Una cierta frustraci¨®n
Por desgracia el Festival Mundial del Circo no es este a?o el de otras ocasiones.El p¨²blico, que abarrota las localidades altas (alt¨ªsimas) del Palacio de los Deportes, otea las atracciones en curso para al final aplaudir y silbar en un contraste lleno de sugerencias.
El se?or Castilla, que monta todos los a?os este tinglado navide?o, suele tener buen gusto con las actuaciones que contrata, pero es posible que para seleccionar las de este a?o haya tenido que soportar, adem¨¢s, la competencia de los pa¨ªses ¨¢rabes, que comienzan a aficionarse al tema.
De esta manera, la cosa queda algo sosa, m¨¢s que nada, por la excesiva presencia de n¨²meros a¨¦reos, la falta de domadores de fieras y la de ilusionistas y un cierto confusionismo en el montaje.
Sin duda, entre esa superabundancia de n¨²meros a¨¦reos deb¨ªa surgir algo bueno, como de hecho ocurre. As¨ª, los Franconi (que act¨²an dos veces) no s¨®lo realizan algunas de las acrobacias trapec¨ªsticas m¨¢s limpias que se han visto por aqu¨ª, sino que poseen una est¨¦tica poco usual y francamente preciosa. Tambi¨¦n impresiona mucho Emmanuelle, que sobre un m¨¢stil de unos treinta metros realiza oscilaciones enormes y emocionantes. Han venido, asimismo, una representaci¨®n danesa en forma y figura de unos j¨®venes gimnastas que se lo hacen muy bien y muy colorista (salen otra vez para hacer como que bailan). Mr. Trevor se monta un numerito de salto con moto sobre varios coches, algo que pocas veces se habr¨¢ visto en recinto cerrado, y los Constantine, saltadores de b¨¢scula rumanos, hacen enormes torres de cinco. La gran pega es la falta de fieras, a no ser que se consideren como tales los osos de Jachy Anthoff, que evolucionan sobre la pista con la habitual falta de gracia y de originalidad que suele caracterizar a estos n¨²meros. Porque los tigres del circo Busch aparecen en su jaula para hacer bonito y como que se pelean, pero por all¨ª no aparece nadie para hacerles saltar o moverse con un m¨ªnimo de sentido. Una ruina. En cuanto a los payasos, personificados por Buby y Juby (tambi¨¦n equilibristas) o Pio Nock (tambi¨¦n equilibrista), no convencen casi en ning¨²n momento y los aullidos lobunos de este ¨²ltimo recuerdan demasiado (sin llegar) a los de Charlie Rivel, que debiera haber patentado el invento.
Hay alguna atracci¨®n m¨¢s, pero el p¨²blico echa en falta malabaristas y, sobre todo, ilusionistas, de tal forma que aquello quedaba pobre. Se supone que al final de su presentaci¨®n en Madrid se otorgar¨¢ un premio a la mejor atracci¨®n, que, sin duda, debieran llevarse los Franconi. Castilla no ha podido este a?o reunir un verdadero espect¨¢culo circense, sino una aglomeraci¨®n de atracciones excesivamente repetitivas. Es una l¨¢stima, pero s¨®lo queda esperar que el pr¨®ximo a?o el Festival Mundial del Circo no s¨®lo sea festival.
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