El gol 500 de Morena no sirvi¨® para nada
El gol quinientos de Fernando Morena no le sirvi¨® al Rayo para nada. Al final, y pese a que durante un largo per¨ªodo del encuentro es tuvo acariciando la victoria con las yemas de los dedos, el Valencia marc¨® las distancias y dej¨® bien sentado que tambi¨¦n en f¨²tbol hay clases.H¨¦ctor N¨²?ez, el ¨²nico uruguayo que habla valenciano, se conoce al Valencia a la perfecci¨®n; de ah¨ª que estudiara y encontrara la manera de frenar al equipo blanco para permitir al Rayo controlar el campo. Inicialmente lo logr¨®. La fulgurante salida del Valencia se tradujo en una bater¨ªa de c¨®rnerscedidos por la r¨¢pida y contundente defensa vallecana, que Kempes y Bonhoff botaban alternativamente desde uno y otro lado sin que ese abrumador dominio tuviera el acierto final en el remate. La seguridad de Mora, la disciplina de sus defensas, y el inteligente marcaje ordenado por H¨¦ctor N¨²?ez sobre Kempes, le permiti¨® al conjunto madrile?o salvar esos momentos de agobio.
El Valencia, que comandado por Bonhoff empujaba y apretaba al rival en su campo, no jugaba c¨®modo. El Rayo, con un f¨²tbol de pases cortos, con apoyos constantes entre sus hombres y sin ning¨²n complejo para contraatacar con rapidez y decisi¨®n, rompi¨® poco a poco el ritmo valencianista y fue imponiendo el suyo propio, m¨¢s lento, pero tambi¨¦n m¨¢s seguro. Tanco y Uceda se escalonaban perfectamente distribuy¨¦ndose el marcaje de Kempes por zonas. Custodio y Robles, ordenaban y serenaban el juego de su equipo en el centro. Clares, en una labor incansable, era el primer rompedor rayista, el que presionaba sobre los defensas y medios blancos, y luego pasaba a ser el primer atacante de su propio equipo.
El gol de Morena complic¨® a¨²n m¨¢s el panorama valencianista e hizo subir enteros al Rayo y su moral. Sin embargo, en la segunda parte, Alfredo Di Stefano le gan¨® la mano a su colega, sustituyendo a un medio, Castellanos, por un delantero, Jim¨¦nez. Aquel, una de las v¨ªctimas de la gastroenteritis generalizada que sufri¨® la plantilla blanca durante la semana, andaba muy escaso de fuerzas. Su baj¨®n lo notaba enormemente el conjunto y el entrenador tuvo que optar por bajar a Saura a la media, en su lugar. A partir de entonces el Valencia cambi¨®. Jim¨¦nez le dio m¨¢s garra y peligrosidad al ataque. Saura se convirti¨® en el motor y canalizador de esa fuerza desatada de la naturaleza que era Bonhoff. El Rayo, sorprendido y roto su molde de la primera mitad, se desconcert¨®. Llegaron en seguida los dos goles y ah¨ª se acab¨® el equipo vallecano. En ning¨²n momento, con el 2-1 en el marcador, dieron los visitantes sensaci¨®n de peligro. Si antes Alvarito y Marian se hab¨ªan quedado solos en un par de ocasiones ante Pereira, con el marcador desfavorable ya no tuvieron ni fuerzas ni ideas para repetir estas acciones.
Morena, anulado completamente por el internacional juvenil Tendillo, pas¨® inadvertido a lo largo del encuentro pese a ese hist¨®rico gol que logr¨® en falta en combinaci¨®n con la barrera. El tanto lleg¨® quiz¨¢ demasiado pronto para las aspiraciones del Rayo, que al final cay¨® ante la mejor clase y mayor peso espec¨ªfico del Valencia, que si no estuvo brillante individualmente, trabaj¨® a destajo como equipo. El Rayo uruguayo demostr¨® que sabe jugar, que tiene un marcado cariz suramericano en su forma de mover el bal¨®n, pero fue incapaz de mantener el tipo durante setenta minutos que a¨²n ten¨ªa por delante cuando marc¨® su gol. De cualquier forma, inquiet¨® y oblig¨® m¨¢s al Valencia que los restantes conjuntos que han pasado este a?o por Mestalla. Al final, sin ser una perita en dulce, se diluy¨® por completo engullido por un Valencia m¨¢s potente en todos los aspectos, que necesitaba la victoria como el aire que respira para hacer frente a ese intento de su directiva de los abonos especiales con los que mitigar su cochambrosa econom¨ªa.
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