Goletas y pesqueros
La goleta Elisabeth se dedica al abordaje de indefensos barcos pesqueros. Precursora, a su modo, de esa fragata francesa empe?ada en impedir a todo trance faenar a los vascos -no se sabe si por razones oficiales o meramente personales-, de lanchas portuguesas, marroqu¨ªes o saharauis, que raptan, hunden o destruyen aparejos y redes, en busca de permisos y licencias, la Elisabeth, aunque en el tiempo se remonte a casi un siglo atr¨¢s, anuncia, sin embargo, aventuras actuales, porque sus agresiones siempre se llevan a cabo al amparo de una muy densa niebla que borra testigos y razones. Tal como sucede con nuestros pesqueros, nadie dice a las claras o explica de una vez motivos y causas, qui¨¦n paga gastos y rescates; todo lo envuelve esa densa niebla que cubre y amenaza tierra y mar, personas e intereses.Sin embargo, los habitantes del pueblo americano donde la acci¨®n sucede no sienten demasiada desaz¨®n a la postre; a fin de cuentas, pertenecen a una comunidad que se hace respetar incluso de seres que desde la eternidad llevan a cabo venganzas ancestrales.
La niebla
Gui¨®n, direcci¨®n y m¨²sica de John Carpenter. Int¨¦pretes: Adrienne Barbeau, Jamie Lee Curtis y John Houseman. EE UU. Terror fant¨¢stico. 1979. Local de estreno: Palacio de la M¨²sica
A la sombra de Edgar Allan Poe, y presentado como un relato sobrenatural, John Carpenter ha escrito y realizado este filme, cuya m¨²sica es suya tambi¨¦n, por cierto. Iniciado en la direcci¨®n con un filme de anticipaci¨®n desconocido entre nosotros, maltratado en su pa¨ªs de origen, para ser descubierto, como tantos, por la cr¨ªtica de Francia y de Inglaterra, vuelve en esta ocasi¨®n a plantearnos una historia donde el terror une h¨¢bilmente el mundo de hoy con el ayer fant¨¢stico.
Aun a pesar de ciertas concesiones cara a un p¨²blico que no gusta de sentirse defraudado, la narraci¨®n, el ritmo, el miedo y la iron¨ªa, una buena fotograf¨ªa y un plantel de actores eficaces llevan al puerto previsto a su nave, no perdida, sino amparada por un manto que esconde en realidad un viejo ajuste de cuentas entre vivos y muertos, vieja rencilla en este mundo que habitamos.
Aun sin llegar a ejemplos cl¨¢sicos, y echando mano de medios m¨¢s bien limitados, esta pel¨ªcula, cara a un verano c¨¢lido por tantas razones y un tanto reposado en las pantallas nacionales, cumple con su fin previsto, hasta el punto de o¨ªr subrayar con aplausos, como anta?o en las salas de cine, los consabidos contratiempos de los malos.
Babelia
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