De Gorki a Alcalá
Desde hace tiempo, los medios de comunicación social vienen insistiendo en relatarnos las dificultades por las que atraviesa el destacado científico Sajarov, motivadas por sus declaraciones que se separan de la doctrina vigente en la URSS. Una víctima más de los regímenes no democráticos, que permanecen merced al abuso sistemático de la represión y la censura, sin posibilidad para la libre expresión ciudadana. En todo el llamado mundo libre se producen a diario, por parte de las más altas instituciones y grupos de intelectuales, declaraciones que denuncian la violación de los derechos humanos en la persona de Sajarov. Apoyo y suscribo todas las iniciativas que colaboren a desterrar violencias de esta índole.Por todo lo anterior, una vez enterada del encarcelamiento de un ciudadano espa?ol que había hecho declaraciones a una popular revista, esperé que de inmediato se produjera el clamor universal de protesta. Pero sólo se percibe un espeso silencio. Las más altas instituciones, los intelectuales, los medios de difusión han enmudecido.
Sí la respuesta a una apasionada defensa de la democracia, dentro de un sistema democrático, es la cárcel y el silencio, cabe pensar si aquí lo peligroso será moverse dentro del nuevo marco constitucional, y prudente hacerlo por los viejos caminos.
Claro que se trata de un hombre corriente. No es premio Nobel, ni científico, artista, o simplemente conocido. Imagino que ni siquiera es muy alto y su apellido no tiene resonancias wagnerianas.
Me avergüenza que sea una ama de casa quien tenga que recordar que en una cárcel de Alcalá de Henares, a miles de kilómetros de Gorki y rodeado de la más absoluta indiferencia, se pudre un poco un capitán de caballería que se llama José Luis Pitarch.
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