Subnormales, no
Con muy profunda emoci¨®n he le¨ªdo la carta publicada en ese peri¨®dico el d¨ªa 18 de diciembre corriente, bajo la r¨²brica indicada, suscrita por Felisa Sastre.Conozco bien la realidad de los clubes deportivos madrile?os y puedo afirmar que es frecuente la existencia en ellos de disminuidos ps¨ªquicos que participan de la vida y actividades sociales rodeados del comprensivo afecto de sus consocios. Quiz¨¢ porque se trata de deportistas que han adquirido esa humana madurez que el deporte imprime a quienes saben hacer de ¨¦l una actitud vital y no un simple culto al desarrollo del m¨²sculo.
Me indigna que un club con la tradici¨®n y prestigio del Canoe NC quiera expulsar de su seno a un hombre de 36 a?os, capacitado para una actividad deportiva, que no crea problemas de convivencia, simplemente porque los aspectos ingenuos de su car¨¢cter, derivados de la misma subnormalidad, no sean del agrado de algunos socios. ?Es que son insensibles al da?o que pueden hacer con esa medida a quien, teniendo la vida vac¨ªa del subnormal, se le priva de -tal vez- una de sus muy limitadas ilusiones?
Madrid
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