La Fiat, sus trabajadores, el PCI y nosotros
Conviene acostumbrarse a pensar que Espa?a no est¨¢ sola en el mundo. No somos ombligo de nada; es tan bueno abdicar de nuestro destino imperial como de nuestra ilimitada capacidad para el infortunio. Nuestras crisis son las mismas crisis de otros, quiz¨¢ s¨®lo var¨ªe la manera de enfrentarlas, y por esto es bueno y saludable que conozcamos la conducta de pa¨ªses hermanos al respecto, sobre todo si se trata de pa¨ªses a los que la inveterada osad¨ªa hispana suele calificar de ?ingobernables?. En concreto me refiero a Italia, y dentro de Italia, al sector de la automoci¨®n, y dentro del mismo, a la gran matrona: la Fiat. La- Fiat, que factur¨® en 1979 por un total de 15,25 billones de liras, que invirti¨® cerca del bill¨®n de liras y que ocup¨® a 360.000 personas. Casi nada.El 22 de enero de 1980, el presidente Agnelli firm¨® la habitual ?carta a los accionistas?, donde expone sin titubeos ?que la principal preocupaci¨®n de la empresa radica en los bajos niveles de productividad que condicionan pesadamente la competitividad de la empresa en el ¨¢mbito europeo?. Se han perdido dos puntos en el mercado interior (por falta de producci¨®n, no de demanda) y ha sido, por tanto, necesario reducir la presencia exterior en un 2,5 %.
El ?caso Fiat? ha saltado a la calle y de compa?eros de viaje vendr¨¢n los problemas de Alfa Romeo, Innocenti, Maseratti, etc¨¦tera... La crisis del sector estalla, pero m¨¢s que analizarla lo que ahora nos interesa es ver como reaccionan las distintas fuerzas sociales: el Gobierno, los sindicatos, los partidos... Y antes de explicar sucintamente sus actividades, hay que resaltar algo: que reaccionan, que toman el problema Fiat como algo propio, no como una cosa ajena dejada a correr su propia suerte, que se esfuerzan por conocer la realidad y brindan soluciones.
El Gobierno nombra una comisi¨®n presidida por el catedr¨¢tico de Econom¨ªa Industrial Romano Prodi y compuesta por varios expertos del sector privado y de la Administraci¨®n (Ministerios de Trabajo, Industria y, Participaciones Estatales). A la Comisi¨®n Prodi se le encarga que en el plazo de un mes ofrezca un soporte cognoscitivo del sector, una diagnosis de las caracter¨ªsticas negativas y una indicaci¨®n sobre las medidas a adoptar.
Los sindicatos se vuelcan en la realizaci¨®n de conferencias, seminarios, reuniones... Gozando, recientemente de gran difusi¨®n las conclusiones de la UIL, que giran en torno a las siguientes propuestas: utilizaci¨®n plena de las instalaciones, nueva pol¨ªtica de horas extraordinarias, vacaciones y horario, y el binomio flexibilidad-movilidad (?Capacidad para contratar la movilidad interna de los trabajadores a cambio de modificaciones en la organizaci¨®n de trabajo. No paralizar las f¨¢bricas con rigideces?).
Aun as¨ª, quiz¨¢ la iniciativa m¨¢s espectacular haya sido la del PCI, orientada a trav¨¦s de una encuesta titulada ?Los trabajadores Fiat: investigaci¨®n de masas sobre la condici¨®n obrera? y de una conferencia nacional sobre la Fiat.
La encuesta monstruo, que por ahora supera ya las 15.000 contestaciones, ha supuesto una significativa sorpresa para el movimiento sindical italiano, en l¨ªnea con otra sorpresa precedente: el art¨ªculo de Giorgio Amendola aparecido en Rinascit¨¢, el 9 de noviembre de 1979: Interrogativi su caso Fiat (apasionante an¨¢lisis de la realidad sindical italiana, que merecer¨ªa comentario aparte). La encuesta, que consta de 54 preguntas, fue distribuida por los delegados entre los obreros de la Fiat, sin contar para nada las simpat¨ªas sindicales o pol¨ªticas de los destinatarios. Lo que interesaba era conocer la condici¨®n obrera: la situaci¨®n anterior al ingreso en la f¨¢brica; la calidad de trabajo y de vida; aspectos familiares, pol¨ªticos y sindicales; aspectos culturales y personales; aspectos de lucha, y actividad sindical, etc¨¦tera... Para sintetizar, podr¨ªamos distinguir tres grandes bloques de respuestas: las relativas al trabajo, al sindicato y a la Fiat. Y fueron ¨¦stas: el 37% estima que lo m¨¢s importante es un salario ?satisfactorio y seguro?; el 31 % opta por un ?ambiente sano y no nocivo?, y s¨®lo el 15,7% prefiere una ?actividad variada e interesante?; en el polo opuesto, lo que m¨¢s molesta para el 52,8% de los trabajadores es el ruido, el humo, el polvo... El trabajo repetitivo, s¨®lo al 9%, y el horario, al 7% (contestaciones estas que no pueden dejar de sorprender a un sindicalismo identificado en la lucha contra la rutina, la mecanizaci¨®n y alienaci¨®n del individuo, y empe?ado en la paulatina reducci¨®n de la jornada). Pero las sorpresas no se detienen aqu¨ª: el 65 %de los encuestados considera que su trabajo es ?bueno? o ?suficientemente bueno?, e incluso el 10% lo califica ?¨®ptimo?. Respecto al sindicato, s¨®lo el 4,2% estima que la empresa es culpable de la falta de afiliaci¨®n y actividad sindical (dato este ¨²til para nuestro pa¨ªs, acostumbrado a culpar al ajeno de la deficiencia propia), y el 16% responsabiliza de la pasividad obrera a la divisi¨®n sindical (si tenemos en cuenta que el proceso unitario italiano est¨¢ a a?os luz del espa?ol, esta cifra deber¨ªa ser objeto de detenida meditaci¨®n por los sindicatos mayoritarios espa?oles). Otro dato de inter¨¦s es que, al delegado de personal, el 79% lo escogen por sus ?cualidades personales? y s¨®lo el 12%. lo votan por ser ?designado por el sindicato?. El juicio que los trabajadores tienen de la empresa es bastante menos malo de lo que se presum¨ªa: el 50% nunca ha pensado en abandonar Fiat, el 60% cree que goza de buena salud y es competitiva gracias a sus trabajadores y dirigentes, y s¨®lo el 21 % piensa que el famoso despido ?de los 61 ? pretend¨ªa socavar el poder sindical. Si a todo esto sumamos que el 75 % es favorable a la colaboraci¨®n entre trabajadores y patronos comprenderemos mejor
la sorpresa y confusi¨®n que esta encuesta ha producido entre los l¨ªderes sindicales. La vanguardia sindical ha intentado completar estos datos explicando que la en cuesta individual es relativamente exacta, pues trata exclusivamente al individuo-trabajador aislado, cuya conducta se modifica al entrar en contacto con el colectivo o con una relaci¨®n de conflicto de masas, y justifica la baja apetencia por rechazar el trabajo rutinario por la propia existencia de la rutina, que impide la creaci¨®n de un obrero integral con visi¨®n de conjunto y propicias reivindicaciones de orden preferentemente salarial. Pero ah¨ª est¨¢n los datos y su recalcitrante realidad. Realizada la encuesta, se re¨²ne en Tur¨ªn, del 22 al 24 de febrero, la Conferencia Nacional de los Comunistas sobre Fiat; sus conclusiones podr¨ªan quedar sintetizadas en el discurso del senador Napoleone Colajanni; sus l¨ªneas maestras fueron: no nos encontramos ante ?infortunios in itinere?, sino ante la quiebra de la burgues¨ªa para asegurar el desarrollo; el problema del desarrollo debe pasar, pues, a las manos del movimiento obrero y del PCI; ahora bien, no hay desarrollo sin aumento de productividad; por coherencia, los obreros en esta batalla deben ser aliados de los t¨¦cnicos, de los jefes y de los dirigentes, sin timideces ni temores.
Discurso que, por su precisi¨®n, la prensa especializada lleg¨® a calificar de ?teorema de geometria?. Hasta ahora nos hemos limitado a ofrecer unos datos sobre la crisis de la automoci¨®n en Italia, sobre la manera de enfrentarse a la crisis y sobre la condici¨®n obrera en la Fiat. Ahora bien, estos datos nos pueden ser tremendamente ¨²tiles para profundizar en nuestra realidad sindical y empresarial y, sobre todo, para reflexionar sobre la crisis de la automoci¨®n en Espa?a, cuya soluci¨®n, por ahora, no parece ser otra que la presentaci¨®n de expedientes de regulaci¨®n de empleo: Enasa, Seat, Citroen... Y la mayor¨ªa de las restantes, en la lista de espera.
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