Una v¨ªctima
De San Pascual a San Gil es tina obra que llega a su estreno en el Espa?ol fatigada, usada. Se ha publicado m¨¢s de una vez, se ha re presentado en teatros menores Quiz¨¢ en el tiempo en que fue escrita, todav¨ªa en el que fue premiada -Lope de Vega 1975-, bien hecha, acortada, hubiera tenido muchas m¨¢s oportunidades de alcanzar al p¨²blico. A¨²n el a?o pasado en el Carlos III, de El Escorial interesaba; pero el Espa?ol, y ahora, le viene grande.Entre la comunidad de San Pascual, con la ?monja de las llagas?, y el cuartel de San Gil, con la sublevaci¨®n de los sargentos, transcurre un trozo de la historia de Espa?a en torno a Isabel II; ha tentado a novelistas -Valle-Incl¨¢n, Gald¨®s- y es, evidentemente, uno de los fragmentos m¨¢s humillantes y vergonzosos de la historia de nuestra decadencia. Domingo Miras utiliza su derecho de autor para exagerarlo todo hasta la farsa bufa, a veces, estas deformaciones sat¨ªricas terminan por embozar la realidad que fue peor. Lo que atrae de esta obra -siempre, claro, que no se tengan las ideas opuestas- es compartir con el autor su punto de vista, su cr¨ªtica. Lo cual no impide no compartir su creaci¨®n esc¨¦nica. Que resulta de unas modas antiguas: un cruce entre Valle-Incl¨¢n y Bertolt Brecht. Pero Valle-Incl¨¢n ten¨ªa un talento idiom¨¢tico, una capacidad extraordinaria para que los personajes del esperpento fueran tambi¨¦n seres humanos y una profundidad de visi¨®n de la historia de Espa?a; y Brecht, una did¨¢ctica, una penetraci¨®n pol¨ªtica, un sentido teatral de las situaciones, adem¨¢s de un humanismo. No es el caso de esta obra. Las dos formas utilizadas chocan, se combinan y terminan ofreciendo un espect¨¢culo como infantil. No es teatro para adultos: lo cual quiere decir que puede tener p¨²blico. No hay nada peor que elegir el camino de la imaginaci¨®n y no tenerla.
De San Pascual a San Gil de Domingo Miras, Premio Lope de Vega 1975
Int¨¦rpretes, compa?¨ªa de teatro El B¨²ho, con Lola Gaos, Gerardo Malla, A bel Vit¨®n, Nicol¨¢s Mavo, Rodolfo Poveda, Guadalupe Guemes. Pena Valiente, Margarita Lascoiti, Vicente G¨ªl, Amparo Valle, Manuel Pereiro, Rafael D¨ªaz, Jos¨¦ Mar¨ªa Gonz¨¢lez, Federico de Benito, Jos¨¦ Albiach, Pedro Diez del Corral.Escenograf¨ªa y vestuario: Gerardo Vera. Direcci¨®n: Gerardo Malla. Estreno: teatro Espa?ol, 4- VI- 1980.
Sucede lo mismo con el montaje, con la direcci¨®n, con la interpretaci¨®n. Todo ello oscila entre el na?f y la funci¨®n de aficionados. Lola Gaos es una gran actriz que ha perdido la voz. El artificio de colocarle un micr¨®fono no funciona satisfactoriamente; no s¨®lo como idea, sino como realizaci¨®n. No hay posibilidad de matices de dicc?¨®n. No hay proyecci¨®n de voz, que queda muchas veces incomprensible, toda mecanizada: con el problema adicional de que cuando los otros actores hablan cerca de ella, su voz se pasa al micr¨®fono. Digo esto como ejemplo de que lo que es admisible -y simp¨¢tico- en un grupo cerrado, en un ¨¢mbito de afici¨®n, no es tolerable en lo que debe ser el primer teatro de la naci¨®n, si todav¨ªa se admiten esos rangos. La mayor parte de los actores tienen que hacer tres, cuatro papeles; el reparto es extenso y la compa?¨ªa de El B¨²ho, aun no siendo escasa, no puede alcanzar a todo. Este recurso siempre produce una sensaci¨®n de falta de relieve en la interpretaci¨®n, una tendencia al esquematismo que indudablemente puede estar en la mente del autor que crea fantoches en vez de personas, pero que hace perder alguna densidad teatral al espect¨¢culo.
Parte de la responsabilidad de todo esto est¨¢ en unas supuestas autoridades teatrales que impidieron el estreno de la obra en su momento y en condiciones ¨®ptimas, y terminan ahora liquid¨¢ndola de un bajonazo. Se comprende la desorientaci¨®n del autor, hasta su intenci¨®n -declarada- de abandono del oficio. Es todav¨ªa una v¨ªctima de las consecuencias de la Espa?a que denuncia.
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