La sombra de la guerra civil
La dimisi¨®n del Gobierno salvadore?o proyecta sobre esta Rep¨²blica centroamericana la sombra de la guerra civil, al haber fracasado la viabilidad pol¨ªtica de la junta c¨ªvico-militar que el pasado 15 de octubre derroc¨® al dictador Carlos Humberto Romero. La Democracia Cristiana y el Partido Comunista -englobado en la Uni¨®n Democr¨¢tica Nacionalista- mantuvieron su apoyo hasta el ¨²ltimo momento a la actual Junta de Gobierno, pero ahora lo han retirado ante la ingobernabilidad de un pa¨ªs polarizado por unas fuerzas armadas mayoritariamente opuestas al cambio y un pueblo cada vez m¨¢s galvanizado por las consignas de la extrema izquierda guerrillera.La experiencia de democracia controlada en El Salvador parece haber nacido muerta, ya que, hasta el momento, ninguno de los principales enunciados de la Junta de Gobierno ha podido verse plenamente materializado en cuanto a la democratizaci¨®n del pa¨ªs. La oposici¨®n de los militares con mando en el Ej¨¦rcito, de un lado, y el hostigamiento y la desconfianza de los sectores de la extrema izquierda, por otro, han deteriorado profundamente la viabilidad de un r¨¦gimen mixto en el que ni los civiles ni los militares han llegado al entendimiento, pese a sus intentos democratizadores encaminados a eludir un ba?o de sangre, cada vez m¨¢s cercano.
De fracasar completamente esta experiencia democratizadora moderada, fracasar¨ªa tambi¨¦n el proyecto de sus mentores pol¨ªticos en el interior y en el exterior del pa¨ªs, amalgamados ¨¦stos en torno al ala denominada blanda del Departamento de Estado norteamericano, en la que William Bowdler ha jugado un papel destacado respecto a El Salvador.
La pol¨ªtica de Washington ha variado en los ¨²ltimos a?os desde un apoyo amplio a los reg¨ªmenes dictatoriales de El Salvador, que se suceden en el pa¨ªs desde 1931 -con un impresionante saldo de represi¨®n sobre las organizaciones pol¨ªticas y sindicales- hasta una simultaneidad entre este apoyo y la elaboraci¨®n de un reformismo preventivo orientado a eludir que la llama revolucionaria prenda en este pa¨ªs al igual que en su vecino, Nicaragua, por el pertinaz mantenimiento de Anastasio Somoza.
En base a esta la pol¨ªtica exterior norteamericana respecto a Centroam¨¦rica encontr¨® vivas pol¨¦mica en su seno y, por fin, con una tenaz resistencia, se dio luz verde al proyecto salvadore?o, encarnado por la Junta de Gobierno, que expuls¨® del poder al general Carlos Humberto Romero, llegada al poder tras unas elecciones realizadas en febrero de 1977, cuyo flagrante fraude impidi¨® la victoria del coronel Eduardo Claramunt, encuadrado en la Uni¨®n Democr¨¢tica Nacionalista.
Estados Unidos aval¨® y conoci¨® previamente el golpe contra Romero y alter¨® sus restricciones al aprovisionamiento de armas a El Salvador -monopolizado por Israel-, como apoyo al nuevo r¨¦gimen. La situaci¨®n en este pa¨ªs no pod¨ªa ser m¨¢s desastrosa por sus condiciones estructurales, pese a su riqueza cafetalera, privilegiada en el mercado mundial. Treinta familias controlan m¨¢s del 45% de la producci¨®n y exportaci¨®n de este producto, en un pa¨ªs con 21.000 kil¨®metros cuadrados y algo menos de cinco millones de habitantes, bajo unas condiciones de vida mayoritariamente paup¨¦rrimas.
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