La transparencia
Parece, o sea, que los investigadores han sido investigados, ya saben, y que la se?ora de uno de ellos guardaba / exhib¨ªa en un armario ropero tres abrigos de piel, lo cual est¨¢ muy mal visto porque es un derroche de energ¨ªa: en ¨¦poca de restricciones: derroche de energ¨ªa del marido para llevar a su se?ora tan bien vestida o forrada. Todo se sabe. Es la transparencia democr¨¢tica.Hemos entrado, despu¨¦s de la transici¨®n, en la transparencia, y no es ninguna met¨¢fora pol¨ªtica o diapositiva juanramoniana, sino que, efectivamente, la televisi¨®n ha hecho transparente un paisaje de monta?as nevadas en el pecho valiente de Su¨¢rez, un l¨ªder eurosocialista con acento andaluz tras el flequillo tupido de Felipe, un Charles Laugthon de la izquierda list¨ªsima bajo las honestas adiposidades de Peces-Barba y un Woody Afien catal¨¢n, sensato y comunista, bajo la amistad de mi amigo Sol¨¦ Tura. Lo que digo: es la transparencia. Pero, en nombre de la transparencia, que aveces confundirnos con la intelligentsia o servicios secretos del secreto servicial, nacional, no se puede dejar en belcor y evax a la esposa de un magistrado, despoj¨¢ndola, a punta de dossier, de sus tres abrigos de piel. La transparencia, claro, la sociedad transparente en que ahora entramos, ha hecho que Felipe vea transparentarse a la reina de Inglaterra en AdolfoSu¨¢rez, como sugiri¨® en las Cortes, y a la se?ora Thatcher en Abril Martorell. Pero la se?ora Thatcher calza unos sombreros que son como el t¨¦ de las cinco puesto en la cabeza, con fiveolclock y todo (Camba sosten¨ªa que el five o'clock eran las pastas). Si le ponemos ese sombrero a Abril Martorell se ver¨¢, por el contrario, que la se?ora Thatcher es como ¨¦l, pero en m¨¢s hombre. ?Y por qu¨¦ no va a ser Adolfo Su¨¢rez la reinona de Inglaterra, admirado Felipe/1sidoro? A todos se nos transparenta otro por dentro, en la radiografia de Freud, uno que pasaba por all¨ª, y del mismo modo que a ti se te transparenta ahora Isidoro, lo cual que ya era hora (gracias, L¨®pez-Sancho, por haber jugado a no entenderme), pues resulta que a Su¨¢rez se le transparenta Isabel de Inglaterra, con el mismo derecho que a Pellicena, que no es m¨¢s que un c¨®mico, aunque muy bueno, se le transparenta otra Isabel de otra Inglaterra, en una funci¨®n de Paco Ors. Nos tienen en un grito con la transparencia.
Aqu¨ª a nuestro se?orito, o sea Cebri¨¢n, de pronto se le ha transparentado un agente KGB bajo el loden y a una dign¨ªsima magistratura se le han transparentado los dign¨ªsimos abrigos de su digna esposa, a la luz del dossier. A Fraga se le transparenta Pi?ar, cuando la tele le echa los rayos equis, y a Pi?ar se le transparenta el Pe?¨®n, o sea Gibraltar. En el ¨²ltimo libro de Alberti, Fustigada luz, se transparenta gloriosomante el afeder¨ªcado Garc¨ªa Lorca, y a Juan Tom¨¢s de Salas se le transparentaba Jos¨¦ llario, que ya le est¨¢ mu?endo la revista Magazine, ?un Interviu de derechas?. Hay un ¨¢rbitro apellidado Franco que nunca pudo arbitrar una final de Copa del General¨ªsimo por el peligro de que alguien gritase en contra suya. Por fin arbitra esta final. Son pequenos grandes logros de esta democracia/transparencia. Lo que pasa es que nuestros servicios secretos (y todos, supongo), cuando se les dice transparencia, suelen entender intelligentsia, o sea espionaje, control del personal, amachambramiento.
Hay que pasar de la Espa?a de la intelligentsia (Martin Villa) a la Espa?a de la transparencia (Pacord¨®?ez). Pero la transparencia fiscal transparenta menos a los riqu¨ªsimos. La riqueza es una opacidad. Y en el puente sobre el Duero que va de intelligentsia a transparencia hemos despojado a una senora que ten¨ªa tres abrigos de piel y ahora est¨¢ sin nada que ponerse, salvo un dossier pestilente de los servicios secretos, que no abriga como la chinchilla massielona, no hay color. Aqu¨ª es que siempre nos pasamos.
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