La "otra" depuraci¨®n de la polic¨ªa
LA RUPTURA pol¨ªtica llevada a cabo por el poder establecido del antiguo r¨¦gimen con la colaboraci¨®n de la oposici¨®n democr¨¢tica llevaba impl¨ªcito el pacto, siempre respetado, de que la transici¨®n a la democracia no con llevar¨ªa depuraciones pol¨ªticas. Aun cuando fueran los menos responsables, por cuanto eran meros ejecutores de ¨®rdenes, las fuerzas de seguridad del antiguo Estado y particularmente la Brigada Pol¨ªtico-Social hab¨ªan temido. ver en precario sus puestos de trabajo, como fruto de alg¨²n tipo de inexistente represalia. Sin duda, el recuerdo de lo sucedido con la PIDE (Polic¨ªa Internacional de Defensa del Estado), a ra¨ªz del 25 de abril portugu¨¦s, tuvo que pesar seriamente sobre la conciencia de aquellos polic¨ªas espa?oles que se distinguieron por su dureza en la represi¨®n de las libertades y su desprecio hacia los derechos humanos m¨¢s elementales. No era para menos, cuando bastantes de los nuevos personajes de la pol¨ªtica democr¨¢tica hab¨ªan sido perseguidos, maltratados, e incluso torturados, por funcionarios de la ?social?. Aquello est¨¢ olvidado en funci¨®n de una amnist¨ªa que lo fue para todos: para los que subvertieron leyes inicuas y para los que se ampararon en ellas o en el clima general de la autocracia para cometer otros execrables delitos sancionables desde la ¨¦tica o desde lo que se entiende por derecho de gentes.
A este respecto llaman a alarma p¨²blica los ¨²ltimos y nos tememos que los pr¨®ximos nombramientos de altos cargos de la polic¨ªa del Estado. En ellos se advierte una imparable ascensi¨®n a puestos de m¨¢xima responsabilidad de antiguos polic¨ªas, destacados anta?o por su fervor antidemocr¨¢tico, nunca acompa?ado de grandes dosis de capacitaci¨®n profesional. Para nadie es un arcano policial lo f¨¢cil que resultaba detener durante el r¨¦gimen anterior a los militantes de los partidos democr¨¢ticos y lo dif¨ªcil que hoy d¨ªa resulta el apresamiento de los terroristas. Nada habr¨ªa que objetar, sin embargo, a esta ascensi¨®n profesional de los antiguos responsables de la Brigada Pol¨ªtico-Social, de no ser porque sus ascensos se est¨¢n contrapeando con otros ceses o innecesarios ?aparcamientos en la jubilaci¨®n? de funcionarios de la polic¨ªa distinguidos por una profesional¨ªdad apartidista y por una notable capacidad para detener a los terroristas anticonstitucionales de uno u otro signo. Y para detenerlos vivos.
La depuraci¨®n pol¨ªtica que inteligentemente fue desechada en su d¨ªa (aunque un cuerpo como el policial hubiera necesitado de una depuraci¨®n por motivos profesionales), ?est¨¢ produci¨¦ndose ahora, a cuatro a?os vista, pero al rev¨¦s y solapadamente? Hay m¨¢s de un motivo para temerlo as¨ª. Los polic¨ªas que detienen a los criminales pol¨ªticos o que no ocultan su acatamiento y hasta su satisfacci¨®n constitucional son derivados hacia v¨ªas profesionales muertas o jubilados con un rigorismo legal que no se sigue en otros casos. Sus puestos, curiosamente, van siendo ocupados por polic¨ªas que, como m¨ªnimo, tienen un pasado pol¨ªtico dudoso y que adem¨¢s carecen de un historial profesionalmente brillante.
Puede que estemos viendo fantasmas. No lo parece, a tenor de las disensiones que, se est¨¢n produciendo ahora mismo en el seno del Cuerpo Superior de Polic¨ªa acerca de los nuevos nombramientos, su propio asociacionismo y el profesorado de las nuevas escuelas de polic¨ªa; a m¨¢s de los p¨²blicos y notorios enfrentamientos entre las dos principales brigadas.
Si los hechos responden a los s¨ªntomas resultar¨¢ que los pol¨ªticos del antiguo r¨¦gimen, que se han empe?ado en pilotar la democracia, han decidido adem¨¢s que la polic¨ªa de la dictadura sea la de la libertad. Esto puede tener alguna l¨®gica si se miran los historiales pol¨ªticos de algunos sectores de UCD. Pero es la l¨®gica que nos conduce en directo al suicidio pol¨ªtico y a la destrucci¨®n del actual sistema.
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