Homenaje a Carlo Levi
Cristo se detuvo en Eboli. No sigui¨® m¨¢s all¨¢, olvidando una Lucania entre el cielo y la tierra, tan seca y luminosa como envuelta en sus propias ruinas y miserias. Tan dura era en ella la vida que Mussolini la eligi¨® para destierro de sus enemigos pol¨ªticos e intelectuales, como Carlo Levi, que en uno de sus pueblos vivi¨® casi tres a?os.Escritor y pintor, adem¨¢s de m¨¦dico, Lucania le hizo acercarse a una realidad seguramente adivinada, pero no conocida en profundidad. De su estancia entre aquellas gentes qued¨® un relato, apenas un apunte de biograf¨ªa, en el que la cr¨ªtica de la peque?a burgues¨ªa de provincias llegaba m¨¢s, all¨¢ de las someras formas primitivas. Esta especie de l¨ªrico diario ha servido ahora para que Francesco Rossi nos ofrezca un filme demasiado largo, demasiado prolijo y -sobre todo en la primera parte- un tanto recargado. Ser¨ªa interesante conocer la versi¨®n para televisi¨®n, en la cual quiz¨¢ los episodios divididos vengan a compensar su excesiva lentitud y metraje. Toda esa primera mitad, es decir, casi una hora prolongada, parece un excelente documental etnol¨®gico, que en la segunda se decide al fin por un tipo de narraci¨®n m¨¢s expl¨ªcita. Desde la presentaci¨®n, la historia no toma dimensi¨®n dram¨¢tica porque su mezcla de documento y narraci¨®n le presta un tono equ¨ªvoco. Gian Maria Volonte interpretando a Carlo Levi no convence, no llegamos a identificamos con ¨¦l en sus paseos solitarios, con su actitud blanda y pasiva de perpetuo sonre¨ªr, escuchar o asentir, rodeado de un vago paternalismo. Incluso sus palabras pensadas o expresadas a solas suenan m¨¢s al libro que a la ficci¨®n que presenciamos, basta que, ya mediado el filme, aparece la historia verdadera. De todos modos, sus dudas y postrer decisi¨®n, por razones obvias, se hallan mejor expresadas en el libro. Aqu¨ª son meras conversaciones a las que un Volonte distante no consigue prestar el rigor de las propias convicciones. Quiz¨¢ el pecado principal de esta pel¨ªcula haya sido, como tantas veces, el de ser demasiado fiel. Siempre a medias entre la fantas¨ªa y el mundo en tomo, entre las gentes que se adivinan ciertas y los actores que interpretan, al p¨²blico le resulta dif¨ªcil reconocer la historia en s¨ª, m¨¢s all¨¢ del reflejo animado de la misma.
Cristo se detuvo en Eboli
Direcci¨®n: Francesco Rossi. Gui¨®n: Francesco Rossi, Tonino Guerra, Raffaele la Capria, seg¨²n la novela del mismo t¨ªtulo original de Carlo Levi. Fotograf¨ªa: Pasqualino de Santis. M¨²sica: Piero Piccioni . Int¨¦rpretes: Gian Maria Volonte, Paolo Bonacelli, Alain Cuny, Lea Massari, Irene Papas, Fran?ois Simon. Dram¨¢tico. Italia-Francia. Local de estreno: Alphaville I
Y, sin embargo, esos mismos actores, fotograf¨ªa y m¨²sica brillan como suelen en los filmes de Rossi, que incluye esa secuencia estupenda en la que las palabras del Duce resuenan sobre un fondo de montes desolados.
Acerca de la oportunidad de esta pel¨ªcula no se entienden muy bien las razones de Rossi ni su inter¨¦s por acercarnos a unos a?os lejanos. No es preciso remontarse a Levi para contar problemas de la actual emigraci¨®n de genocidio cultural, o del se?uelo de Mil¨¢n y Tur¨ªn en el ajeno Norte. Sobre profesionales o intelectuales m¨¢s o menos relacionados con las m¨ªseras ¨¢reas rurales todos hemos escrito libros. Volver a repetirlos so pretexto de posibles paralelismos, aparte de in¨²til, podr¨ªa resultar, a la postre, cierto tipo de evasi¨®n art¨ªstica e hist¨®rica cuando esos mismos problemas est¨¢n ah¨ª, con nombres, siglas y cifras, al alcance de la mano.
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