El juicio contra el alcalde de Torremeg¨ªa el recuerdo de los fusilamientos de 1936
Los alcaldes de la comarca de Barros, que se re¨²nen peri¨®dicamente, han calificado p¨²blicamente como mod¨¦lica la forma en que el Ayuntamiento de Torremeg¨ªa invierte los fondos que se env¨ªan desde el Gobierno Civil de Badajoz. Tras las elecciones municipales del pasado a?o, UCD tiene alcaldes en once de los veinti¨²n ayuntamientos que componen la comarca. En Torremeg¨ªa, el PTE obtuvo cuatro concejales, tres UCD y dos el PSOE. El pacto de izquierda permiti¨® a Benito Ben¨ªtez ser el primer alcalde de izquierdas en el pueblo de La familia de Pascual Duarte, despu¨¦s de 43 a?os.Durante la vendimia, el pasado a?o, y la huelga que se gener¨® en septiembre en la tierra de Barros, el alcalde, otro concejal del PTE y un vecino fueron encarcelados durante tres d¨ªas como presuntos instigadores. Antes, poco despu¨¦s de hacerse cargo de la alcald¨ªa, Benito Ben¨ªtez recibi¨® en el ayuntamiento a una comisi¨®n de familiares de los vecinos fusilados en 1936. Era la cuarta vez que los familiares intentaban, alcalde tras alcalde, desde hac¨ªa a?os, que los restos mortales fueran sacados de la fosa com¨²n y dignamente enterrados.
?El 28 de junio de 1979?, dice Benito Ben¨ªtez, ?expuse al pleno del ayuntamiento el deseo de los familiares, y los concejales me pidieron que negociase con ellos la forma en que se iba a realizar el traslado desde el cementerio viejo al nuevo. Volv¨ª a reunirme con los familiares y llegamos al acuerdo de que la mano de obra se costease con fondos del empleo comunitario y que la l¨¢pida de la tumba fuese colocada en el centro del patio del nuevo cementerio. Este acuerdo se llev¨® al pleno del 28 de julio y ning¨²n concejal se opuso. Incluso un concejal de UCD, Francisco Fern¨¢ndez Rosas, dijo que un t¨ªo suyo, fusilado en 1936, estaba en la fosa com¨²n. El d¨ªa 16 de agosto, casi todos los familiares fueron a trabajar en la exhumaci¨®n de los restos. Algunos de los trabajadores del empleo comunitario fueron all¨ª, voluntarios, despu¨¦s de terminar el tajo del d¨ªa. La cuadrilla que trabaj¨® en las fosas fue de seis personas el primer d¨ªa y cuatro el segundo, y se les pagaron en total diez jornales a 945 pesetas?.
El d¨ªa 17 de agosto, alrededor de mil personas se reunieron en el cementerio cat¨®lico municipal de Torremeg¨ªa, como reza a la entrada, para inhumar los restos de 33 vecinos del pueblo fusilados el domingo 14 de septiembre de 1936, a las tres de la tarde. Muchos de los presentes, familiares de los fusilados, hab¨ªan llegado desde los pueblos de alrededor. Pocos d¨ªas despu¨¦s, el alcalde recibi¨® una comunicaci¨®n del juzgado en la que se daba cuenta de la denuncia que, a instancias del concejal de UCD Juli¨¢n Membrillo, se hab¨ªa presentado en la delegaci¨®n de Sanidad de Badajoz por la exhumaci¨®n de los restos mortales y, posteriormente, otra acusaci¨®n del Gobierno Civil de Badajoz, por presunta malversaci¨®n de caudal p¨²blico. Las responsabilidades subsidiarias del acusado fueron fijadas en 50.000 pesetas, y el juzgado orden¨® el embargo de la vaca propiedad del alcalde, ya que Benito Ben¨ªtez, trabajador del empleo comunitario en su pueblo, no ten¨ªa esa cantidad.
"Hac¨ªa 43 a?os que no iba al cementerio"
In¨¦s Guerrero Ben¨ªtez tiene 79 a?os, es viuda desde hace 43 y hace cuarenta que vive enfrente de uno de los que, aquel 14 de septiembre, fusilaron a su marido, junto a las tapias del cementerio. ?Cuando nos enteramos en el pueblo que hab¨ªan empezado la guerra, nos fuimos al campo. Cuando supimos que hab¨ªan terminado los tiros, volvimos. A los cuatro d¨ªas llegaron recogiendo a los hombres y se los llevaron al palacio, un granero, donde dec¨ªan que iban a hacerles unas preguntas. Durante quince d¨ªas estuvimos llev¨¢ndoles comida.
Un d¨ªa que iba a llevar una cajetilla de tabaco a mi marido me dijeron que se hab¨ªan llevado a los hombres en un cami¨®n a M¨¦rida. Yo le dije a Luis, un amigo, que me llevara en el coche a M¨¦rida, pero cuando salimos a la carretera vimos que el cami¨®n estaba parado al lado del cementerio y all¨ª, en la tapia, les dieron los tiros. All¨ª, fusilados, estaban mis dos hermanos, Manuel y Juli¨¢n, mi marido, Juan Antonio Cerrato, y otro que iba a ser cu?ado m¨ªo, Juan Antonio Garc¨ªa?.
? S¨ª, s¨ª, vi c¨®mo los fusilaban y s¨¦ qui¨¦nes son los que iban en el cami¨®n que los llev¨® hasta el cementerio y que les pegaron los tiros. Los conozco. Uno de ellos era el L¨¢tigo Negro, pero este mote se lo pusieron despu¨¦s, por la norma en que hac¨ªa trabajar a los jornaleros. Otro era uno de los de Paredes, que lo mat¨® el tren... Cuando fusilaron a mi marido, me qued¨¦ con dos hijos, uno de dos a?os y otro de ocho meses, y estaba embarazada de tres meses. Nunca les he dicho a mis hijos qui¨¦nes los mataron, porque, sobre todo uno de ellos, tiene un genio muy malo?.
Hace cuarenta a?os que In¨¦s Guerrero vive enfrente de uno de los que intervinieron en el fusilamiento de sus familiares, ?y en ese tiempo mi boca no se ha abierto para llamarle criminal ni nada. Desde que los fusilaron nunca he ido al cementerio. Ni siquiera cuando se murieron mi padre y mi madre fui a alumbrarlos, porque no ten¨ªa el gusto de ir. Desde que mataron a los hombres no he sido mujer y desde que saqu¨¦ los restos no estoy buena?.
En 1936, Torremeg¨ªa ten¨ªa alrededor de setecientos habitantes, y entre los meses de septiembre y diciembre de ese a?o fueron fusilados m¨¢s de cuarenta hombres. La mayor¨ªa de las mil personas que en agosto pasado acudieron al cementerio eran familiares de los fusilados. Por primera vez en cuarenta a?os se reunieron a recordar algo que todos ellos, como In¨¦s Guerrero o Encarna Gal¨¢n, a quien fusilaron un hermano, hab¨ªan callado a sus propios hijos. Las fotos amarillentas de las alcobas tomaron vida y los ¨¢nimos se encresparon en el pueblo al conocer que al alcalde lo pod¨ªan destituir por acceder a algo que muchos ped¨ªan hace a?os.
Seg¨²n el art¨ªculo 59 del reglamento de cementerios, no es necesario pedir permiso m¨¢s que a los familiares para realizar un traslado de restos una vez transcurridos diez a?os desde la muerte. Los famliares no s¨®lo dieron su asentimiento, sino que pagaron las 50.000 pesetas que se ped¨ªan al alcalde. Torremeg¨ªa, hoy, es un t¨¦rmino municipal de m¨¢s de 6.000 hect¨¢reas en el que se extiende, muy blanco, un pueblo de 1.930 habitantes. De las quinientas familias del pueblo, 120 viven del empleo comunitario. Desde el pasado mes de enero, el ayuntamiento ha recibido alrededor de ocho millones de pesetas, que han permitido trabajar a 120 parados durante un total de 75 d¨ªas. Durante el tiempo que lleva el alcalde Ben¨ªtez se han asfaltado todas las calles menos una, se ha hecho un parque que se inaugura hoy, se ha dotado a la estaci¨®n de un and¨¦n de cuatrocientos metros, se ha concluido el alcantarillado, se est¨¢ realizando la acometida de agua potable en las casas, se han mejorado los servicios p¨²blicos y se ha prohibido la circulaci¨®n en la calle que hace las veces de paseo desde las nueve de la noche hasta la madrugada, para que no haya peligro de atropellos a la hora del paseo.
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