Herido Pepe Luis, el arte fue la gran a?oranza
Las ilusiones de la novillada de la expectaci¨®n quedaron rotas casi desde el principio, pues Pepe Luis V¨¢zquez result¨® cogido en los lances de capa. Hab¨ªan sido unos lances de toma y daca. El novillo, muy codicioso, desarrollaba genio, y casta el torero, quien ganaba terreno a cada ver¨®nica. Al apuntar la media, la fiera le volte¨® violentamente. Pepe Luis, nos pareci¨®. que muy sereno, a pesar de que estaba evidentemente herido, con la seda de la taleguilla destrozada a la altura de las ingles, se retir¨® al burladero y desde all¨ª lo trasladaron las asistencias a la enfermer¨ªa.La Maestranza estaba abarrotada. Pepe Luis, que ser¨¢ figura o no -la profec¨ªa, en estos casos, nos parece un deporte in¨²til-, ha tra¨ªdo la esperanza del arte; ese arte ins¨®lito que el pasado s¨¢bado reverdeci¨® generosamente Curro Romero. En estos tiempos taurinos donde los valores se cuentan por contratos y pesetas, y las calidades toreras por n¨²mero de pases (o m¨¢s bien de derechazos), un torero que vuelca el arte y el sentimiento en la interpretaci¨®n de las suertes es como un mirlo blanco; un tesoro que, si fuera posible, deber¨ªa guardarse en joyel.
Plaza de Sevilla
Cuarta corrida de feria. Cinco novillos de Los Guateles, en general, con genio y dificultades, y el cuarto de Gabriel Rojas, manejable. Mario Triana: bajonazo (silencio). Dos pinchazos y media estocada tendida (silencio). Estocada trasera ca¨ªda y rueda de peones (silencio). Pepe Luis V¨¢zquez, cogido en su primero. Richard Millian: pinchazo y mediadelantera (ovaci¨®n y salida al tercio). Estocada tirando la muleta, otra delantera atravesad¨ªsima que asoma medio metro, cinco descabellos, primer aviso con dos minutos de retraso, dos descabellos, segundo aviso, con un minuto de retraso, y dos descabellos m¨¢s (ovaci¨®n y salida a los medios). Estocada delantera ca¨ªda (aplausos y saludos). Parte facultativo: Pepe Luis V¨¢zquez sufre herida contusa en la cara interna del tercio superior del muslo derecho, con dos trayectorias, una hacia abajo de cinco cent¨ªmetros y otra hacia afuera de once cent¨ªmetros, que rompe aponeurosis, tejido celular, y las fibras del recto anterior saliendo el pit¨®n por la cara externa del muslo. Pron¨®stico reservado.
Pero en la lidia, cuyos registros de luz, color, m¨²sica y el h¨¢lito caliente: de la pinturer¨ªa no excluyen la tragedia, el ¨²nico joyel valedero es la t¨¦cnica bien aprendida de tan dif¨ªcil oficio cual es torear, y aun no basta, porque tambi¨¦n es necesaria la suerte. Esa suerte falt¨® ayer. Pepe Luis, la gran esperanza, la ilusi¨®n de Sevilla y de todo el entorno taurino que ama el espect¨¢culo y piensa con la cabeza, se hab¨ªa quedado fuera de combate al t¨¦rmino de media docena de capotazos.
La cornada no tiene importancia -dentro de lo que son las heridas en esta profesi¨®n, tan brutales casi todas-, pero s¨ª la tuvo que el cartel de la gran expectaci¨®n se convirtiera, de s¨²bito, en desigual mano a mano: un andaluz espigado y un franc¨¦s bajito; el andaluz que intenta depurar el toreo y el franc¨¦s que lo atropella; el espigado que se aflije y el bajito que va a portodas; la raz¨®n y la sinraz¨®n, o algo de este tenor.
Triana desaprovech¨® buenas embestidas de una novillada que, en l¨ªneas generales, presentaba serios problemas. Su primera res ten¨ªa mejores pases de los que acert¨® a dar. La que cogi¨® a Pepe Luis, siete gatos en la barriga, a pesar de lo cual estuvo valiente y tesonero. El producto de Gabriel Rojas lidiado en cuarto lugar, muy buen recorrido por el izquierdo que el espigado andaluz no templ¨®, y casi tan bueno por el derecho, pero el torero estaba empe?ado en rematar por alto cada muletazo. Este empe?o y su casi abusiva reiteraci¨®n en sumar pases, todos iguales, acabaron por hacer perder la paciencia del p¨²blico, que en varios pasajes de la faena pit¨® con fuerza y pidi¨® a gritos que concluyera de una vez aquella cruel manifestaci¨®n de incontinencia derechacista.
Richard Millian arm¨® un alboroto con las banderillas en el tercero, pues coloc¨® un par de dentro afuera y otro al quiebro muy de ley. El novillo se acobard¨® en este tercio, buscaba tablas y acab¨® tumb¨¢ndose, por lo cual el franc¨¦s no pudo darle ni un pase. Pero el quinto los ten¨ªa todos. El quinto era un casta?o de enorme nobleza e incansable embestida al que dio cientos de muletazos voluntariosos y valentones el bajito coletudo. ?Dec¨ªamos del arte y del sentimiento? He aqu¨ª, en efecto, un novillo que ped¨ªa un artista en lugar del pegapases que le correspondi¨®. Para colmo, estuvo a punto de irse vivo a los corrales, dada la impericia de su matador, y si no ocurri¨® as¨ª, fue porque la presidencia, en vez de cron¨®metro, debe utilizar peluco de plomo envejecido y herrumbroso, que le retrasa la hora de los avisos. El sexto era otro manso que escarbaba y reculaba, y Millian, tan bullidor como durante la corrida hab¨ªa estado, le porfi¨® muy cerca de los pitones, sin conseguir faena.
El buen p¨²blico agradeci¨® sus esfuerzos y le aplaudi¨®. Los toreros pundonorosos y trabajadores (incluidos los franceses) tienen un sitio importante en la fiesta y caen bien. Pero el arte es otra cosa. El arte fue la gran a?oranza de ayer en la Maestranza.
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