?Qui¨¦n teme a Antonio Negri?
Durante los d¨ªas 6 y 7 de junio, en el marco de la Maison des sciences de I'homme de Par¨ªs, bajo la organizaci¨®n de la revista Dialectiques y con la participaci¨®n de buena parte de? mundo filos¨®fico franc¨¦s (de Althusser a Deleuze y Guattari, de Maximilien Ruberl a Alain Badiou, J. F. Lyotard o Samir Am¨ªn, pasando por Christine Buci Glucksmann y Suzanne de Brunhoff, la izquierda intelectual francesa ha reaccionado, en esta ocasi¨®n, con una. unidad poco frecuente a lo largo de la ¨²ltima d¨¦cada), as¨ª como la de una considerable representaci¨®n italiana y una m¨¢s exigua presencia de investigadores de otros pa¨ªses europeos, ten¨ªa lugar el coloquio Marx au del¨¢ de Marx: su principal protagonista, el autor de la obra sometida a debate (en realidad, la reelaboraci¨®n de un amplio seminario sobre los Grundrisse de Marx, realizado durante la primavera de 1978 en la Ecole Normale Superieure), no se hallaba presente. Casi un a?o y medio despu¨¦s de su detenci¨®n, Antonio Negr¨ª, una de las m¨¢s notables cabezas pensantes (sin duda, junto con Althusser, lo m¨¢s sugestivo del marxismo de esta segunda mitad de siglo) y una de las m¨¢s ¨¢giles plumas de la nueva izquierda europea, sigue pudri¨¦ndose en la c¨¢rcel de Frani.Poco a poco, una sospecha ha ido abri¨¦ndose paso, hasta transformarse en certidumbre, entre los amigos y compa?eros del fil¨®sofo encarcelado: que tal vez no haya que buscar muy lejos las razones ¨²ltimas de esta actuaci¨®n particularmente escandalosa de la mag.istratura italiana; que tal vez todo quede luminosamente clarificado si hacemos uso de esta hip¨®tesis particularmente econ¨®mica, seg¨²n la cual Negri no estar¨ªa en la c¨¢rcel? pese a? ser un intelectual de pres t¨ªgi¨®, sino precisamente por serlo, porque probablemente sea, en efecto, el car¨¢cter mismo radicalmente innovador de la obra te¨®rica del profesor de Teor¨ªa del Estado de la Universidad de Padua el que por s¨ª solo explique el odio sistem¨¢tico, el empe?o cerril de los aparatos de un poder que amenaza convertirse en omn¨ªmodo por tratar de reducirlo definitivamente al silencio.
Cabe a los organizadores del Coloquio de Par¨ªs el m¨¦rito de haber asumido plenamente las consecuencias de un tal an¨¢lisis y haber comprendido en toda su radicalidad hasta qu¨¦ punto la m¨¢s revolucionaria de las tareas que sea posible acometer hoy en torno a la batalla por la liberaci¨®n de Toni Negri es precisamente aquella que consiste en la clara delimitaci¨®n de la extraordinaria importancia te¨®rica de una obra que nos sit¨²a ante un verdadero vuelco de la mirada revolucionaria marxista.
lmportancia pol¨ªtica
Es este aspecto pol¨ªticamente crucial que la reivindicaci¨®n te¨®rica de la obra de Negri ha pasado a entra?ar hoy el que D. Fiorot, director del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Padua, en el que el propio autor de La Forma Stato y sus colaboradores trabajar¨¢n hasta el momento de su detenci¨®n, hab¨ªa de poner claramente de manifiesto en su intervenci¨®n inaugural. Sus observaciones en este sentido no pod¨ªan ser m¨¢s pertinentes. Nos hallamos, en efecto, en un momento clave del proceso: la acusaci¨®n de participaci¨®n en el asesinato de Moro (que diera origen a la detenci¨®n de Negri) ha sido retirada por el propio ministerio fiscal; las sucesivas ca¨ªdas y consiguientes ?arrepentimientos? (la legislaci¨®n italiana favorece tales arrepentimientos con una suculenta reducci¨®n de la pena impuesta, a cambio de la colaboraci¨®n eficiente con la polic¨ªa) de una buena parte de la direcci¨®n de las Brigadas Rojas, lejos de proporcionar prueba alguna sobre la supuesta implicaci¨®n de Negri en las tramas terroristas parece m¨¢s bien estar confirmando el car¨¢cter a mitad de camino entre lo grotesco y lo monstruoso del montaje policial entorno a ¨¦l entretejido.
Y, sin embargo, Negri no va a ser liberado; en eso sus camaradas italianos d¨¦ Autonom¨ªa Operaia son muy claros y un¨¢nimes: no hay que dejar lugar a hacerse falsas ilusiones; el poder ha ido demasiado lejos en su empe?o de dar un escarmiento ejemplar de cara a toda veleidad izquierdista extrainstitucional en el mundo intelectual y acad¨¦mico italiano; llegado al punto a que ha llevado las cosas, el poder necesita asentar sobre el terror m¨¢s riguroso la incuestionabilidad de su propia autoridad inapelable Negri no es aqu¨ª sino la v¨ªctima m¨¢s espectacular y did¨¢ctica de ese terror institucional sin fronteras, en curso de instauraci¨®n en el ¨¢rea europea.
Por eso, hoy, cuando los argumentos policiales ya no aguantan el peso de su propia podredumbre, la estrategia del poder parece haber optado por aceptar un cambio de terreno que, al menos, tiene la ventaja de plantear los verdaderos problemas en toda su crudeza: la tipificaci¨®n estricta del delito de ideolog¨ªa. Fracasada -o en v¨ªas de fracasar- la tergiversaci¨®n de las pruebas judiciales lanzadas a bombo y platillo durante la primavera de 1979 y de las que hoy ya nada queda en pie, asistimos ahora al esfuerzo meticuloso -no menos indigno ni indignante, pero s¨ª, y ya es algo, m¨¢s claro en sus objetivos de la tergiversaci¨®n de los textos del propio Negri.
Amalgama
Y as¨ª, cuando en la ¨²ltima apertura de curso de la Universidad de Padua el profesor Angelo Ventura proced¨ªa, ante el claustro reunido bajo la presidencia del jefe del Estado, a establecer la amalgama -sistem¨¢tica entre las Brigatte Rosse y Autonomia Operaia,- ambas subsumidas bajo la categor¨ªa m¨¢s que confusa de ?partito armato?, deduciendo de una tal amalgama que Antonio Negri, en tanto que te¨®rico y dirigente del segundo movimiento no pod¨ªa ser otra cosa que miembro de la direcci¨®n estrat¨¦gica del primero, " un salto cualitativamente importante se estaba produciendo en la mec¨¢nica represiva institucional: la adopci¨®n de los an¨¢lisis te¨®ricos contenidos en la obra de Negri como la aut¨¦ntica -en realidad, la ¨²nica prueba de cargo en su proceso. ?Quien teoriza la necesidad- de destruir el Estado es ya fin terrorista en potencia y un apologista en acto de? terrorismo?, tal es la f¨®rmula imp¨¢vida que subyace a todos los argumentos con que los nuevos ¨¢ngeles guardianes de la violencia desmedida del Estado tratan hoy de imponer y legitimar su propia ley del terror.
El clima de terror de Estado, de intimidaci¨®n permanente, que ha venido a campar as¨ª sobre las universidades italianas ha sido larga y repetidamente descrito por los participantes italianos. Su significaci¨®n pol¨ªtica hab¨ªa de ser claramente expresada por Maximilien Ruberi en su ponencia: ?Cuando una filosofia da miedo, los poderes establecidos, incapaces de apoderarse de los terroristas, se lanzan contra los pensadores investidos del poder de comprender el porqu¨¦ y prever las consecuencias de los actos de terror, el porqu¨¦ y la finalidad del contraterror. El pensamiento puede cauarmiedo, y, sin embargo, en los reg¨ªmenes democr¨¢ticos -o que se dicen tales la violencia m¨¢s exasperante y m¨¢s amenazante de todas no sufre la menor traba: una justicia que osa perseguir a los profesionales de la educaci¨®n en quienes sospecha una voluntad subversiva -o simplemente una veleidad- de subversi¨®n- deja autom¨¢ticamente de ser justicia. Para pasar ella misma a convertirse en terror?.
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