La retirada sovi¨¦tica de Afganist¨¢n, una cuesti¨®n vital
Quisiera presentar algunas ideas sobre ciertos problemas que me preocupan y sobre la forma en que yo los veo desde Gorki, una ciudad en el coraz¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, cerrada a los extranjeros, en la que actualmente vivo bajo constante vigilancia del KGB, la amplia y eficaz polic¨ªa pol¨ªtica sovi¨¦tica.Durante los a?os sesenta y setenta, y aprovechando su creciente potencial econ¨®mico y cient¨ªfico-t¨¦cnico, la Uni¨®n Sovi¨¦tica llev¨® a cabo un reequipamiento b¨¢sico y un aumento de su armamento. Se dio un aumento importante, tanto en calidad como en cantidad, de misiles y otras armas nucleares construidas hasta entonces, as¨ª como de otros nuevos sistemas de tecnolog¨ªa militar: veh¨ªculos de transporte para el mayor ej¨¦rcito de tierra del mundo, los m¨¢s modernos modelos de tanques, aviones, helic¨®pteros de combate, sistemas de control de fuegos, comunicaciones, submarinos nucleares, aerodeslizadores r¨¢pidos y muchos m¨¢s.
Se ha dado un cambio importante en el equilibrio mundial de fuerzas, cambio que se est¨¢ intensificando. Es cierto, desde luego, que el desarrollo de nueva tecnolog¨ªa y el aumento cuantitativo de armamento no ha quedado exclusivamente reducido a la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Es un proceso de est¨ªmulo rec¨ªproco en casi todos los pa¨ªses con cierto desarrollo tecnol¨®gico. Es un proceso que especialmente en Estados Unidos se ha venido desarrollando a un alto nivel cient¨ªfico-t¨¦cnico, lo cual, a su vez, ha hecho cundir la alarma en la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
Pero, para poder juzgar la situaci¨®n correctamente, es absolutamente imprescindible tener en cuenta los rasgos particulares de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, un herm¨¦tico Estado totalitario con una econom¨ªa militarizada y un control burocr¨¢tico centralista; todo ello hace m¨¢s peligroso el creciente poder¨ªo de este pa¨ªs. En las sociedades m¨¢s democr¨¢ticas, todo nuevo paso en el campo del armamento se ve sometido a un examen pol¨ªtico y p¨²blico a trav¨¦s del presupuesto, y se pone en pr¨¢ctica bajo control p¨²blico. En la Uni¨®n Sovi¨¦tica, todas las decisiones de este tipo se toman a puerta cerrada, y el mundo las conoce tan s¨®lo cuando se ve frente a los hechos consumados. Pero a¨²n m¨¢s peligroso es el hecho de que esta misma situaci¨®n se da en el terreno de la pol¨ªtica extranjera, implicando cuestiones de guerra y paz.
Al tiempo que se estaba dando el cambio en el equilibrio de fuerzas, aunque no exclusivamente a causa de tal cambio, se estaba llevando a cabo, de manera abierta o encubierta, la expansi¨®n sovi¨¦tica en importantes regiones estrat¨¦gicas y econ¨®micas del mundo. El sudeste asi¨¢tico (donde se utiliz¨® a Vietnam de cabeza de turco) y Angola (con Cuba actuando en su nombre), Etiop¨ªa y Yemen son s¨®lo unos pocos ejemplos. La invasi¨®n de Afganist¨¢n puede constituir una nueva etapa, m¨¢s peligrosa, de esta expansi¨®n. La invasi¨®n, con la tragedia de Teher¨¢n como tel¨®n de fondo, y posiblemente con alguna relaci¨®n oculta con ella, aument¨® las tensiones mundiales y obstaculiz¨® las conversaciones sobre desarme y la soluci¨®n de otros conflictos. La invasi¨®n hizo que resultara imposible, por el momento, que el Congreso de Estados Unidos ratificara el tratado SALT II, de crucial importancia para el mundo.
Varios meses despu¨¦s, la Uni¨®n Sovi¨¦tica hab¨ªa desatado en su interior e instigado en el extranjero una demag¨®gica campa?a contra los planes de Estados Unidos y de sus aliados de la OTAN de modernizaci¨®n, urgentemente necesaria, de su fuerza de misiles en Europa; todo ello cuando la Uni¨®n Sovi¨¦tica ya hab¨ªa realizado tal modernizaci¨®n. Asimismo, hab¨ªa hecho fracasar (aunque espero que s¨®lo temporalmente) las conversaciones sobre limitaci¨®n de misiles nucleares de medio alcance. Las negociaciones de Viena sobre la reducci¨®n de armamento en Europa se encuentran igualmente en una situaci¨®n deplorable, y ello es principalmente culpa de la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
La guerra y la paz, temas prioritarios
A pesar de todo lo sucedido, pienso que las cuestiones de guerra y paz y desarme son tan cruciales que deben tener absoluta prioridad aun en las m¨¢s dificiles circunstancias. Es imprescindible emplear todos los medios posibles par4 resolver estas cuestiones y sentar las bases para un posterior avance. Y lo m¨¢s urgente son las medidas para impedir una guerra nuclear, el mayor peligro al que se enfrenta el mundo moderno. En este aspecto coinciden los objetivos de todas las personas responsables del mundo, incluyendo, espero y tengo fe, a los dirigentes sovi¨¦ticos, a pesar de su peligrosa pol¨ªtica expansionista, a pesar de su cinismo, de sus concepciones dogm¨¢ticas y de la falta de seguridad que a menudo les impide llevar una pol¨ªtica nacional y extranjera m¨¢s realista.
Espero, pues, que cuando se calme en cierta medida la actual crisis en las relaciones internacionales, provocada principalmente por la invasi¨®n sovi¨¦tica de Afganist¨¢n, se reanudar¨¢n los esfuerzos para la puesta en pr¨¢ctica de los acuerdos SALT II, un tratado progresista desde el punto de vista tecnol¨®gico que sienta las bases esenciales para un posterior acuerdo SALT III.
Tambi¨¦n espero que se reaviven los deseos de resolver la cuesti¨®n de los misiles nucleares de medio alcance y del armamento t¨¢ctico, adem¨¢s de una reducci¨®n del armamento ?ordinario? existente en Europa.
Las negociaciones sobre reducci¨®n de armamento son s¨®lo posibles sobre la base de una paridad estrat¨¦gica. Los pa¨ªses de Occidente deben hacer todo lo necesario para mantener la paridad, e incluso para alcanzarla en alg¨²n tipo de armamento, sin permitir ser v¨ªctimas de chantaje y demagogia como en la campa?a contra los misiles norteamericanos en Europa.
El arreglo pac¨ªfico de los conflictos ?calientes? es de igual urgencia. La invasi¨®n sovi¨¦tica de Afganist¨¢n fue condenada por 104 naciones, pero la guerra contin¨²a y no se vislumbra un final pr¨®ximo. Las sanciones econ¨®micas y pol¨ªticas son tremendamente importantes; pueden contribuir a fortalecer la posici¨®n de los miembros m¨¢s responsables y menos dogm¨¢ticos del Gobierno sovi¨¦tico. Es necesario conseguir, en particular, el mayor boicoteo posible a los Juegos Ol¨ªmpicos de Mosc¨². Todo espectador o atleta que acuda a las Olimp¨ªadas estar¨¢ apoyando indirectamente la pol¨ªtica militar sovi¨¦tica.
La exigencia de la retirada de las tropas sovi¨¦ticas de Afganist¨¢n es una cuesti¨®n vital. Espero que la retirada de las tropas sea posible, si no actualmente, quiz¨¢ m¨¢s adelante, sobre la base de una neutralidad garantizada mediante el estacionamiento en el pa¨ªs de tropas de las Naciones Unidas o unidades de pa¨ªses musulmanes neutrales, que disipar¨ªan cualquier recelo sovi¨¦tico.
Las ?condiciones? sovi¨¦ticas de que acaben las injerencias extranjeras son pura demagogia, ya que tales injerencias no existen. En general, la propaganda sovi¨¦tica se lleva actualmente a un nivel ?militar? tosco. Por ejemplo, la televisi¨®n muestra granadas ?norteamericanas? supuestamente capturadas, que contienen gas enervante. Las granadas llevan pintadas en grandes letras blancas la incripci¨®n ?Made in USA?. El prop¨®sito claro de todo esto es contrarrestar cualquier acusaci¨®n similar contra las operaciones realizadas por el Ej¨¦rcito sovi¨¦tico.
Israel debe moderarse
El conflicto de Oriente Pr¨®ximo se viene arrastrando desde hace ya algunas d¨¦cadas. La principal esperanza de soluci¨®n est¨¢ en el desarrollo de los acuerdos de Camp David, a fin de que los obst¨¢culos y dramas del pasado no se arrastren al futuro. Es important¨ªsimo que los palestinos adopten esta postura, que reconozcan la existencia de Israel, renuncien a los m¨¦todos de lucha del terrorismo y de la guerrilla y se nieguen a ser peones de la potencia que les proporciona armas. Por el momento, no hay ninguna se?al de que se hayan dado pasos en este sentido.
En mi opini¨®n, Israel deber¨ªa mostrar m¨¢s moderaci¨®n, sobre todo en el tema de los nuevos asentamientos en la tierra ocupada. La crisis de Oriente Pr¨®ximo s¨®lo puede resolverse en el contexto general de los problemas internacionales. Por esta raz¨®n, me parece tremendamente importante la mediaci¨®n de los Estados Unidos.
En noviembre de 1979 escrib¨ª a Le¨®nidas Breznev, presidente del Presidium del Soviet Supremo de la URSS, inst¨¢ndole a colaborar en el abastecimiento de alimentos al pueblo hambriento de Campuchea, en el que el hambre es consecuencia de los cr¨ªmenes del depuesto r¨¦gimen de Pol Pot y de la guerra. Este problema, al igual que el de los refugiados de Vietnam, Campuchea, Etiop¨ªa y otros pa¨ªses, contin¨²a siendo grave. Se ha a?adido ahora el problema de los refugiados de Afganist¨¢n y Cuba. La salvaci¨®n de esta gente debe estar por encima de todas las consideraciones militares y pol¨ªticas, as¨ª como de prestigio nacional.
En el momento en que escribo estas declaraciones, el mundo acaba de enterarse del fracaso del intento norteamericano de rescate de los rehenes de Teher¨¢n. Creo que fue un intento valiente y noble. Se llev¨® a cabo tan s¨®lo una vez que result¨® evidente que las autoridades iran¨ªes no liberar¨ªan voluntariamente a los rehenes, haci¨¦ndose con ello responsables de un acto que se burla descaradamente de las normas internacionales de comportamiento diplom¨¢tico.
No comprendo c¨®mo pudieron surgir tantos problemas t¨¦cnicos. Estoy seguro de que se est¨¢n examinando cuidadosamente las cuestiones t¨¦cnicas, as¨ª como la posibilidad de que existiera sabotaje. El ¨¦xito de la misi¨®n norteamericana hubiera salvado al mundo de una pesadilla. No deber¨ªa condenar nadie a Estados Unidos por el fracaso, de la misi¨®n, ni se deber¨ªa criticar al presidente Carter por el secreto en que se organiz¨®. Me da la impresi¨®n de que, en todo caso, no hubo todo el secreto que deber¨ªa haber habido. No hab¨ªa en ello ninguna cuesti¨®n de ambici¨®n personal. En su conjunto, las acciones de Carter en estos d¨ªas tan tr¨¢gicos tienen todo mi respeto.
El ¨¦xito de la misi¨®n de rescate norteamericana hubiera eliminado la necesidad de imponer sanciones a Ir¨¢n y, hubiera redundado en beneficio del mismo pueblo iran¨ª. Ahora parece que las sanciones son inevitables, y es muy importante lograr la unidad de acci¨®n de todos los pa¨ªses de Occidente. La soluci¨®n del problema de los rehenes ata?e a todos los pa¨ªses que se consideran democr¨¢ticos y que se esfuerzan por respetar las normas de conducta en las relaciones internacionales. No es un problema exclusivamente norteamericano, sino mundial, como han demostrado los recientes actos de terrorismo: los incidentes felizmente resueltos de Bogot¨¢ y Londres.
Deber¨ªa prestarse atenci¨®n en el mundo a muchos otros problemas, cuyo peso descansa principalmente en los Estados Unidos: la ayuda econ¨®mica y tecnol¨®gica a los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo, la ayuda a los refugiados y a los pueblos que pasan hambre y la resistencia general, econ¨®mica, ideol¨®gica y militar, a la expansi¨®n del totalitarismo.
La unidad de Occidente es una de las condiciones principales para la seguridad internacional. Una unidad que fomente la resistencia y que lleve finalmente al acercamiento y a la convergencia de los diferentes sistemas pol¨ªticos mundiales, evitando la cat¨¢strofe nuclear.
Problemas de Occidente
Un sistema totalitario lleva su pol¨ªtica mediante el control desde un centro ¨²nico: las relaciones diplom¨¢ticas, los servicios de informaci¨®n y contrainformaci¨®n dentro y fuera del pa¨ªs, el comercio exterior, el turismo, los intercambios cient¨ªficos y tecnol¨®gicos, la ayuda econ¨®mica y militar a los movimientos de liberaci¨®n (palabra que hay que usar a menudo entre comillas), la pol¨ªtica extranjera de los pa¨ªses sat¨¦lites y todo tipo de actividades clandestinas; todo esto es coordinado desde un centro ¨²nico. Hay que prestar especial atenci¨®n a las actividades clandestinas, ya que todos tenemos cierta tendencia a olvidar todo lo que no tengamos constantemente delante de nuestros ojos. En Occidente y en los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo viven muchos ciudadanos que, gracias a su situaci¨®n social o pol¨ªtica, pueden promover la influencia sovi¨¦tica y sus objetivos expansionistas.
Algunos act¨²an por ideas que merecen, al menos, discutirse. Al fin y al cabo, en la Uni¨®n Sovi¨¦tica, el epicentro ideol¨®gico, y tambi¨¦n en China, la ideolog¨ªa comunista no es un fraude, ni un enga?o total. Surgi¨® de una fuerte aspiraci¨®n a conseguir la verdad y la justicia, igual que en muchos otros sistemas religiosos, ¨¦ticos y filos¨®ficos. Su debilidad, su fracaso y su degradaci¨®n, evidente desde los mismos comienzos, representan un complejo fen¨®meno hist¨®rico, cient¨ªfico y psicol¨®gico, que necesita un an¨¢lisis independiente.
Los hay tambi¨¦n que se comportan de una manera ?progresista? porque lo consideran rentable, prestigioso o de moda.
Una tercera categor¨ªa est¨¢ formada por individuos cr¨¦dulos, mal informados o indiferentes, que cierran los ojos y o¨ªdos a la amarga verdad y se tragan ansiosamente cualquier dulce mentira.
Hay, finalmente, un cuarto grupo, gente que ha sido ?comprada?, en el sentido m¨¢s literal de la palabra, aunque no siempre con dinero. Hay entre ¨¦stos algunas figuras pol¨ªticas, empresarios, muchos escritores y periodistas, ayudantes gubernamentales y directores de Prensa y televisi¨®n. En su conjunto, forman un grupo de personas influyentes.
(No puedo resistir la tentaci¨®n de contarles un incidente en el que nos vimos envueltos mi mujer y yo. .Dos destacados e influyentes cient¨ªficos norteamericanos, a su llegada a la Uni¨®n Sovi¨¦tica para tomar parte en una conferencia, recibieron un sobre con dinero para sus gastos personales. Les pareci¨® que no pod¨ªan rechazar el dinero por una cuesti¨®n de cortes¨ªa y debido a su mismo desconcierto. Confusos, nos lo pasaron a nosotros y nos pidieron que se lo di¨¦ramos a cient¨ªficos que hubieran perdido su empleo. No sabemos cu¨¢ntos otros incidentes similares puede haber habido.)
Hay naturalmente muchos esp¨ªas, agentes secretos y saboteadores. Esto es igual en otras naciones adem¨¢s de en la URSS, pero en un sistema totalitario se presentan oportunidades especiales. No se pueden rechazar arbitrariamente las acusaciones de algunos escritores sobre las relaciones entre el KGB y el terrorismo internacional. La ausencia de pruebas directas de tales lazos y su preocupaci¨®n por un agravamiento de las tensiones hace que los Gobiernos de Occidente no se muestren muy dispuestos a investigar en profundidad esta cuesti¨®n tan delicada.
c The New York Times-EL PAIS
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