La selecci¨®n espa?ola sigue sin br¨²jula
La selecci¨®n espa?ola carece de br¨²jula. Es una nave en deriva absoluta. Vistos los ¨²ltimos resultados y, lo que es peor, la penosa inpresi¨®n que se causa ante cualquier adversario, hay que empezar a preguntarse si merece la pena acudir a la fase final de la Eurocopa, o si no merecer¨ªa la pena enviar un equipo aut¨¦nticamente experimental y pensar en el Mundial-82 para disimular el fracaso que se prev¨¦. Ante Checoslovaquia se roz¨® el rid¨ªculo. Se salv¨® la cara con el empate, pero el desarrollo del juego fue, una vez m¨¢s, de una mediocridad asustante.En el primer tiempo se fragu¨® el desastre por el sistema dejuego que emplearon los checoslovacos. Sus cinco hombres claves, Panenka, Berger, Masny, Janecka y Nehoda, lograron crear un aut¨¦ntico desconcierto en el centro del campo espa?ol y sobre todo en la zaga, sin que ¨¦sta, que no tuvo claros sus marcajes en ning¨²n momento, pudiera evitarlo. Migueli se perdi¨® en su persecuci¨®n del delantero centro, que le hizo bascular hacia la derecha del campo; Ur¨ªa quiso ir tras Nehoda y no le encontr¨® por ninguna parte; a Gordillo se le colaron por su banda cuando lo intentaron y solamente la serenidad de Alexanco y la seguridad de Arconada impidieron una mayor ventaja checa.
Panenka lleg¨® al ¨¢rea espa?ola por la posici¨®n del¨ªnterior izquierdo sin nadie que le vigilara expresamente. Del Bosque, dedicado a menesteres de supuesta creaci¨®n de juego, no consigui¨® echarle la vista encima. Panenka, en el primer per¨ªodo, tir¨® a gol en siete ocasiones y se convirti¨® en el artillero m¨¢s peligroso, pese a que dispar¨® desde fuera del ¨¢rea casi siempre.
Espa?a dedic¨® sus afanes al ya habitual antif¨²tbol de los ¨²ltimos tiempos. Aunque laincorporaci¨®n de Quini proporcion¨® durante un cuarto de hora alguna emoci¨®n por su voluntariosa actitud, todo qued¨® en intentos vanos. Dani y Juanito, una vez m¨¢s, resultaron incompatibles. El madridista, con el once a la espalda, se escor¨® hacia su querencia derechista y el intercambio de posiciones con el bilba¨ªno no surti¨® efecto alguno. Ambos, la mayor¨ªa de las ocasiones, se situaron en el centro de la delantera, y, por tanto, el juego por las alas fue imposible. Dani hizo algunos intentos, pero no encontr¨® apoyo.
Juanito fracas¨® de nuevo en la selecci¨®n. Su situaci¨®n c¨®moda de media punta le permiti¨® cuatro caracoleos in¨²tiles y nada m¨¢s. Su individualismo le impidi¨® toda posibilidad. Los checoslovacos se escalonaron bien y supieron cortar con prontitud sus escarceos.
En el segundo tiempo, tras el esperanzador empate, nuevos fallos de marcaje cortaron pronto la alegr¨ªa. La selecci¨®n espa?ola, aunque puso coraje individualmente, sigui¨® sin efectuar un f¨²tbol colectivo y coordinado. Mientras los checoslovacos continuaron cediendo el bal¨®n al primer toque y en profundidad para sorprender por rapidez a la defensa, los espa?oles persistieron en los cuarenta pases horizontales, para llegar al ¨¢rea contraria. Los checolosvacos eran s¨®lo once, pero parecieron siempre m¨¢s. No dejaron desmarcado ning¨²n contrario y se encontraron siempre en los contragolpes a alguno avanzado en posici¨®n ventajosa.
El f¨²tbol espa?ol est¨¢ cada d¨ªa m¨¢s adocenado. Es menos vivaz. Se ha perdido hasta la repentizaci¨®n espor¨¢dica. Para colmo de males, los hombres con m¨¢s clase fueron imprecisos en el pase. Los contrarios no tuvieron apenas dificultades para destruir lo poco que se intent¨® crear.
A partir del empate a dos la defensa espa?ola tom¨® mayores precauciones y se repleg¨® m¨¢s arm¨®nicamente para evitar males mayores. Los cambios efectuados por los visitantes facilitaron la labor. Los checoslovacos perdieron facilidad para el contragolpe con la inclusi¨®n de los suplentes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.