Un cl¨¢sico como fue

Cada vez que se presenta una obra cl¨¢sica se replantea el tema general del teatro cl¨¢sico, de c¨®mo traerlo hasta nosotros, de c¨®mo resaltar lo vivo y disfrazar lo muerto. Curioso pa¨ªs, en el que todo est¨¢ siempre sin terminar, hasta el pasado m¨¢s remoto. Fernando Fern¨¢n G¨®mez plantea un cl¨¢sico de los m¨¢s frecuentados, El alcalde de Zalamea, salvo licencias en la concepci¨®n y manipulaci¨®n del decorado, el planteamiento es directo y regular, con un prop¨®sito esclarecedor. Sin negar validez a todos los ensayos y experimentos de trabajo con los cl¨¢sicos, este trabajo de darlo con fidelidad a lo escrito y las intenciones de su autor ofrece un considerable descanso.Aparece la Espa?a del Renacimiento, fuera del barroquismo -aun siendo Calder¨®n su autor-, sus problemas sociales, su contextura moral, sus problemas de castas, sus arquetipos, su canto a la honestidad, su acepci¨®n de la justicia, el establecimiento del poder real, hasta la cuesti¨®n de la hidalgu¨ªa venida a menos. La direcci¨®n de Fern¨¢n G¨®mez ni siquiera ha subrayado todo ello: lo ha dejado vivir. Ha procurado que los medios humanos puestos al servicio del texto y la acci¨®n se correspondan con ¨¦l. Ha estudiado en profundidad su personaje: el ¨¦nfasis que tiene el arquetipo lo ha planteado con llaneza y sinceridad y ha logrado que sea distinto de los muchos ejemplos anteriores de interpretaci¨®n: m¨¢s humano, m¨¢s hombre en todas las escenas, sacando toda la dicci¨®n del verso sin desbaratarlo, pero sin convertirlo tampoco en una instrumentaci¨®n distinta del servicio de la obra.

Hay otros ejemplos interpretativos. El de Enma Cohen, en la misma l¨ªnea de humanidad; el de Gabriel Llopart; es aceptable la aportaci¨®n de Carlos Canut, la de Joaqu¨ªn Kremel, pasable la de Julio Sanchidri¨¢n, Marisa Tejada, Carmen Rossi. No todos los dem¨¢s llegan a la calidad m¨ªnima exigible. Es dif¨ªcil hoy conjuntar un reparto tan amplio, y la m¨¢s experta direcci¨®n no consigue sacar partido de quien parece negado para esa profesi¨®n.

El p¨²blico sigue con atenci¨®n, con inter¨¦s, una trama lejana, unos conflictos lejanos, pero cuya herencia gen¨¦tica y un cierto conservadurismo tradicional viven, aun en forma de caricatura, en el tiempo presente. Y el cl¨¢sico ve sus derechos de creaci¨®n defendidos en esta versi¨®n.