Recital del clavecinista holand¨¦s Van Asperen
Dentro de la nada desde?able temporada musical madrile?a, los recitales ofrecidos por el clavecinista holand¨¦s Van Asperen, en la Facultad de Filosofia y Letras, y en el ciclo ?El padre Soler y su tiempo?, que organiza el Conservatorio, han constitu¨ªdo un verdadero acontecimiento. Contra viento y marea, y a menudo gracias a iniciativas particulares, vamos poni¨¦ndonos al d¨ªa en el apasionante mundo de la interpretaci¨®n de la m¨²sica barroca, dentro del cual Bob van Asperen es ya, pese a su juventud, figura clave.Asperen, uno de los m¨¢s importantes disc¨ªpulos de Gustav Leonhardt, hizo su presentaci¨®n en Espa?a en el curso de M¨²sica barroca y rococ¨®, de El Escorial, el pasado mes de agosto, y ahora ha confirmado en Madrid su alt¨ªsima categor¨ªa. Uno de sus m¨¦ritos -y no el menor- fue la confecci¨®n de un programa formado, desde el principio hasta el final, por excelente m¨²sica, en gran parte poco conocida. Una de las principales virtudes de Asperen es la perfecci¨®n de la articulaci¨®n, que consigue de modo magistral la continuidad sonora, gracias a lo cual su sonoridad es de una asombrosa blandura y ductilidad; como su maestro, Leonhardt, Van Asperen consigue hacer horizontal lo que parece imposible (?qu¨¦ maravilla la toccata de Frescobaldi!), nos hace o¨ªr cada voz con independencia y absoluta flexibilidad, y esta es -la flexibilidad- otra de sus grandes virtudes: su perfecto empleo del rubato barroco hace del clave un instrumento tan expresivo como cualquier otro; gracias a ¨¦l la ag¨®gica es tan clara o m¨¢s que en. cualquier instrumento, y el oyente no echa para nada en falta la dimensi¨®n din¨¢mica de la que el clave carece, puesto que el efecto producido por esta din¨¢mica se ha conseguido perfectamente por otro camino. Gracias a la flexibilidad, Van Asperen consigue dar sentido a las frases de Sweelinck, que brotan henchidas de tensi¨®n, antag¨®nicas de las interminables retahilas de notas que tan a menudo se escuchan. En el tercero de los autores interpretados, Antoine Forqueray, el clavecinista holand¨¦s nos present¨® al barroco franc¨¦s en toda su profundidad, opuesta por completo a la edulcorada visi¨®n de esta m¨²sica como el reino de le petit rien y la bagatelle.
Obras de Sweelinck, Frescobaldi, Forqueray y J
S. Bach. Bob van Asperen, clave.Real Conservatorio de M¨²sica de Madrid. D¨ªa 7
Por ¨²ltimo, pudimos escuchar una excelente versi¨®n de la Cuarta partita, de Bach. En la obertura francesa inicial, Asperen lleva el estilo point¨¦ a su m¨¢xima incisividad, toc¨¢ndolo sorprendente mente m¨¢s pr¨®ximo a la inestabilidad que a la solemnidad reposada. En la allemande, tocada en el estilo de allemande grave propio del plainte barroco, alcanz¨® uno de los momentos mejores de la velada. Entre los muchos aciertos podr¨ªamos citar la hermosa ambivalencia r¨ªtmica (entre el 3/2 y el 6/4) de la courante, la claridad de las hemiolias del minueto o la gracia del aria.
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