Jean Paul Sartre, enterrado en el cementerio de Montparnasse
El cad¨¢ver de Jean Paul Sartre, el fil¨®sofo, escritor y hombre de acci¨®n fallecido el pasado martes, fue acompa?ado ayer por unas, 60.000 personas desde el hospital Broussais hasta el cementerio de Montparnasse. Emoci¨®n, gravedad, silencio, flores, alguna escena de histeria, desvanecimientos m¨¢s o menos serios y un accidente desgraciado presidieron el recorrido final del hombre de Los caminos de la libertad.
A las catorce horas de ayer, la familia del fil¨®sofo hab¨ªa citado delante del hospital Broussais a todo el que deseara acompa?ar su cad¨¢ver ?a t¨ªtulo personal?, excluyendo as¨ª toda ceremonia externa. Desde las primeras horas de la tarde, miles y miles de personas se hacinaban a lo largo de la calle Didot, en la que est¨¢ ubicado el hospital en el que muri¨® el escritor. Una mujer rubia, delante de la puerta por la que va a salir el cortejo f¨²nebre, llora sin cesar con una rosa roja en la mano. Despu¨¦s, al aparecer el cad¨¢ver de Sartre, iba a protagonizar el primer desmayo.Los actores Ives Montand y su mujer Simone Signoret apenas resisten los apretuiones y el quehacer de los fot¨®grafos. Llega el l¨ªder socialista Michel Rocard y los flashes redoblan. Alguien, inc¨®modo, interroga cruelmente a Rocard, ??Ha venido al entierro o a hacerse fotografiar?? El precandidato a la presidencia de la Rep¨²blica: ??Qu¨¦ quiere usted que haga yo??. Ives Montand sonr¨ªe y, c¨®mplice, cambia de tema y le dice a Rocard: ?El que tiene que estar contento es Kanapa? (dirigente importante del partido comunista y tutor de los intelectuales de ese partido, enemigo a muerte de Sartre, y fallecido hace dos a?os escasos). Juliette Greco, la musa sartriana de Saint Germain des Pres, se suma a la muchedumbre, y el actor Frangois Perier y Frangoise Sagan, y el fil¨®sofo Michel Foucault, y la abogada Gisele Halimi, y la disidente comunista y escritora Hele Parmelin.
Por fin se abre la puerta principal del hospital, y, en primer lugar, aparece una furgoneta cargada de coronas y flores. Destacan dos dedicatorias: las de la editorial Gallimard, que publica los libros de Sartre, y la de Liberation, el diario marginal en cuya fundaci¨®n colabor¨®. Detr¨¢s aparece el coche f¨²nebre: en la parte trasera, el ata¨²d en el que reposa el cad¨¢ver de Sartre, y en la delantera, cuatro mujeres: Simone de Beauvoir, su hermana, otra se?ora de la familia y la hiia adoptiva del fil¨®sofo. Alg¨²n grito, en forma de quejido, atraviesa el cielo algodonoso parisiense. El cortejo se moviliza y camina al comp¨¢s que marca el coche f¨²nebre a trav¨¦s de avenidas y calles del XIV distrito parisiense, en el que Sartre pas¨® la mayor parte de su vida y en el que se encuentra el cementerio de Montparnasse. En cada encrucijada, en cada bocacalle, afluyen masas de gentes an¨®nimas; de toda condici¨®n y edad. Muchos padres llevan a sus hijos en jarras. Mujeres, hombres y ni?os le ofrecen flores, desde las aceras, al cad¨¢ver de Sartre. El silencio y la par¨¢lisis en todo el barrio es casi total. La circulaci¨®n, como durante los viajes de jefes de Estado, se ha desviado.
Simone de Beauvoir, en el coche f¨²nebre, ap¨²enta serenidad y de cuando en cuando, dialoga con su hermana. La hija adoptiva, como una esfinge triste, mira hacia el infinito sin pesta?ear. Al cabo de tres horas, la masa inmensa llega al cementerio, tomado literalmente por millares de personas que borran los mausoleos, tumbas y panteones. Cada cual desea ver o vivir el ¨²ltimo cap¨ªtulo de la estancia de Sartre en el mundo de los vivos. Y en este momento se produjo el accidente m¨¢s grave: un se?or cay¨® en la fosa, provisional, cimentada y an¨®nima, en la que iba a ser depositado el cad¨¢ver de Sartre pocos momentos despu¨¦s. Terminada la ceremonia, el silencio contin¨²a, pero se escuchan conversaciones en franc¨¦s, ingl¨¦s, espa?ol, japon¨¦s. Sartre ya reposa a pocos metros de la tumba de Baudelaire y de la actriz Jean Seberg, que se suicid¨® el a?o pasado. Sus cenizas volver¨¢n a este cementerio tras la incineraci¨®n, en el Pere Lachalse, el pr¨®ximo mi¨¦rcoles.
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