?Es m¨¢s progresista una sola emisora de televisi¨®n?
PublicitarioFrente a las dos alternativas dr¨¢sticas entre las que siempre cabe elegir: Emisora ¨²nica de TV, estatalizada, por una parte, y por otra, con un liberalismo a ultranza, ?prohibici¨®n? de que el Estado se dedique a competir con los medios de difusi¨®n privados, proclamando la libertad absoluta de canales privados, probablemente pueda haber, como la m¨¢s sensata, una tercera v¨ªa, consistente en la coexistencia de ambas f¨®rmulas, como la m¨¢s representativa de los intereses de todos, sin prejuicios erizados de discusiones y opiniones inacabables, radicalistas, irreconciliables. ?Podr¨ªamos analizar con el mayor realismo posible la aconsejabilidad de esta tercera v¨ªa? Me voy a permitir intentarlo. Creo que pueden definirse, al menos, las siguientes dos grandes ¨¢reas del problema a analizar.
Culturalmente, para la sociedad receptora de cultura audio-visual, la emisora ¨²nica, no competitiva, ignora forzosamente, aunque no quiera, todo lo siguiente:
Que, sin embargo, esta sociedad activa se segmenta en sus preferencias y en sus necesidades socio-culturales por razones, entre otras, de su edad, de su sexo, su nivel cultural, su idiosincrasia y otras variantes, ling¨¹¨ªsticas, geogr¨¢ficas y pol¨ªticas. La emisora ¨²nica hace mucha tabla rasa de todas ellas, biglobalizando a una sociedad que justamente desea, por reacci¨®n, desmasificarse, desea auto-afirmarse en determinados aspectos de su singularidad como personas y, por supuesto, consecuentemente, como grupos. Una ¨²nica emisora de TV es, en esencia, una totalitarizaci¨®n socio-cultural de una fuente diversificante de cultura. Como lo ser¨ªa un solo editor de peri¨®dicos, por ejemplo. Inimaginable, ciertamente. O una sola cadena radiof¨®nica (!!).
Dado que lo hay para constituir empresas de informaci¨®n de prensa, de radio, etc¨¦tera, ?por qu¨¦ en un Estado moderno democr¨¢tico no va a ser legal constituir empresas para informar a trav¨¦s de un medio moderno como televisi¨®n? ?Por qu¨¦ estas empresas s¨®lo las constituir¨ªan los grupos poderosos? ?Es que todos quienes sean capaces, seg¨²n luego veremos, bajo distintas formas mancomunadas, de constituir una empresa de televisi¨®n ser¨ªan grupos poderosos en el sentido peyorativo que se le quiere dar al rechazo? Parece oportuno, en todo caso, recordar que los m¨¢s insobornables dem¨®cratas de estas d¨¦cadas dicen que: ?la mayor libertad de prensa jam¨¢s conocida es la libertad... de Televisi¨®n?.
Evidentemente, en un sistema democr¨¢tico es, te¨®ricamente al menos, perfectamente posible que un determinado partido en el Poder, sea el que sea, no est¨¦ siempre en el Gobierno, es decir, no est¨¦ siempre disfrutando del monopolio informativo del monopolio televisivo. Parece, pues, razonable que prevea esa contingencia.
Para la oposici¨®n, la cosa es m¨¢s grave. Porque la tal contingencia no es una contingencia, es una evidencia para el partido situado, nadie sabe por cu¨¢nto tiempo, en el, limbo televisivo de la TV` estatalizada, es decir, en la oposici¨®n ?destelevisada?.
?O es que una oposici¨®n piensa gobernar y se prefabrica el medio exclusivista para manejarla cuando gobierne?
En la vertiente econ¨®mica, indisolublemente ligada, por supuesto, a la anterior vertiente pol¨ªtica, televisi¨®n, a trav¨¦s de sus posibilidades de difusi¨®n social, es el m¨¢s poderoso medio de promoci¨®n comercial de productos y servicios jam¨¢s conocido en toda la historia del desarrollo comercial de la civilizaci¨®n. (Puerta por puerta, familia a familia.) Es por ello que en una sociedad econ¨®mica como la espa?ola, en el actual cr¨ªtico estadio de desarrollo, la supresi¨®n absoluta de la publicidad en televisi¨®n ser¨ªa una decisi¨®n re?ida absolutamente con la m¨¢s elemental realidad econ¨®mica. Un factor objetivo y subjetivo que apuntillar¨ªa nuestra actual crisis.
Creyendo que es mejor otro modelo de econom¨ªa social, esta apreciaci¨®n, a partir de aqu¨ª, no tiene sentido y deber¨ªamos debatirla ya bajo otros comienzos y desde otros supuestos. Pero aceptado lo que nos hemos dado democr¨¢ticamente como modelo econ¨®mico de desarrollo, al incidir este tipo inexcusable de actividad de promoci¨®n comercial, la publicidad, en un ¨²nico canal de televisi¨®n estatal, engendra, cuando menos, los tres fen¨®menos siguientes: .
a) Si el Estado pierde cada a?o ,algunas decenas de miles de millones de pesetas en el medio televisi¨®n (que se enjugan a trav¨¦s de las ayudas del presupuesto estatal), no es consecuente que las empresas anunciantes, es decir, las empresas mercantiles privadas, se ?beneficien? de esa p¨¦rdida disfrutando de una tarifa de publicidad subvalorada.
b) Por el contrario, si no hay tal subvaloraci¨®n y, como est¨¢ sucediendo ya y ahora, las tarifas se elevan pero la audiencia desciende, es la empresa privada la que est¨¢ ?subvencionando? (tributando v¨ªa publicidad) una cifra inadecuada para cubrir un d¨¦ficit de un ¨®rgano del Estado y lo est¨¢ haciendo sobre una organizaci¨®n en la que no tiene ni voz ni voto sobre si es o no id¨®nea su organizaci¨®n.
c) A mayor abundamiento, el ¨²nico canal de televisi¨®n estatal resulta que fuerza, por la raz¨®n de que tiene en el mercado de la publicidad una audiencia ¨²nica y exclusiva, fuerza una creciente tarifa publicitaria que resulta cada d¨ªa m¨¢s inasequible para empresas de tipo medio, con lo cual el propio Estado tiende a fortalecer la hegemon¨ªa de las ya desarrolladas y el desplazamiento de las empresas menos dotadas hacia campos de minusval¨ªa competitiva comercial.
Me permito, en fin, creer que si se examina desde todos estos pragm¨¢ticos condicionamientos la perspectiva m¨¢s razonable respecto a c¨®mo organizar este complejo fen¨®meno de la televisi¨®n, sin concesiones a ?dogmas ideol¨®gicos?, lo ver¨ªamos m¨¢s o menos con el siguiente escalonamiento de soluciones:
1.? Es razonable un canal de televisi¨®n del Estado que cubra todas las necesidades socioculturales que se crea no va a atender la empresa privada, incluyendo publicidad c¨ªvica e incluso socio-econ¨®mica de inter¨¦s p¨²blico y nacional.
2.? Que previa y consecuentemente se reglamentase de forma racional y progresiva la instalaci¨®n de canales privados que puedan ser constituidos de forma mixta, no solamente por inversores convencionales, sino con la participaci¨®n de otros medios de difusi¨®n, como la prensa, las revistas, la radio, de forma que pudiesen transvasar de la televisi¨®n a la prensa y a la radio beneficios financieros que permitiesen el sost¨¦n de los otros soportes que est¨¢n siendo en estos momentos objeto de una dura crisis econ¨®mica, literalmente mortal a medio plazo.
3.? Que una vez que se hubiese establecido el n¨²mero suficiente de canales privados que atendiese con su cobertura toda la compleja funci¨®n social, cultural, informativa y comercial que en una sociedad como la nuestra tiene encomendada la televisi¨®n, tan pronto como eso se produjese, la televisi¨®n del Estado dejase de ser un elemento de promoci¨®n mercantil de productos y servicios. Y que dejase de competir con los otros medios.
4.? Que esta viabilidad econ¨®mica a trav¨¦s de empresas privadas mixtas sea tambi¨¦n un modelo opcionalmente v¨¢lido para el desarrollo y la financiaci¨®n de canales en las ¨¢reas con Gobiernos de tipo auton¨®mico.
5.? Que estos canales privados tengan coherentemente determinadas y estrictas servidumbres socio-culturales que no son aqu¨ª objeto de enumeraci¨®n, pero que entre ellos figurase una reglamentaci¨®n muy definida respecto a la emisi¨®n de publicidad en tal forma que dicha publicidad no se convierta en un fen¨®meno impopular.
6.? Que todo ello se programe en el tiempo y en la forma de manera que no represente una perturbaci¨®n, sino una racionalizaci¨®n del problema y de las soluciones apuntadas.
7.?Que se libere, en fin, a treinta millones de ciudadanos de la uniformizaci¨®n televisiva, cambi¨¢ndola por la optativa.
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