El Atl¨¦tico fue un nuevo dechado de desaciertos
El buen juego de la selecci¨®n espa?ola el pasado mi¨¦rcoles, en Vigo, debi¨® ser otro espejismo. La generalidad del f¨²tbol espa?ol ofrece demostraciones tan lamentables como la del encuentro Atl¨¦tico de Madrid-H¨¦rcules, del domingo. El equipo rojiblanco, que tampoco lo hab¨ªa hecho mal el pasado domingo ante la Real Sociedad -quiz¨¢ porque ¨¦sta jug¨® un encuentro cobarde hasta la saciedad-, fue un nuevo dechado de desaciertos. Aunque llev¨® siempre la iniciativa, jug¨® tan mal que para ganar a un modesto rival con s¨®lo diez hombres en toda la segunda parte necesit¨® de un gol en propia meta y de un discutible penalti. Los tres negativos del Atl¨¦tico de Madrid, su prolongada racha de mal juego, que le tiene situado en un mal lugar de la clasificaci¨®n, no parecen una casualidad. Para salir del bache en que est¨¢ metido no basta s¨®lo con el esfuerzo y la calidad de Dirceu. El domingo, ante un H¨¦rcules de Koldo Aguirre valiente y desconocido para los equipos visitantes al uso -plante¨® un 4-3-3 con aspiraciones ofensivas-, el centro del campo rojiblanco result¨® una especie de nebulosa a pesar del brasile?o. No fue que el reaparecido Marcial o incluso Robi le acompa?aran mal, sino que entre todos dieron la sensaci¨®n de que no hac¨ªan nada. Delante, adem¨¢s, salvo Rubio, tampoco ten¨ªan a, nadie. Aracil contuvo lo suficiente a Dirceu, mientras Baena y Vidal se alternaron con Marcial y Robi. Los centrocampistas alicantinos se bastaron para controlar a los rivales y dentro de.un juego el¨¢stico de todo el equipo, con facilidad para desdoblarse, el H¨¦rcules se permiti¨® el lujo de jugar con tres delanteros como m¨ªnimo. El gol vino de una falta, perd pod¨ªa haber surgido de otro contraataque como el que la provoc¨®.
El Atl¨¦tico, cuando su p¨²blico iba a empezar con las protestas, tuvo la: suerte de que le regalara el empate Giuliano. Hasta ese momento, la defensa del H¨¦rcules s¨®lo hab¨ªa pasado apuros por dos r¨¢pidas internadas de Quique, al que F¨¦lix no segu¨ªa. Jos¨¦ Antonio era el que ten¨ªa alg¨²n trabajo con Rubio, pero poca cosa. Ernesto no le dejaba tocar un bal¨®n al nulo Gonz¨¢lez, y Carcel¨¦n, muy seguro ante el movedizo Marcos (menos acertado que ante la Real) cometi¨® el grave error de protestar al ¨¢rbitro aunque tuviese raz¨®n. Con su expulsi¨®n le iba a poner m¨¢s en bandeja a¨²n el triunfo al rival.
El partido, sin embargo, aunque ya resultase dif¨ªcil, fue cada vez a menos. Si dos goles hab¨ªan sido demasiados en la primera mitad para las m¨ªnimas ocasiones de gol producidas por ambos equipos, en la continuaci¨®n,fue a¨²n peor. El Atl¨¦tico, que parec¨ªa haberse encontrado algo tras el empate -incluso Ernesto pudo volver a marcar en propia meta al despejar un bal¨®n desde el punto de penalti-, no fue capaz de mejorar ante un rival disminuido. La entrada de Bermejo por no solucion¨® nada -Cano s¨ª hubiese hecho falta-, la de Guzm¨¢n por Robi, l¨®gicamente, a¨²n menos. Zunzunegui supli¨® al te¨®rico delantero centro Moyano para ocupar la plaza de Carcel¨¦n, y tambi¨¦n contuvo a Marcos. Rubio hizo ya bastante con forzar ?su? penalti de turno, que iba a ser el de la victoria.
Incluso con diez hombres, un cabezazo de Ant¨®n, cinco minutos despu¨¦s del segundo gol atl¨¦tico, roz¨® el poste derecho de Navarro. El miedo a un empate, que hubiese supuesto el cuarto negativo, h?zo jugar de forma lamentable al equipo rojiblanco. Lleg¨® a defender hasta con seis hombres frente a s¨®lo dos atacantes, y ni Quique, ni Ruiz, ni Pereira subieron al ataque para remachar el triunfo y la tranquilidad. S¨®lo tras una falta, Amador salv¨® magn¨ªficamente un cabezazo de Bermejo. Ni unajugada ligada, ni un pase bien hecho. Las palmas de tango y los pitos entre los que acab¨® un partido tan malo fueron elocuentes.
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