La leyenda del h¨¦roe en el campo de f¨²tbol
En la recta final de la Liga, Espa?a se convierte ma?ana, m¨¢s que nunca -esto se dice cada a?o-, en un inmenso campo de f¨²tbol, en el que los protagonistas desarrollan papeles cuya distribuci¨®n se asemeja mucho a la distribuci¨®n que la sociedad hace de sus miembros. Entre todos esos actores, los aficionados y los futbolistas, especialmente estos ¨²ltimos, libran una lucha sin cuartel para mantener una leyenda: la leyenda del h¨¦roe vestido de calz¨®n corto
EI f¨²tbol, mitos, ritos y s¨ªmbolos, libro de Vicente Verd¨², editado por Alianza, es un curioso e interesante estudio del fen¨®meno futbol¨ªstico, que explica la facililad con que este deporte pone al individuo en contacto con lo m¨¢s ¨ªntimo de su naturaleza. La adhesi¨®n tribal, la religiosidad, la libido, la organizaci¨®n patriarcal y matriarcal aparecen directamente relacionadas con el f¨²tbol en este original estudio, con base en la antropolog¨ªa social y la semiolog¨ªa.Para Vicente Verd¨², ?los equipos de una ciudad o de un pa¨ªs act¨²an como figuras tot¨¦micas de las comunidades respectivas. Cuando los aficionados se traban con palabras y golpes en las gradas defendiendo a un equipo, ninguno pierde o gana personalmente; se gana o se pierde a nivel de tribu?. (...) ?Cada tribu, en cualquier tiempo y lugar, vive una m¨ªtica promesa de salvaci¨®n y se cree elegida para realizarla con el concurso de h¨¦roes y dioses?.
El gran jugador de f¨²tbol encarna el modelo universal de la leyenda del h¨¦roe, tanto en sus grandezas como en sus debilidades. El hincha se entrega a ¨¦l con un fervor religioso: ?El hincha es oscuramente religioso y, como en el sentir religioso, en la adhesi¨®n al f¨²tbol apenas se conoce el humor. Cuando ¨¦ste se produce es con motivo de la abolici¨®n del f¨²tbol: el bal¨®n que da en la cabeza del ¨¢rbitro, un calz¨®n que se rasga..., el choque entre dos de un mismo equipo, la aparici¨®n de un gato...?.
La l¨ªbido tambi¨¦n est¨¢ presente en el espect¨¢culo; la relaci¨®n er¨®tica del aficionado con uno o varios jugadores (o con un equipo) exige necesariamente el buen juego, ?pero no queda totalmente cumplida con ello. La conexi¨®n libidinal suele presentarse sobre aquellos jugadores y equipos que asocian el f¨²tbol a un corpus sugerente. La belleza del f¨²tbol requiere para su plenitud la solidaridad est¨¦tica entre la realizaci¨®n y el realizador?. As¨ª, algunos equipos guardan obediencia, tanto como a su estilo de juego, a unos principios est¨¦ticos que gobiernan su somatizaci¨®n como conjunto. El Madrid ha mostrado preferencia por los jugadores rubios, mientras al Atl¨¦tico casi nunca le ha faltado una figura de piel oscura. La complacencia libidinal del f¨²tbol la encarna el presidente, ?gran Falo y efigie de la Afici¨®n, ante el que se despliega, para su complacencia, el juego del equipo?. No es extra?o, pues, que la mujer se muestre casi siempre como enemiga de la afici¨®n de su esposo al f¨²tbol. S¨®lo la madre es comprensiva con las escapadas de su hijo.
El bal¨®n ha evolucionado desde su aspecto hortofrut¨ªcola a la esfera blanca, pura y as¨¦ptica: ?Cuando un futbolista pifia un disparo, ya no mira al bal¨®n: se observa la bota, se palpa el tobillo o la rodilla. La pelota se ha perdido por el fondo, eximida de toda acusaci¨®n, porque ella ha perdido todo ¨®rgano y toda culpa?. El ¨¢rbitro es la realizaci¨®n del f¨²tbol, su verosimilitud y su muerte concentradas, es el administrador homeop¨¢tico, como el sacerdote y el juez, de una muerte subsumida y destinada a segregar un resto de vida?.
La organizaci¨®n primordial es el t¨ªtulo de un cap¨ªtulo que explica la presencia de dos organizaciones antropol¨®gicas: el patriarcado y el matriarcado. El entrenador es el padre; el portero, la madre, protegida por sus hijos, y sufrida ante la adversidad del gol, una afrenta que debe soportar con dignidad. Los jugadores-hijos prefieren una madre casta, callada y austera, al estilo de Ir¨ªbar, Yashin, Beara o Planiccka, a los porteros de hoy, en su mayor¨ªa m¨¢s fr¨ªvolos y zascandiles, aficionados a correr¨ªas por el ¨¢rea y que delatan su car¨¢cter en los alegres atuendos que escogen. De atr¨¢s hacia adelante el equipo se va haciendo menos maternal. Los defensas aman y protegen m¨¢s a la madre, los medios son ejecutores de las instrucciones del entrenador-padre y los delanteros son los hijos m¨¢s j¨®venes e irresponsables, los m¨¢s proclives al fallo, y a quienes de mejor grado se les perdona.
Los cambios en las t¨¢cticas que presenta la historia del f¨²tbol responden a los modelos econ¨®micos del momento. Desde el capitalismo primitivo o de extorsi¨®n de finales de siglo pasado, cuando lo importante era reclutar jugadores, se dio el paso al capitalismo desarrollado de producci¨®n, que expresa la WM, perfecta m¨¢quina en la que cada jugador es una pieza, hasta llegar al actual capitalismo desarrollado de consumo, en el que se ha llegado al jugador de acci¨®n binaria, juego simple, test del programa de preparaci¨®n, etc¨¦tera...
El embellecimiento del drama a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n, que presentan el partido al p¨²blico, tiene tambi¨¦n su cabida en el libro, y un largo an¨¢lisis de los sistemas utilizados por la prensa deportiva. Y finaliza con una llamada a los enemigos del f¨²tbol: ?A la afici¨®n al f¨²tbol se la presenta como una fantas¨ªa de "irrealidad", en provecho de hacer creer que su entorno es real y de salvar con ello el principio de realidad?.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.