La existencia del Principado perjudica comercialmente a Espa?a y beneficia a Francia y Jap¨®n
De Andorra existe la imagen de las postales. Tambi¨¦n la propia del folklore que representa la pervivencia de instituciones feudales. A ello se a?ade la masiva posibilidad de utilizar Andorra como un gran ?pa¨ªs-bazar?, donde todo tipo de productos son obtenidos a mejor precio. Pero la imagen real de Andorra ha pasado a lo largo de los ¨²ltimos a?os totalmente inadvertida. La carencia de datos estad¨ªsticos elementales y la ausencia de toda publicidad mercantil colocan a Andorra bajo un manto impenetrable. Queda escondida su imagen real de zona destinada a llevar a cabo lo que los americanos llaman to laundry money, lavar dinero, presentar dicho dinero como propio de un origen m¨¢s digno que la mera fuga de capitales.Por no existir, no existe ni tan siquiera la separaci¨®n de poderes. Ejecutivo, legislativo y judicial se confunden en las personas de los copr¨ªncipes, el presidente de la Rep¨²blica Francesa y el obispo de Seo de Urgell. Tras esa primera confusi¨®n llegan todas las dem¨¢s. No hay registro de la propiedad, ni registro mercantil, ni ley sobre sociedades mercantiles, ni c¨®digo civil, ni c¨®digo penal, ni legislaci¨®n bancaria (pese a la alucinante prosperidad de este sector), ni sistema escolar propio, ni impuesto sobre la renta, ni impuesto de tr¨¢fico de empresas, ni impuesto sobre los beneficios, ni c¨¢lculo del incremento del coste de la vida, ni ley de asociacionismo pol¨ªtico o sindical, ni ley de arrendamientos urbanos o r¨²sticos. En definitiva, no hay nada de lo que toda la humanidad civilizada posee como garant¨ªa objetiva de los m¨¢s elementales derechos.
En cuanto a estructura jur¨ªdica -o superestructura, si se prefiere-, Andorra est¨¢ poco m¨¢s o menos donde estaba en 1278, es decir, hace m¨¢s de siete siglos, cuando naci¨® el Principado. Nace fruto del enfrentamiento entre el obispo de Urgell y el conde de Foix. De hecho, ninguno de los dos estaba interesado en los m¨ªseros valles de Andorra, con s¨®lo un 4% de su superficie de tierras cultivables.
A lo largo de los siglos, y siempre en base a su pobreza, Francia y Espa?a exoneraron a los habitantes de los remotos valles de Andorra del pago de todo derecho aduanero o fiscal. Importaban libremente y exportaban lo poco que pod¨ªan tambi¨¦n sin pagar derechos. La raz¨®n era simplemente humanitaria. En un marco agr¨ªcola y climatol¨®gico muy duro, los dos pa¨ªses vecinos imped¨ªan as¨ª que sus habitantes muriesen de hambre.
Los andorranos de mayor edad a¨²n recuerdan su necesidad de emigrar, en particular a Francia, para realizar trabajos que ni los franceses de principios de este siglo quer¨ªan llevar a cabo, como el de minero en las explotaciones de talco de Louzenac o bien de vendimiador. Pa¨ªs de pastores y campesinos pr¨¢cticamente sin alfabetizar, encarnaba la quintaesencia del tradicionalismo cat¨®lico, propio del hombre de monta?a de Catalu?a.
En 1929 fue abierta la primera carretera entre la Seu d'Urgell y Andorra la Vella, la capital del Principado. Hasta aquel momento s¨®lo hab¨ªa existido un camino de mulas. Las estructuras pol¨ªticas feudales hab¨ªan sido reestructuradas en 1866, sin cambios importantes. Fue entonces cuando adquirieron su forma actual. Hasta 1933, el organismo de leve administraci¨®n interna (tan leve que ni controla el orden p¨²blico y est¨¢ sometido en todas sus decisiones al veto de los copr¨ªncipes) no fue elegido por votaci¨®n de los hombres andorranos mayores de veinticinco a?os.
Este limitado sufragio -las mujeres no votar¨ªan hasta 1970- fue incluso suprimido entre 1941 y 1946, por haber considerado los inefables copr¨ªncipes, en texto de sus representantes, que aquellos cambios, ?en la pr¨¢ctica, y especialmente en lo que hace referencia a la creaci¨®n del sufragio universal, han resultado perturbadores para el bienestar y paz secular de los valles de Andorra?.
La ¨²ltima guerra civil espa?ola, no afect¨® a Andorra. El obispo de Seu d'Urgell se refugi¨® en el Principado, el cual estuvo ocupado por gendarmes franceses, a petici¨®n andorrana y para evitar implicaciones en el conflicto b¨¦lico espa?ol. Tras la guerra, los franquistas vencedores quedaron bien situados en el Principado, gracias al militante obispo de entonces. As¨ª, en 1943, Jos¨¦ Mar¨ªa de Porcioles fue nombrado juez de apelaciones, cargo equivalente al de aut¨¦ntico presidente del Tribunal Supremo, si bien su funci¨®n judicial es compartida con los representantes de los copr¨ªncipes, que tambi¨¦n poseen los poderes legislativo y ejecutivo. Porcioles contin¨²a ocupando dicho cargo, pese a haber sido entre marzo de 1957 y mayo de 1973 alcalde franquista de Barcelona.
Entre 1939 y 1959, Andorra cumpli¨® una misi¨®n espec¨ªfica y de extrema importancia para la industria catalana. Como es sabido, en 1939, el ¨²ltimo dictador espa?ol se propuso la liquidaci¨®n, o por lo menos la estricta limitaci¨®n, de la industria catalana, en lo que de hecho era un precedente de lo que anos m¨¢s tarde pod¨ªa haber sido el plan Morgenthau, que pretend¨ªa convertir en pa¨ªs agr¨ªcola a Alemania. A ello se agregaban los delirios aut¨¢rquicos. Como consecuencia, si una m¨¢quina se estropeaba no hab¨ªa posibilidad -ni tampoco deseo por parte del Gobierno- de encontrar un recambio. Adem¨¢s exist¨ªan limitaciones monetarias irracionales a la hora de comprar materias primas.
El Hong Kong de Catalu?a
Andorra fue entonces para Catalu?a lo que ha sido, y parcialmente a¨²n es, Hong Kong para la Rep¨²blica Popular de China. Era una v¨¢lvula imprescindible. Los cojinetes a bolas que llegaron de Andorra a Catalu?a son incontables. Sin ellos, la industria catalana no hubiese sobrevivido en el grado que lo hizo. Las mercanc¨ªas entradas de contrabando lo eran en gran parte por la monta?a. Los contrabandistas cobraban un precio predeterminado por kilo. Durante anos, el precio estuvo estabilizado en unas trescientas pesetas por kilo. El precio actual es de 1.200 pesetas el kilo. Este gran aumento de precio, junto con la liberalizaci¨®n econ¨®mica, ha disminuido la importancia del tr¨¢fico, hoy en d¨ªa situado a un nivel de actividad incomparablemente inferior al de los a?os cincuenta e incluso sesenta.
Fue, pues, desde Catalu?a que se vieron las posibilidades mercantiles -m¨¢s o menos l¨ªcitas, m¨¢s bien menos- que ofrec¨ªa el Principado. Fue, sin duda alguna, en el per¨ªodo aludido el capital catal¨¢n el que empez¨® a utilizar Andorra como plataforma comercial y financiera. Los andorranos estaban a millones de a?os luz de saber lo que era una sociedad industrializada.
Pero ah¨ª jug¨® un papel decisivo el derecho andorrano, basado en el romano y el can¨®nico, m¨¢s las aportaciones de los usos y costumbres locales. Un derecho feudal -Andorra es jur¨ªdicamente un se?or¨ªo compartido, pese a ser llamada Principado- totalmente in¨²til para la vida social moderna. En base al derecho andorrano, los extranjeros no pueden ser propietarios de comercios. De ah¨ª naci¨® la instituci¨®n del presta-nom (prestador de nombre), es decir, un fiduciario andorrano al que necesitaban los extranjeros para operar en Andorra (de donde el solo hecho de nacer andorrano ya resulta negocio). Los infinitos presta-nom andorranos vieron claro el tema. Pero para ingresar en el engranaje necesitaban una capacidad econ¨®mica de la que entonces -d¨¦cada de los cuarenta y primeros a?os cincuenta- carec¨ªan. Pronto la lograron a partir de la venta de sus terrenos. Los precios de estos terrenos son hoy en d¨ªa de puro delirio. Al no existir pr¨¢cticamente impuestos, y primar sobre toda raz¨®n el derecho de propiedad, la compra de un terreno es casi el ¨²nico gasto significativo, junto con su edificaci¨®n. De ah¨ª surgir¨¢ un comercio que no pagar¨¢ impuestos, con lo cual no habr¨¢ ya m¨¢s desembolsos.
Por esta v¨ªa, la formaci¨®n de capital propio por parte de los andorranos fue incre¨ªblemente r¨¢pida, como si se hubiera hallado petr¨®leo en sus propiedades. De pastores y agricultores pobres pasaron a multimillonarios. Veamos las cifras, en primera l¨ªnea, es decir, en la gran arteria principal de bastantes kil¨®rnetros de extensi¨®n en la que se centra la vida comercial andorrana, el precio del terreno, sin edificar, es de unas 12.000 pesetas el palmo cuadrado, es decir, la incre¨ªble cantidad de 300.000 pesetas el metro cuadrado. De terreno de esta naturaleza queda muy poco. El de mayor extensi¨®n est¨¢ en el centro del mayor pleito judicial de la historia andorrana, que en su d¨ªa motiv¨® la Inculpaci¨®n penal del ex diputado del Parlamento espa?ol Joaqu¨ªn Arana, y la del financiero de los tiempos de la Barcelona franquista Julio Mu?oz Ramonet.
En segunda l¨ªnea, es decir, a unos cincuenta metros de distancia de la primera l¨ªnea o circuito comercial principal, el precio es de 5.000 pesetas el palmo cuadrado, o sea, 125.000 pesetas el metro cuadrado. En tercera l¨ªnea, ya fuera del circuito comercial, pero relativamente cerca del mismo, el precio del terreno es de 3.000 pesetas el palmo cuadrado, o sea, 75.000 pesetas el metro cuadrado. Siempre sin edificar.
Fue tambi¨¦n en el per¨ªodo 1939-1959, es decir, el previo al plan de estabilizaci¨®n (o si se prefiere, el per¨ªodo de contrabando antiaut¨¢rquico) cuando todo el movimiento financiero y comercial-l¨ªcito en Andorra, pero con presumibles vinculaciones il¨ªcitas en Espa?a- necesit¨® unas estructuras financieras de las que Andorra carec¨ªa, ya que le bastaban unos min¨²sculos bancos agr¨ªcolas.
La libertad bancaria
En ese marco aparecieron diversos bancos. Hoy hay siete. Algunos directamente vinculados a grandes bancos espa?oles. Esos bancos pueden ser los m¨¢s rentables del mundo. Lo que son, sin duda alguna, es beneficiarios de una falta de control literalmente escandalosa, impropia del mundo civilizado, No publican memorias, no pagan impuestos (m¨¢s que el municipal correspondiente a sus edificios), ni sobre sus actividades, ni sobre sus beneficios, ni sobre nada. No facilitan informaci¨®n sobre su capital ni sobre su pasivo, ni sobre el n¨²mero de cuentas corrientes, ni sobre nada de nada.
EL PAIS, junto con un representante de The New York Times, fue recibido por un muy alto cargo de uno de estos bancos, un ciudadano espa?ol que es una de las mayores Figuras del mundo financiero andorrano. Esta fuente, no permiti¨® que fuese citada. De hecho, la fuente, con toda correcci¨®n, se refugi¨® en el derecho que le dan las inexistentes leyes andorranas en materia bancaria. La fuente dijo, por una lado, que los bancos existentes en Andorra responden a las necesidades del pa¨ªs, pero, por otro lado, se?al¨® que entre los principales corresponsales de las entidades bancarias de Andorra figuran los principales bancos mundiales. Refiri¨¦ndose a un caso concreto indic¨® al First National City Bank y el Chaase Manhattan Bank. La dimensi¨®n de estos bancos apunta l¨®gicamente al papel de Andorra como punto de transmisi¨®n de dinero l¨®gicamente espa?ol hacia el mundo Financiero internacional.
Cuentas numeradas
Otra fuente dio explicaciones m¨¢s detalladas. Inform¨® de su presencia f¨ªsica en la apertura de cuentas numeradas. El proceso es incre¨ªblemente f¨¢cil. Se coge en Barcelona el dinero que se desea trasladar a Ginebra o Nueva York, o donde sea. El control de entrada es m¨ªnimo. Las m¨¢s diversas fuentes indicaron que no recordaban haber sido controlados sus equipajes al abandonar Espa?a y jam¨¢s, desde luego, al entrar en Andorra. Una vez en Andorra, bolsa de billetes en la mano, el evasor de capital puede dirigirse a un banco de Andorra y solicitar ser recibido por el alto cargo correspondiente. Totalmente en privado se le abrir¨¢ una cuenta corriente identificada ¨²nicamente por un n¨²mero. No aparecer¨¢ ning¨²n nombre. El titular de la cuenta firmar¨¢ con el n¨²mero elevido en letras. El cargo bancario receptor le solicitar¨¢ si desea mantener el dinero all¨ª o diiera, al banco -preferiblemente suizo- de su conveniencia.
De optar por la l¨®gica conversi¨®n de las pesetas en divisas se le, aplicar¨¢ el cambio del mercado suizo del d¨ªa, que llega puntualmente a una hora fija a Andorra y es el ¨²nico aplicable. Media hora despu¨¦s, gracias al aviso por telex, las pesetas evadidas se habr¨¢n transformado ya en marcos, d¨®lares o francos suizos, situados en Ginebra, Zurich o donde sea. La disponibilidad de dicho dinero es ya total. El dinero aparece limpio de toda mancha moral, en lo que respecta a las apariencias, claro est¨¢.
El dato de mayor inter¨¦s es saber el n¨²mero de mercanc¨ªas que realmente entran en Andorra cada a?o e intentar averiguar hacia donde salen. La averiguaci¨®n result¨® compleja. El resultado de la misma es la apreciaci¨®n de una incre¨ªble miop¨ªa por parte de la Administraci¨®n espa?ola, de la cual resulta perjudicada el conjunto de la ciudadan¨ªa y, desde luego, beneficiados ¨²nicamente los bancos de Andorra, dos de los cuales est¨¢n directamente ligados a dos grandes bancos espa?oles, el Banco Popular Espa?ol y el Banco de Bilbao.
Las autoridades andorranas carecen de datos estad¨ªsticos sobre infinidad de cuestiones b¨¢sicas. Sobre esta laguna, como respecto a todas las dem¨¢s, las autoridades andorranas manifiestan sistem¨¢ticamente que ?est¨¢n estudiando el tema, para resolverlo?. El responsable del poco operante control aduanero andorrano, el consejero Jaume Bartumeu, manifest¨® a EL PAIS que carec¨ªa de datos fiables respecto a la entrada de mercanc¨ªas en Andorra, y que los incorrectos que estaban en su poder no pod¨ªa facilitarlos.
El administrador de la aduana espa?ola, de la Seu d'Urgell, Francisco Ruiz, facilit¨® a este diario los datos oficiales espa?oles que estaban en su poder. En 1978, Espa?a export¨® a Andorra por valor de 6.379 millones de pesetas. En 1979 dicho concepto alcanz¨® los 8.503 millones de pesetas. Se trata casi, ¨²nicamente, de exportaciones de materiales de construcci¨®n.
Las importanciones de productos andorranos por Espa?a totalizaron 154 millones en 1978 y 271 millones en 1979. Estas cifras corresponden a ventas de agua mineral, ganado, leche, madera y chatarra. Seg¨²n esta falsa apariencia, resultar¨ªa una balanza comercial favorable a Espa?a. Los siete millones de personas que entraron en Andorra por la Seu d'Urgell, en 1979, cambian de plano la imagen y crean una balanza muy desfavorable a Espa?a.
Aduana desbordada
Seg¨²n la citada fuente oficial, cada domingo entran en Andorra, procedentes de Espa?a, unos 6.000 coches y unos doscientos autocares. El pasado domingo 1 de junio, en s¨®lo cuatro horas, los cuatro guardias civiles y su cabo, que controlan la frontera -m¨¢s otros dos que est¨¢n en un puesto avanzado que no controla directamente- tuvieron que inspeccionar 134 autocares. En esas circunstancias, es dif¨ªcil pensar en una labor perfecta. Por otro lado, llega a haber colas de diez kil¨®metros.
Para entrar en Andorra lo habitual es el mero control de identidad por la polic¨ªa espa?ola, nunca por la andorrana (plantilla total del principado: 45 hombres), que ni est¨¢ presente en la frontera. Legalmente cada ciudadano espa?ol puede ir a Andorra con 20.000 pesetas y 80.000 en divisas. Con la crisis econ¨®mica ha incrementado el turismo, cuya motivaci¨®n b¨¢sica es estr¨ªctamente comercial -el comprar m¨¢s barato- hacia Andorra. La crisis que los andorranos temieron como posible inicio del fin de sus privilegios les ha resultado provechosa. Con la crisis Increment¨® la prosperidad del principado.
Seg¨²n el representante oficial de Francia en Andorra, Andre Prunet-Foch, en 1978, Francia import¨® productos andorranos por valor de 272 millones de pesetas, que pasaron a ser 374 en 1979. En 1978 export¨® productos propios a Andorra por un valor de 9.944 millones de pesetas. En 1979, dicho concepto pas¨® a ser de 15.878 millones de pesetas (siempre seg¨²n datos oficiales franceses).
La misma fuente francesa afirm¨® que, seg¨²n sus datos, el 93 % del importe total de las mercanc¨ªas compradas por los visitantes en Andorra pasan a Espa?a, y el 7% restante va hacia Francia. La fuente agreg¨® que, pese a ello, ?la existencia de Andorra cuesta mucho dinero a Francia?, pero se neg¨® a precisar dicha estimaci¨®n.
Pero el punto central reside en saber el importe de las mercanc¨ªas extracomunitarias llegadas a Andorra. Este ep¨ªgrafe es, con mucho, el m¨¢s importante. Comprende toda la ¨®ptica y electr¨®nica japonesa y las infinitas chucher¨ªas procedentes de Hong-Kong, Taiw¨¢n y Corea, en especial. Todas estas mercanc¨ªas llegan a Andorra a trav¨¦s de Francia, pagando ¨²nicamente unos m¨ªnimos derechos de aduana de fijaci¨®n comunitaria, que oscilan entre un 0% y un 11%. Esta entrada de mercanc¨ªas no est¨¢ sujeta a cupo ni licencia alguna.
Seg¨²n informaron a este diario dos agentes de aduana franceses previo c¨¢lculo, la entrada de productos extracomunitarios ser¨ªa algo m¨¢s del doble de lo ingresado procedente de Francia y de la Comunidad Europea (de esta ¨²ltima proceder¨ªa un quinto de lo procedente de Francia). De este modo, la cifra de mercanc¨ªas entradas en Andorra desde Francia, de todo origen, se sit¨²a alrededor de los 3.200 millones de francos franceses. es decir, alrededor de 56.000 millones de pesetas.
Siete millones de espa?oles
Con este dato estimativo, se puede obtener otro no menos interesante. Resulta que si en 1979 entraron desde Espa?a unos siete millones de turistas, las mercanc¨ªas y productos entrados en Andorra supondr¨ªan que cada turista gasta un promedio de unas 8.000 pesetas. Es un c¨¢lculo muy estimativo, en que no se toman en consideraci¨®n las importaciones de Espa?a (de hecho s¨®lo material para la construcci¨®n), la fuga de divisas, los productos de consumo de los andorranos y los turistas procedentes de Francia.
Tambi¨¦n habr¨ªa que considerar una inefable forma de ingreso de mercanc¨ªas en Andorra. Consiste, en la simple utilizaci¨®n de los servicios de Correos franceses o espa?oles -Andorra tiene sellos, porque son rentables, pero no servicio de Correos-, cuyos env¨ªos no son controlados por las pr¨¢cticamente inoperantes aduanas andorranas. Comerciantes concretos informaron a este diario de la utilizaci¨®n de este medio para recibir, a trav¨¦s de infinidad de peque?os paquetes mandados desde Francia, cantidades enormes de mercanc¨ªas sin ning¨²n control (pese a que por otros medios normales el control y la fiscalidad son m¨ªnimos).
Espa?a no se beneficia ni tan s¨®lo de la, llegada a Andorra de los productos comunitarios o extracomunitarios. Respecto a los primeros es l¨®gico, por cuanto que Francia y no Espa?a pertenecen a la Comunidad. Pero respecto a los extracom unitarios -mayoritarios-, el tema es muy diferente.
Sucede que la entrada desde Espa?a a Andorra de productos de todo tipo est¨¢ sujeta a unos cupos que establece anualmente la comisi¨®n interministerial del Gobierno espa?ol para los valles de Andorra, dependiente de Asuntos Exteriores. Los cupos parecen m¨¢s bien pensados para las necesidades de los 7.000 ciudadanos andorranos que para los siete millones de turistas. De ah¨ª que estos periclitados cupos, basados en criterios de los a?os 1897 y 1922, no sean ni tan siquiera plenamente usados, ya que la manipulaci¨®n de tan poca mercanc¨ªa acarrear¨ªa unos incre¨ªbles gastos de transporte. V¨ªctima de ello es el puerto de Barcelona y beneficiarlo el de Marsella. En este aspecto, como en todos, Andorra perjudica a Espa?a y, en gran parte, beneficia a Francia, adem¨¢s de Jap¨®n y Suiza, en sus respectivos ¨¢mbitos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.