De la tonadilla espa?ola a la novena de Mahler
Orquesta Sinf¨®nica de RTVE. Director: Eduardo Mata. Solista: J. L. Garc¨ªa Asensio. Obras de Orb¨®n, Mendelssohn y Moussorgsky-Ravel Orquesta Nacional. Director: Eduardo Mata. ?Novena Sinfon¨ªa? de Mahler.15 y 16 de diciembre.
Eduarto Mata, en su concierto con la Orquesta Nacional, nos trajo una partitura de Juli¨¢n Orb¨®n, de quien, si no me equivoco, no sonaban pentagramas en Madrid desde 1967, cuando en el Festival de Am¨¦rica y Espa?a se escuch¨® Monte Gelboe (1962-1966).Orb¨®n, hijo de espa?ol y nacido en Avil¨¦s (1926), form¨® en el c¨¦lebre Grupo Renovaci¨®n de La Habana, que dirigiera otro hispanocubano, Jos¨¦ Ardevol (1911), en compa?¨ªa de Gramatges, Pro, Hilario Gonz¨¢lez, Edgardo Mart¨ªn, Virginia Fleites y Gisela Hern¨¢ndez. Form¨® o, como escribe Alejo Carpentier, ?pas¨® por ¨¦l como un meteoro, siempre dispuesto a romper con todo y con todos?. Lo que es l¨®gico en quien piensa y dice que ?el hispanoamericano es un hombre situado ante la cultura con un radiante sentido de la libertad? (1963).
El Orb¨®n de dieciocho a?os se presenta en el concierto inaugural de Renovaci¨®n (enero de 1943) con dos canciones sobre textos de Garc¨ªa Lorca y una sonata Homenaje al padre Soler. Pasado el tiempo y las evoluciones, tras alg¨²n per¨ªodo netamente halffteriano, Orb¨®n, residente ahora en Estados Unidos, persiste en su admiraci¨®n y culto por Manuel de Falla, muy especialmente a trav¨¦s del Retablo y el Concerto. Huellas de tal fidelidad pueden advertirse en la Partita o en las Tres cantigas de Alfonso X el Sabio, que, con la Sinfon¨ªa, el Cuarteto, el Quinteto, el concerto grosso y la cantata Monte Gelboe, forman entre los m¨¢s importantes de un m¨²sico de instinto, hombre de cultura y esp¨ªritu buceador.
Entre los conocimientos de Orb¨®n est¨¢, sin duda, el de nuestro pasado musical, desde Alfonso el Sabio a Halffter, pasando por los cancioneros renacentistas y las tonadillas que estudiara y publicara Jos¨¦ Subir¨¢.
Esta m¨²sica, leve, castiza, italianizante a veces, prendi¨® su ¨¢nimo a mediados de los a?os cuarenta, por lo que decidi¨® componer el Homenaje a la tonadilla, que ha dirigido ahora Eduardo Mata. Se trata de un divertimento en cuatro movimientos breves, basados en Valledor, Castel y Mis¨®n, con un trozo final de libre invenci¨®n en aire de Buler¨ªas. Trabajo juvenil (ten¨ªa su autor veinte a?os), muestra un especial sentido para la transmigraci¨®n de lo popular y una capacidad asimilativa nada com¨²n, tanto de nuestros aires dieciochescos cuanto de quienes, pasados dos siglos, los trataron en lenguaje del momento.
La versi¨®n de Mata fue clara y garbosa, como brillante result¨® su traducci¨®n de los Cuadros de una exposici¨®n, si bien encontr¨¦ a la ONE, despu¨¦s de la tensi¨®n celibidacheana, con cierto aire de relajaci¨®n. Esto se not¨® bien en el mediano acompa?amiento del Concierto, de Mendelssohn, del que fue solista sobrio (acaso en demas¨ªa), seguro, afinado, musical, Jos¨¦ Luis Garc¨ªa Asensio, trasplantado desde hace a?os, a Londres y actual director de la magn¨ªfica Orquesta Inglesa de C¨¢mara. Solista y director recibieron cumplidos aplausos.
Inbal dirige Mahler
Cuando el c¨¦lebre ciclo mahleriano de la ONE, en 1971-1972, Eliahu Inbal dirigi¨® la d¨¦cima sinfon¨ªa (en la versi¨®n completada por Deryc Cook), que con la novena, que ha dirigido ahora a la RTVE, y la Canci¨®n de la Tierra forma el llamado Tr¨ªptico de la muerte, de Mahler. Schoenberg asegura que la ?novena? es la m¨¢s singular de las sinfon¨ªas mahlerianas. Adorno estudia con predilecci¨®n el adagio que ?posee el mismo tono de exuberancia que comporta el autosacrificio?. En Mahler, afirma, ?la m¨²sica supera el horror de las narraciones de Poe y las poes¨ªas de Baudelaire?. Ya Alban Berg hab¨ªa expresado a su mujer este sentimiento de ?presencia de la muerte? que advert¨ªa en la novena, despu¨¦s de experimentar el ?extraordinario amor, el deseo ardiente de vivir en paz y gozar profundamente de la naturaleza? que transparentan estos pentagramas ins¨®litos y premonitorios. Porque en la novena, desde su misma iniciaci¨®n, Mahler nos va a insinuar, con seguridad, lo que -evolucionado- iba a ser el lenguaje del futuro, bien que el orden de las ideas (siempre contradictorias en su jerarqu¨ªa art¨ªstica), la sustancia lieder¨ªstica, el talante dram¨¢tico, la inspiraci¨®n. instrumental, la larga elocuencia, la grandiosidad, se inscriban en el pensamiento y los procedimientos generales en toda la creaci¨®n mahleriana.
Acaso se acent¨²a aqu¨ª alguna caracter¨ªstica del compositor, como la se?alada, muy exactamente, por Boulez: ?Conciliar la minucia en el detalle y la grandeza en la intenci¨®n.? No es relevante que algunas ideas sean vulgares, pues junto a otras de mayor aliento forman parte del repertorio base, de un material significativamente ?crepuscular?. Lo fundamental est¨¢ en la ?transmutaci¨®n? de esas ideas al nuevo y original universo mahleriano. En la novena, por parad¨®jico que pueda aparentar, es un universo complejo, monumental, sencillo y hasta sint¨¦tico.
Obra de enorme dificultad, es seguro que el maestro Inbal no ha dispuesto del n¨²mero de ensayos necesario para trabajar como es debido la novena. Sin embargo, el indudable talento, la segura capacidad y la visi¨®n formal y expresiva del director, lograron resultados de gran eficacia. El p¨²blico entr¨® en la partitura y aplaudi¨® calurosamente a Inbal y a los flexibles y entregados profesores de la RTVE.
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