Goethe-Kraus
Que el int¨¦rprete es creador lo ense?amos como axioma en est¨¦tica; tanto m¨¢s creador cuanto m¨¢s hondamente hace surgir toda una serie de realidades y de matices, inseparables, s¨ª, de la obra escrita, pero necesitados de luz, porque han llegado al compositor a trav¨¦s del inconsciente colectivo. Despu¨¦s de las investigaciones de la escuela de Jung, tiene tambi¨¦n valor de axioma ese trasvase hasta el n¨²cleo de la inspiraci¨®n de realidades m¨¢s o menos m¨ªticas, viv¨ªsimas y acuciantes desde el inconsciente colectivo. Pues bien: ocurre con los cantantes de ¨®pera, singularmente cuando el protagonista es tenor, que el int¨¦rprete se presenta con tal exceso de ?personalidad?, no siempre acompa?ada de cultura, que el ¨¦xito de la gran voz puede convertirse en traici¨®n a la esencia de la obra. Aparece as¨ª, tantas veces, no ya el ?divo?, sino lo que ahora se llama muy graciosamente el ?tenor/prima donna?: lo es en- su orgullo, en sus celos, en ese plegar y deformar las obras al servicio de su ¨¦xito vocal. Puede llegar eso, que es triunfo y traici¨®n a la vez, del agudo brillante y f¨¢cil, pero tambi¨¦n de una excesiva dramatizaci¨®n que rompe con sollozos lo que es una l¨ªnea de intenso lirismo, o a la inversa.Viene lo anterior a cuento y a canto de lo ocurrido con el ¨¦xito del tenor espa?ol Alfredo Kraus, ¨¦xito en Florencia y en la Scala de Mil¨¢n con el Werther, de Massenet. Dice en su cr¨ªtica Angelo Folleto: ?No ocurr¨ªa desde hace tiempo: una ¨®pera de repertorio, pero no muy popular, como el Werther ha logrado el "todo vendido" durante las nueve funciones?. El triunfo singular reside para m¨ª en que los comentarios casi han girado m¨¢s sobre el libro de Goethe que sobre la m¨²sica de Massenet. ?Hasta qu¨¦ punto ese colmo de la muerte por amor, ese suicidio por no poder vivir sin ese amor, puede ser actual en un mundo donde la facilidad corporal parece romper lo que el verdadero amor tiene de misterio y de fatalidad? ?Por qu¨¦ oyendo a un tenor como Kraus se hacen esas y otras parecidas preguntas? Doy una respuesta que no quiere ser literaria sin m¨¢s: Kraus canta, viste y hace esta obra desde el fondo, de principio a fin, y quiero decir con esto que el primor en los recitativos, el m¨¢ximo cuidado en el gesto, el llegar al aria dulc¨ªsima como culminaci¨®n de la intencionalidad de todas y cada una de las situaciones, hace que veamos a trav¨¦s de la fina m¨²sica de Massenet c¨®mo el personaje de Goethe, precisamente por juntar realidades muy autobiogr¨¢ficas Y muy de lo m¨¢s revolucionario de su tiempo, encuentra un eco muy hondo en lo que de forma inevitable hay de frustrado, de fatalmente frustrado en un amor que invade el ser entero. Ante el Werther cantado, recreado por Kraus, se vive una especie de resurgimiento del romanticismo y se vive en grande, en bello, lo que la gente joven busca hoy en la canci¨®n f¨¢cil, en el cine sentimenial y hasta en la pintura naif. As¨ª, lo que pudo ser nostalgia sin ra¨ªces se convierte en acontecimiento del esp¨ªritu, en ?hecho de cultura? por obra de un tenor que sabe decir lo que sigue: ?En el fondo, lo que ocurre en el Werther podr¨ªa ocurrir y ocurre hoy, quiz¨¢ con un tono m¨¢s exacerbado, quiz¨¢ con otros matices, pero es una historia que pertenece todav¨ªa a todos nosotros?.
Alfredo Kraus, el triunfador de Florencia y de Mil¨¢n -no basta lo de Mil¨¢n, porque Florencia sigue siendo capital del esp¨ªritu-, el que llena la portada de una revista tan le¨ªda como M¨²sica viva, no niega sus 53 a?os, y hace muy bien, porque no negarlo ni disimularlo es un cap¨ªtulo de antidivismo: es verdad que Kraus conserva bien la l¨ªnea, una raz¨®n, y no accidental" para encarnar bien la digna y tierna timidez del personaje. Kraus no canta sino lo que puede recrear desde el fondo; no ha ingresado en la mafia internacional de las casas de discos, capaces de crear millonarios y de arruinarlos art¨ªsticamente; no se preocupa de presentar un calendario de urgencias, sino todo lo contrario. Luego, cuando debe responder a las inevitables preguntas, lo hace con esa dignidad, con esa ausencia de falsa modestia que retratan a un artista enemigo de la adulaci¨®n. En resumen: lo contrario al ?tenor/ prima donna?. Dice que no se siente llamado a lo que entendemos como ense?anza del canto, pero que s¨ª estar¨ªa dispuesto a dar consejos de interpretaci¨®n a artistas j¨®venes: necesario ser¨ªa estructurar esa labor de consejo, darla vida y sistema. El renovado inter¨¦s por la ¨®pera, en el que tanto he insistido, lo ve Kraus as¨ª: ?Es el resultado conjunto de varios factores. Puede venir de una reacci¨®n contra el mundo actual, de una b¨²squeda de algo m¨¢s serio, m¨¢s s¨®lido. El mundo va a su manera, pero, al mismo tiempo, se esfuerza para encontrar una especie de soluci¨®n. Aunque el mundo de la l¨ªrica atraviese una etapa que no es precisamente la ideal -faltan cantantes, hay ingentes problemas de tipo econ¨®mico, de organizaci¨®n, de programas-, recibe un est¨ªmulo nuevo del inter¨¦s imprevisto e in¨¦dito de un p¨²blico que a pesar de los obst¨¢culos sobre los que navega la ¨®pera descubre una dimensi¨®n de lo fant¨¢stico y siente su necesidad?.
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