Un pol¨ªtico audaz
Francisco Manuel de Sa Carneiro, 45 a?os, abogado, es, a partir de ayer, el sexto jefe de Gobierno de Portugal desde las elecciones legislativas de 1976 y el octavo desde la revoluci¨®n de 1974. El nuevo primer ministro es el m¨¢s audaz de los pol¨ªticos portugueses.Es, con Mario Soares, y en un estilo totalmente opuesto, la mayor figura de la nueva clase pol¨ªtica portuguesa. Si el dirigente socialista hizo sus ?cursos pol¨ªticos? en la oposici¨®n ?legal al r¨¦gimen de Salazar y en la escuela de los grandes partidos socialistas de Europa occidental, y m¨¢s particularmente del SPD alem¨¢n, Sa Carneiro fue el protagonista, bajo el Gobierno de Marcelo Caetano, del m¨¢s importante intento de hacer evolucionar la dictadura desde el interior.
Elegido diputado a la Asamblea Nacional en 1969, Sa Carneiro encabez¨® la llamada ?ala liberal?, que intent¨® utilizar la tribuna legal para exigir el restablecimiento de las libertades democr¨¢ticas, el fin de la censura y el control de las actividades de la polic¨ªa pol¨ªtica del r¨¦gimen. La renuncia colectiva del grupo a sus esca?os en febrero de 1973 marc¨® el fracaso de este intento de evoluci¨®n de la dictadura hacia la democracia. Sa Carneiro no volver¨ªa a la escena pol¨ªtica hasta la revoluci¨®n de abril, que le permiti¨®, con sus antiguos colegas, constituir el Partido Democr¨¢tico Popular, m¨¢s tarde, PSD.
Su acci¨®n pol¨ªtica en la legalidad le permiti¨® desarrollar un estilo extremadamente personalista, que lo envolvi¨® en varias crisis e hizo de ¨¦l uno de los pol¨ªticos m¨¢s controvertidos del nuevo r¨¦gimen. Comprometido en el llamado ?golpe de Palma Carlos?, sufri¨® un eclipse tras el alejamiento de Sp¨ªnola de la presidencia de la Rep¨²blica. Obligado a abandonar la direcci¨®n de su partido, la actividad pol¨ªtica e incluso el pa¨ªs, se lleg¨® a pensar que su carrera pol¨ªtica estaba acabada. Pero su regreso, en agosto de 1975, es, al contrario, el inicio de una irresistible ascensi¨®n que lo lleva ahora a la posici¨®n sin precedentes de jefe de un Gobierno apoyado por una mayor¨ªa parlamentaria absoluta y de l¨ªder incontestado del m¨¢s importante partido portugu¨¦s por el n¨²mero de esca?os.
Jug¨® a fondo la carta del anticomunismo intransigente, no aceptando posiciones de conciliaci¨®n con el Partido Socialista m¨¢s que el tiempo suficiente para desmoronar las bases de equilibrio, a derecha e izquierda, del partido de Mario Soares. No vacil¨® en sacrificar la mayor parte de su grupo parlamentario en la C¨¢mara disuelta en septiembre de 1979. Rompi¨® con el general Eanes, al cual hab¨ªa sido el primero en proponer para la presidencia de la Rep¨²blica, pero, aparentemente, este forcejeo, al que los observadores pol¨ªticos llamaron muchas veces ?golpe suicida?, ha sido coronado con ¨¦xito: despu¨¦s de un intento de coalici¨®n con los socialistas, los ?moderados? dirigentes del CES acabaron por aceptar la l¨ªnea sacarneirista, aportando al PSD el refuerzo de sus votos y de sus apoyos internacionales.
Triunf¨® donde fracasaron la moderaci¨®n, la conciliaci¨®n, el esp¨ªritu ?abierto y dialogante? de un Mario Soares siempre enemigo de las soluciones radicales y de los enfrentamientos violentos.
No deja de causar sorpresa esta aparente contradicci¨®n en un pa¨ªs reputado ?de blando? y suave en sus modales, como Portugal.
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