La pornograf¨ªa
Dado que aumentan el paro y el terrorismo, la violencia de-u-no-u-otro-signo, la inflaci¨®n y la represi¨®n, el ministro del Interior, se?or Ros¨®n, decide iniciar campa?a contra la pornograf¨ªa. Es un poco como el ?sujetadme, que me mata?, de los borrachos. Si el se?or ministro no ha tenido tiempo o gente o lo que sea para atacar frontalmente algunos de los problemas que le competen (y compiten, o sea que compiten contra ¨¦l), no debe disimular eso diciendo lo que ha dicho:-Fuera porno de los quioscos. Que se venda el porno en los sex-shop.
Lo que pasa, se?or ministro, es que los primeros sex-shop los cerr¨® usted siendo gobernador. Lo cual que uno de ellos era de Manolo el Guapo, un tronco con el que nos abr¨ªamos a ligar por ah¨ª, haciendo movidas entre las extranjeras del Prado, desde la noche (en) que llegu¨¦ al Caf¨¦ Gij¨®n. Ya ve usted si me recuerdo. O sea que ya vamos estando los nacionales un poco pasados de la demagogia del gl¨²teo: cuando pides libertad de expresi¨®n, toma gl¨²teo, toma Ver¨®nica Luj¨¢n, toma Cant¨²a (Mar¨ªa Jos¨¦ Cantudo para conocedores) a toda galleta y a todo color. Por el contrario, cuando al Gobierno se le pide que reprima la delincuencia, el terrorismo, el paro y la inflaci¨®n, reprime la pornograf¨ªa, que es m¨¢s f¨¢cil. A quienes tenemos m¨¢s o menos resueltos nuestros problemas pornogr¨¢ficos, o sea ¨ªntimos, o sea interiores, o sea espirituales, nos deja bastante flojos el que cuelguen o descuelguen las encueraditas de los quioscos, pero uno quisiera aclarar al personal sobre este juego, ya ni siquiera espectacular, se?or ministro, de fingir energ¨ªa metiendo en cintura o cintur¨®n de castidad a las compactas tipo Carmen Platero, para halagar de paso a la derecha pudenda.
Porque adem¨¢s habr¨ªa que volver a preguntarse la ya tediosa pregunta de qu¨¦ es pornograf¨ªa y qu¨¦ no, volver sobre el sexo de los ¨¢ngeles y el sexo de la Platero, y no est¨¢n los tiempos ni los cardenales para Concilios ni Niceas. Un suponer, Luis Berlanga, que nos trae de la mano a la Lollobr¨ªgida adolescente de Pan, amor y fantas¨ªa, en su filmoteca. ?Es pornograf¨ªa esa le?adora pugnaz y poco vestida que aceler¨® la vida sexual de los a?os cincuenta y los se?ores de cincuenta a?os? Entonces el Estado es pornogr¨¢ficio, porque la Filmoteca es estatal. Fuera con el Estado, se?or Ros¨®n.
?Son pornograf¨ªa algunas obras maestras del erotismo que el propio Berlanga nos ha ofrecido en su colecci¨®n La sonrisa vertical? Henry Miller, por citar a un muerto reciente que sigue vivo, atacaba mediante la obscenidad frontal a la pornograf¨ªa sinuosa. La obscenidad es subversiva, escatol¨®gica, metaf¨ªsica, pero la pornograf¨ªa es comercial, coyuntural, adventicia, y por eso los pol¨ªticos pueden llevarla y traerla, quitarla y ponerla, seg¨²n el momento ereccional y pol¨ªtico del pa¨ªs. Me hacen fotos para La Calle. Le hacen fotos a mi gato para Gaceta Ilustrada: ?soy yo pornogr¨¢fico, lo es mi gato, que anda desnudo y tan bien dotado, el t¨ªo? Por la noche veo a Mar¨ªa Jos¨¦ Prendes en una comedia que la pone en equ¨ªvoco con su propio padre real y teatral, Luis Prendes. ?D¨®nde empieza la pornograf¨ªa y d¨®nde terminan las largas piemas de la Prendes?
Acudo a la exposici¨®n del gran fot¨®grafo Germ¨¢n Gallego en la sala Redor. ?Cu¨¢les de estas fotos son pornogr¨¢ficas: las del Cerro tercermundista y chabolista del T¨ªo P¨ªo (Madrid), las de Mart¨ªn Villa en las Cortes poniendo caras de patito feo, las de los botes de humo en Vitoria, la de Marcelino Camacho en camiseta, las de ultrarretrofranquismo con boina de la plaza de Oriente, la de Tamames desnudo en la piscina? Contra pornograf¨ªa, obscenidad. Ahora que se televisan los partidos del Congreso, vemos que la derecha. sale siempre pornogr¨¢fica, o sea sinuosa, insinuante, y la oposici¨®n suele salir obscena. Porque la verdad es siempre obscenidad. Pero fuera con la Platero.
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