Jos¨¦ Luis Aranguren pronunci¨® una de sus ¨²ltimas lecciones universitarias
El profesor Jacobo Mu?oz lament¨® su "injustificada" jubilaci¨®n
En el sal¨®n de grados de la facultad de Filosof¨ªa y Letras de la Universidad Complutense termin¨® el cielo sobre Herbert Marcuse, organizado y dirigido por el profesor Jacobo Mu?oz, con una de las ¨²ltimas lecciones magistrales del profesor Jos¨¦ Luis Aranguren. El profesor Mu?oz, en la presentaci¨®n del acto, se?al¨® la ejemplaridad de la obra de Aranguren y le llam¨® maestro de la ¨¦tica, y lament¨® su injustificada y prematura jubilaci¨®n.
El profesor Aranguren comenz¨® su lecci¨®n sobre Marcuse se?alando que, aunque ¨¦ste resalt¨® como una gran figura de la escuela de Francfort, su originalidad filos¨®fica es dudosa. Sin embargo, su prestigio como pensador y l¨ªder de la juventud tuvo resonancias universales.Mientras la experiencia de los dem¨¢s fil¨®sofos de la escuela de Francfort es europea, la de Marcuse, no hay que olvidarlo, es americana. As¨ª como Marx y Engels fueron testigos de la primera revoluci¨®n industrial -recu¨¦rdese el bello libro de Engels La situaci¨®n de la clase obrera en Inglaterra-, Marcuse asiste en Estados Unidos al triunfo de la tercera revoluci¨®n industrial. En este sentido observa la integraci¨®n del proletariado americano al sistema capitalista, su progresivo aburguesamiento, y extrae las consecuencias de este fin del mesianismo revolucionario de los obreros industriales, buscando una sustituci¨®n en el movimiento estudiantil y en las minor¨ªas marginadas, como los negros, chicanos, etc¨¦tera. Tales son para el profesor Aranguren las ra¨ªces socioecon¨®micas de la filosof¨ªa de Marcuse.
La obra de Herbert Marcuse tiene dos caras: por un lado, cr¨ªtica a la URSS y al sistema sovi¨¦tico, y por otro, al capitalismo monopolista de Estados Unidos. En su obra El marxismo sovi¨¦tico comienza por establecer la distinci¨®n, de origen marxista, entre el inter¨¦s inmediato y el inter¨¦s real de las clases sociales. As¨ª, el sistema sovi¨¦tico, fiel al postulado de Lenin de que los obreros son por naturaleza reformistas, se gu¨ªan por intereses inmediatos y no son revolucionarios. En consecuencia, el r¨¦gimen socialista ruso convierte el inter¨¦s real en una moral de la eficacia y de la productividad, aproxim¨¢ndose a las normas del capitalismo.
A este respecto, el profesor Harich, en un reciente libro, afirma que en todo sistema socialista real o so?ado la supremac¨ªa del principio de eficacia es tan inevitable como en el capitalismo, y que s¨®lo un comunismo austero, igualitario a lo Babeuf, podr¨¢ superar esos reg¨ªmenes transitorios que son el capitalismo socializante o el socialismo capitalista.
La obra m¨¢s importante y significativa de Marcuse para el profesor Aranguren es Eros y civilizaci¨®n. En sus primeros cap¨ªtulos formula una cr¨ªtica del principio de realidad de Freud por considerar que desemboca en la admisi¨®n del rendimiento del trabajo como ¨²nico criterio v¨¢lido, y que lleva a una sovietizaci¨®n del alma humana. Luego, en m¨¢s all¨¢ del principio de la realidad, reafirma el principio del placer, incita al cumplimiento de todos los deseos, lo que llama Aranguren, en una bella y exacta definici¨®n, ?un pansexualismo est¨¦tico?. Lograr una sublimaci¨®n no represiva es la dif¨ªcil tarea del hombre, que solamente puede realizarse por una dial¨¦ctica rec¨ªproca del canto y del juego.
Orfeo y Narciso, a trav¨¦s de la influencia de Rilke y de Val¨¦ry, simbolizan la sublimaci¨®n est¨¦tica para Marcuse. En efecto, en sus Sonetos a Orfeo, Rilke celebra la sublimidad del canto terrestre, que despu¨¦s de enlazar y unir todos los frutos de la tierra se eleva por encima de s¨ª mismo y lanza un mensaje al vac¨ªo c¨®smico. Igualmente, Val¨¦ry refleja po¨¦ticamente la contemplaci¨®n est¨¦tica, gozosa, de la propia imagen inmutable que Narciso mira despavorido y asombrado. As¨ª, la libido se satisface y regocija sin suprimirse, cumpli¨¦ndose el secreto fin de todo erotismo, la fusi¨®n del mundo y del yo. Marcuse cre¨ªa en la felicidad humana que nos aporta la abundancia y en su deformaci¨®n y manipulaci¨®n, operada por el sistema capitalista californiano, puesto que ¨¦l sediment¨® su pensamiento en esta tierra de promisi¨®n.
El hombre unidimensional es el fruto de una reflexi¨®n cr¨ªtica sobre la manipulaci¨®n del hombre por un sistema perfectamente organizado. As¨ª aparecen nuevas formas de la alienaci¨®n humana, la libertad sexual como represi¨®n permisiva, el sentido tecnol¨®gico de la ciencia, la sumisi¨®n al aparato del Estado, la vileza y la esclavitud colectiva, querida y voluntaria. All¨ª acu?a Marcuse la palabra contestaci¨®n como oposici¨®n o rechazo global al sistema. En sus obras ¨²ltimas, como el Final de la utop¨ªa, Marcuse cree, como buen optimista que era, en la realizaci¨®n pr¨®xima de la utop¨ªa y de la felicidad humana.
Por ¨²ltimo, el profesor Aranguren manifest¨® que la obra de Marcuse, aunque no era filos¨®ficamente original, constitu¨ªa un ejemplo de fil¨®sofo combativo y militante, que no se encerr¨® nunca, como otros desde?osos especuladores fantasmales, en una torre de marfil y que crey¨® siempre: posible la transformaci¨®n del mundo.
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