El presidente, responsable ante Dios y ante la historia
Primero y tercer novillos eran tipo raspa y a la afici¨®n le sent¨® muy mal esta vuelta a las andadas. Cuando apareci¨® el tercero, que adem¨¢s renqueaba, se arm¨® buen guirigay, con sonoros reproches y exigencia de responsabilidades al empresario, Mart¨ªn Berrocal, ya la autoridad. Dicen que el responsable absoluto de la presentaci¨®n del ganado en Las Ventas es Victorino Mart¨ªn, pero, despacio, despacio, que lo ser¨¢ ante el empresario y ¨¦ste ante la afici¨®n. De ah¨ª que Berrocal se viera obligado a aguantar el chaparr¨®n, y lo que te rondar¨¦. La autoridad, en cambio, debe ser responsable s¨®lo ante Dios y ante la historia.Y debe ser responsable ante Dios y ante la historia, porque va a su aire y no hay quien le pida explicaciones, ni quien le tosa. Lo mismo manda a un encastado y fuerte novillo al corral jueves ¨²ltimo, al atardecer) que mantiene en la arena la raspa renqueante (domingo, tocaban a misa de siete), que guarda en caja fuerte la lista de los ganaderos afeita-toros como si fuera secreto de estado, bajo la vigilancia severa de do?a Juana Amor, que es celosa y proba funcionaria de la Direcci¨®n de la Seguridad del Estado, encargada de los menesteres taur¨®macos. Y tan ancho ¨¦l -presidente-, ella -autoridad-, y a la otra -la afici¨®n-, que la den dos duros.
Plaza de Las Ventas
Novillos de Tabernero Hern¨¢ndez, desiguales de presentaci¨®n y juego, mansurrones., Andr¨¦s Blanco: estocada desprendida (silencio). Estocada corta baja, aguantando, intenta el descabello. Estocada desprendida y rueda de peones (silencio). Luciano N¨²?ez: estocada trasera tendida, rueda y seis descabellos (algunos pitos). Pinchazo baj¨ªsimo, media baja tendida, estocada, aviso y rueda el novillo (silencio). Joaqu¨ªn de Faura: pinchazo hondo (silencio). Pinchazo, primer aviso con retraso, dos pinchazos, estocada corta, rueda, segundo aviso y descabello (silencio). Presidi¨®, con altibajos, el comisario Conde.
Tipo raspa eran, s¨ª, esos dos novillos (grandecitos los restantes) pero dentro de una t¨®nica de mansedumbre ten¨ªan su castita, su geniecillo, su tardecita revoltosa, y los diestros sudaban y sudaban, a pesar del helado vientecillo serrano reinante, para poder con ellos -que no pod¨ªan- Andr¨¦s Blanco, un estilista, espada de los que interpretan con m¨¢s gusto las suertes entre sus coet¨¢neos de ambos escalafones, dedic¨® las faenas a exhibir ese estilismo, pero torear es bastante m¨¢s que ponerse bonito. Torear es dominar a la fiera, y eso no lo consigui¨® nunca. Los novillos siempre tuvieron la iniciativa y le deshicieron el pasodoble. Muy deslucido result¨® la actuaci¨®n de Andr¨¦s Blanco.
Lo mismo Joaqu¨ªn de Faura, empe?ado en un toreo a destajo, como si no hubiera otra cosa que hacer en la vida que pegar derechazos. A su primero consigui¨® quitarle el gazapeo -esto es importante-, pero luego desaprovech¨® la docena de embestidas buenas, a base de probarlas, de cambiar de muleta, de volver a empezar, de ir a por agua, etc¨¦tera. Con el sexto, un manso que intent¨® una vez saltar al callej¨®n y lo consigui¨® otra, no se confi¨® al principio y, cuando descubri¨® la manejabilidad del animal, ya era tarde. Para colmo, se pas¨® de faena y no encontraba forma de cuadrarle.
Los novillos de mejores embestidas se los encontr¨®, para su desgracia, Luciano N¨²?ez. Su primero, principalmente, era de gran nobleza y largo recorrido -no tanto, pero en esta l¨ªnea estaba su segundo- y se descubri¨® que torea sin arte y sin ideas. Se descubri¨® a¨²n m¨¢s: que imita a Manzanares. Con lo cual consigue, naturalmente, hacer suyos los defectos del alicantino. Daba pena el imitador. En realidad, toda la novillada fue de pena.
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