El espeluznante espect¨¢culo de los "forcados"
Algo espeluznante esto de los forcados. Lo de ayer en el cuarto, dificil¨ªsimo toro, alcanza la categoria de proeza, y queda escrito para los anales del hist¨®rico ruedo de Las Ventas. Pocas veces habr¨¢ vivido el p¨²blico de esta plaza momentos de una emoci¨®n tan intensa, tan a tope, como cuando Eurico Lamprea pegaba, encarado al fiero Cobaleda, y sobre todo cuando consigui¨® aferrarse a las astas y el animal lo llev¨® sobre el testuz, a toda velocidad, de un lado a otro y cabeceando salvajemente.En la largu¨ªsima corrida -tres horas para seis toros, demasiado-, hubo rasgos interesant¨ªsimos y m¨¦rito en los toreros, tanto los de a caballo como los de a pie. Coelho, con sus limitaciones art¨ªsticas, y tambi¨¦n las f¨ªsicas, tuvo una actuaci¨®n seria y digna en todos los tercios, y lo mismo Frascuelo, que se creci¨® en el ¨²ltimo toro, de gran peligro para cuajar una faena que si no fue art¨ªstica -era materialmente imposible- posey¨® la virtud del arrojo, de la voluntad de obtener el triunfo.
Plaza de Las Ventas
Segunda corrida de feria. Cuatro toros de Cortijoliva, de feo estilo. Mario Coelho: tres pinchazos, aviso, dos pinchazos m¨¢s y media (silencio). Estocada (palmas). Frascuelo: media tendida y estocada ca¨ªda (silencio). Estocada (vuelta). ?ngel Peralta: vuelta por su cuenta. Jo?o Moura: gran ovaci¨®n. Forcados Amadores de Lisboa: silencio y vuelta clamorosa al ruedo. Los toros de rejones eran de Terrubias y de Manuel S¨¢nchez Cobaleda.
Peralta rejone¨® con sobriedad y t¨¦cnica, y Moura, genial como siempre, dio una lidia eficaz y preciosista al manso Cobaleda, con el que luego har¨ªan su proeza los forcados. Ya de salida, el toro se aquerenci¨® en chiqueros y no parec¨ªa que hubiera posibilidad de sacarlo, pero Moura lo consigui¨® en dos pasadas, pis¨¢ndole los terrenos, templ¨¢ndole con cabalgadas de costado, embruj¨¢ndole. Vinieron a continuaci¨®n las banderillas de frente, con reuniones siempre al estribo y clavando arriba, y caracoleos, giros en la cara, que llenaban de emoci¨®n y alegr¨ªa la tarde. Los ol¨¦s brotaban continuamente, como cuando un diestro gitano en tarde de inspiraci¨®n dibuja el monumento de las medias ver¨®nicas y las revoleras.
Parec¨ªa que el toro malo se hab¨ªa hecho bueno. Pero no: cuando saltaron a la arena los forcados volv¨ªa a ser el cobaleda violento, reserv¨®n y descompuesto de antes, y adem¨¢s pregonao, porque los lances toreros le hab¨ªan hecho desarrollar sentido. Y con este regalo, el m¨¢s dif¨ªcil con que podr¨ªan encontrarse los forcados, se encararon los muchachos que dirige el legendario Barreto. No hab¨ªa forma de hacerse con el toro. Sin fijeza alguna, se arrancaba a oleadas, derrotaba de forma imprevista, arriba, con un solo pit¨®n y no siempre el mismo. El pegador de caras era Lamprea, quien a merced de las imprevistas cabezadas y la violencia de las acometidas, sal¨ªa por los aires, de tan mala manera, que cada vez se incorporaba hecho un Ecceomo. Al fin, la estrategia de ir al toro por los medios cercanos a tablas, en lugar de por el di¨¢metro del ruedo, dio resultado. Lamprea consigui¨® aferrarse a la cabeza del cobaleda, y ¨¦ste, pese a su carrera desenfrenada, cabeceos, saltos, no consigui¨® quit¨¢rselo de encima. Tras unos instantes angustiosos, en los que temimos que el forcado acabar¨ªa estrellado contra las tablas, -el p¨²blico segu¨ªa el suceso en pie, con un griter¨ªo de espanto-, los restantes pegadores consiguieron reducir al animal.
En el toro de Terrubias los forcados hab¨ªan estado bien, aunque sin tanto m¨¦rito, pues la res humillaba mucho; esta facilidad les permiti¨® reducirla dos veces. Los cortijoliva, en cambio, salvo el primero, sacaron mansedumbre y mal estilo. Todos reservones, con acusad¨ªsimas querencias a tablas, no admit¨ªan ning¨²n tipo de faena preciosista. Al que sali¨® bueno -s¨®lo por el pit¨®n izquierdo-, Coelho le dio muchos naturales, con abuso de pico y sin ning¨²n sabor. Hab¨ªa en la plaza la nostalgia del gran pe¨®n que fue el veterano portugu¨¦s, y se sigui¨® con respeto su actuaci¨®n. Con banderillas destac¨® en dos quiebros y estuvo f¨¢cil, excepto en el cuarto, pues le faltaban las facultades necesarias para ganarle la cara al toro querencioso. Frascuelo tambi¨¦n mostr¨® facilidad en banderillas, y con la muleta derroch¨® valor, seg¨²n dec¨ªamos. Merecen volver. Pero, sobre todo, merecen volver los forcados de Barreto, quienes, con su proeza de ayer, se han ganado a la afici¨®n madrile?a.
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