un programa sueco de televisi¨®n acaba de revelar el empleo del electrochoque en los hospitales como ?terapia? correctiva de la homosexualidad. De esta forma se ha venido a saber que desde 1974 se practican en Suecia tratamientos de este tipo bajo el nombre ?cient¨ªfico? de terapia de aversi¨®n. Una mujer de 38 a?os, y de la que no se ha notificado el apellido, sino ¨²nicamente el nombre, Kerstin, ha testimoniado su propia experiencia ante la televisi¨®n sueca, dejando abierto el interrogante de la probable extensi¨®n de estos sistemas.El tratamiento Ludovico
La terapia de aversi¨®n a base de electrochoques es solamente el nombre cient¨ªfico del tratamiento Ludovico preanunciado por la fantas¨ªa literaria de Anthony Burgess en su famosa novela La naranja mec¨¢nica. En la pr¨¢ctica m¨¦dica, las inyecciones vomitivas de Burgess han sido sustituidas por descargas el¨¦ctricas. La aversionterapin made in Sweden tiene un pie en la imaginaci¨®n literaria de Burgess y otro en la creatividad anticipadora de Orwell, tambi¨¦n ¨¦l autor de otra novela futurista: 1984. Orwell preanunci¨® en su libro el evento de una sociedad autoritario- paternalista basada sobre la represi¨®n profil¨¢ctica, donde el Ministerio del Interior pasar¨ªa a denominarse ?Ministerio del Amor? (?Minamor? en abreviatura) y donde el control de los disidentes e inadaptados se ejercer¨ªa mediante una vasta gama de t¨¦cnicas de observaci¨®n y escucha y de otros m¨¦todos sutiles para el control de los comportamientos que, en la pr¨¢ctica, transferir¨ªan a los cient¨ªficos las competencias de orden p¨²blico. Pero donde la aversionterapia encontr¨® su modelo fue m¨¢s bien en la obra de Burgess. En efecto, Burgess preanunci¨® una sociedad autoritaria en la que las t¨¦cnicas de modificaci¨®n de los comportamientos pasar¨ªan por la creaci¨®n de reflejos de aversi¨®n. En su novela, los doctores Brodsky y Brannon ?curaban? a sus ?pacientes? (presidiarios y criminales) mediante un ?tratamiento? a base de inyecciones vomitivas. Despu¨¦s de varias semanas de tratamiento, los individuos sometidos a la terapia de aversi¨®n reaccionaban inmediatamente con una n¨¢usea ante la visi¨®n del delito. Exactamente la misma t¨¦cnica viene emple¨¢ndose ya, cient¨ªficamente, para la cura de la homosexualidad, seg¨²n acaba de ilustrar el caso de Kerstin. La ¨²nica variante consiste en la sustituci¨®n de las inyecciones vomitivas por el electrochoque, aunque respetando el dise?o general de la terapia tal como la concibiera literariamente Burgess. O sea, tanto la forma como la finalidad y los presupuestos cient¨ªficos del tratamiento Ludovico, modelo Naranja mec¨¢nica, y los de la terapia de aversi¨®n de los psic¨®logos del hospital de Malm¨®, son id¨¦nticos.
La terapia de aversi¨®n
En ambos casos, la descarga el¨¦ctrica o la inyecci¨®n vomitiva se asocian al vicio que se pretende ?curar?, y que a tal efecto es escenificado en televisi¨®n y exhibido al paciente. As¨ª, por ejemplo, Kerstin ha sintetizado de esta forma su experiencia:
?Dos veces por semana, durante dos meses, se me someti¨® en el Hospital Municipal de Malm¨® a la terapia de aversi¨®n, a raz¨®n de una hora por sesi¨®n. En una pantalla se me mostraban pel¨ªculas pornogr¨¢ficas. Cuando aparec¨ªan escenas de amor entre mujeres recib¨ªa una descarga el¨¦ctrica; al contrario, cuando se refer¨ªan a amor heterosexual, hombre-mujer, no suced¨ªa nada. Mi psic¨®logo estimaba que de esta forma, pasado un cierto tiempo, recobrar¨ªa mi antigua identidad sexual y reaccionar¨ªa con un espasmo de aversi¨®n a la sola idea de las relaciones homosexuales. El tratamiento se abandon¨® finalmente, dada su falta absoluta de resultados pr¨¢cticos. Hoy vivo feliz con otra mujer.?
Los m¨¦dicos implicados en el esc¨¢ndalo han reconocido que el testimonio de Kerstin es veraz aunque han matizado mucho del fen¨®meno. Seg¨²n sus declaraciones, en el hospital de Malm¨® no se habr¨ªan realizado otras terapias de aversi¨®n despu¨¦s de la de Kerstin, entre otras cosas porque ellos mismos no creen en la eficacia de este tipo de ?tratamientos?. Si se ensay¨® en aquel caso fue debido al escaso ¨¦xito de los tratamientos convencionales. Adem¨¢s -seg¨²n han declarado- la terapia de aversi¨®n se le aplic¨® a Kerstin despu¨¦s del fracaso de numerosos intentos por hacerle aceptar su nueva identidad sexual. Pero el interrogante acerca de la probable extensi¨®n de estos m¨¦todos no ha sido resuelto. La Naranja mec¨¢nica "made in Sweden" ha dejado abierta la posibilidad de que un tal sistema (que ya aparece incorporado a la psicolog¨ªa oficial incluso con un nombre cient¨ªfico propio) forme ya parte de la rutina represivo-curativa en muchos hospitales, suecos o no, con lo que la sociedad cient¨ªfico-represiva basada sobre la represi¨®n profil¨¢ctica de que hablara Orwell habr¨ªa ya abandonado la ciencia-ficci¨®n para integrarse en la cotidianidad.
Los riesgos pol¨ªticos
La alarma suscitada por el caso Kerstin en Suecia no carece de justificaciones, en tanto que detr¨¢s de este episodio se insin¨²a una amenaza autoritaria: la del electrochoque, como arma pol¨ªtica institucionalizada y disponible para la represi¨®n de los disidentes, lo marginados o las minor¨ªas: delincuentes y homosexuales, por ejemplo. El descubrimiento de una nueva enfermedad mental en la URSS, que en otras partes se llama disenso, confirma la tradici¨®n represiva de una psicolog¨ªa que, ya con Freud, se insinu¨® como un instrumento de represi¨®n. El propio Freud recurri¨® instrumentalmente a la acusaci¨®n de locura contra los disidentes del Comit¨¦ Psicoanal¨ªtico. Con este sistema, Rank, Ferenczi y, de alguna forma tambi¨¦n, Wilhelm Reich, fueron desahuciados, y Freud pudo asegurarse desp¨®ticamente el control de la burocracia psicoanal¨ªtica. La locura de estado sovi¨¦tica reproducir¨ªa el precedente a niveles pol¨ªticos.
En el mismo orden de experimentos se conoce muy bien el largo empleo del electrochoque y de las drogas qu¨ªmicas en las comisar¨ªas. ?Una sustancia qu¨ªmica con propiedades hipn¨®ticas es inyectada en la vena, lo que provoca, cuando la operaci¨®n se hace lentamente, cierta p¨¦rdida del control y un adormecimiento de la conciencia. Este m¨¦todo terap¨¦utico utilizado en medicina es, evidentemente, muy peligroso y puede ser causa de graves desajustes en la personalidad. Los psiquiatras de Argel (franceses) han aplicado electrochoques a los acusados y los han interrogado en la fase de vuelta a la conciencia, caracterizada por una cierta confusi¨®n, un abandono de las resistencias y una p¨¦rdida de las defensas de la persona? (Frantz Fanon, en Sociolog¨ªa de una revoluci¨®n). Pr¨¢cticamente todos los pa¨ªses se han servido, o a¨²n se sirven, de estos procedimientos. El ¨²ltimo ?hallazgo? en el terreno de los sueros de la verdad parece ser un alucin¨®geno derivado de la morfina. Pero en el sector de las manipulaciones cerebrales, la lobotom¨ªa es probablemente el sistema m¨¢s inicuo de cuantos se sabe est¨¢n hoy en uso. ?Consiste en el corte de las relaciones entre las diferentes partes del cerebro rompiendo las fibras nerviosas que se encuentran en la base de la frente. Con la lobotom¨ªa se altera el car¨¢cter de las personas: los agresivos, emotivos, sensibles, se convierten en d¨®ciles, pasivos, insensibles? (II Manifesto, 26-8-1973). La operaci¨®n empieza a convertirse ya en una rutina respecto a los criminales convictos presuntos poseedores del tambi¨¦n presunto cromosoma del crimen. Se ha hablado de la lobotom¨ªa como ?terapia? irreversible ya aplicada para la ?cura? de delincuentes comunes y pol¨ªticos, por ejemplo, en Alemania Federal y en Estados Unidos.
El homosexual, como cobayo
La Naranja mec¨¢nica es cada d¨ªa menos una ficci¨®n. En Estados Unidos funciona desde hace varios a?os el Centro Adirondack de Valoraci¨®n y Tratamiento Correctivo, moderna c¨¢rcel- manicomio experimental de Clinton (Nueva York), presuntamente vinculada a la CIA y al Ministerio de Defensa, acusada con mucha frecuencia de pr¨¢cticas cient¨ªfico-represivas que abarcar¨ªan desde la lobotom¨ªa a formas de terapias de aversi¨®n experimentales, muchas veces basadas en electrotratamientos. Si, incluso en un pa¨ªs como Suecia, tradicionalmente respetuoso de los derechos individuales, y muy escrupuloso en el campo de la experimentaci¨®n m¨¦dica, ha sido posible un caso Kerstin, es f¨¢cil imaginar la vasta extensi¨®n de estas pr¨¢cticas en el resto del mundo.
La experimentaci¨®n m¨¦dico-represiva con presidiarios y minor¨ªas marginadas goza de una larga tradici¨®n en Norteam¨¦rica. El psiquiatra Wilhelm Reich fue una de sus v¨ªctimas m¨¢s conocidas. A cambio de una reducci¨®n de la pena, los detenidos; son ?invitados? a prestarse como cobayos humanos para el ensayo farmacol¨®gico. En cuanto que minor¨ªa maldita y marginada, los homosexuales son tambi¨¦n objeto (le permanente experimentaci¨®n. Su profunda marginaci¨®n los priva de todo poder contractual y, por lo mismo, de toda capacidad de autodefensa. Entre los homosexuales europeos es habitual llamar al psiquiatra psikiatra, como para resaltar fon¨¦ticamente la brutalidad represiva con la que ¨¦l se pone ante el homosexual, cobayo preferido para algunos experimentos.
*Escritor espa?ol autoexiliado en Suecia.
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