El jueves de Raymond Barre
LA VISITA, hoy, del primer ministro franc¨¦s a Madrid se reduce a una jornada laboral de ocho horas, una comida de protocolo y una conferencia de prensa. Un acontecimiento decepcionante e insuficiente. El amplio s¨¦quito de Raymond Barre -tres ministros, un secretario de Estado, una veintena de altos funcionarios- se limitar¨¢ a una sesion conjunta con sus hom¨®logos espanoles. Las dificultades reales, los malos entendimientos y una cierta campa?a de intoxicaci¨®n de las relaciones entre Espa?a y Francia necesitaban mucho m¨¢s. Seguimos creyendo que cuantos m¨¢s problemas presentan las relaciones entre dos pa¨ªses m¨¢s necesarias son las explicaciones largas, amplias y abiertas. Incluso cuando los intereses de cada uno de ellos aparecen encontrados y en contradicci¨®n es m¨¢s preciso que el otro sepa hacerse cargo y llegar al centro de la raz¨®n. Parece que en este caso est¨¢ sucediendo al rev¨¦s.Francia y Espa?a son pa¨ªses condenados a entenderse. El ?Il n'y a plus de Pyr¨¦n¨¦es? que se atribuy¨® a Voltaire tiene hoy una realidad f¨ªsica: los modernos sistemas de transportes, la aviaci¨®n, las comunicaciones de toda ¨ªndole, las casi masas de trabajadores y de turistas representan una din¨¢mica de vida que tiene que sobreponerse a la pol¨ªtica y dirigirla, de un lado y de otro de la frontera. No se trata de utop¨ªas, sino de hechos concretos que est¨¢n sucediendo.
Est¨¢n sucediendo tambi¨¦n otros, de car¨¢cter desagradable. Son los que forman el contencioso franco-espa?ol, en el que figuran temas que Madrid considera de gravedad excepcional: la cuesti¨®n vasca, el obst¨¢culo al Mercado Com¨²n, nuestras exportaciones agrarias, la pesca en el golfo de Vizcaya, la insistencia en una legislaci¨®n francesa contra los trabajadores inmigrantes y los estudiantes extranjeros. Debemos pensar tambi¨¦n que hay movimientos igualmente franceses en sentido contrario: la presi¨®n sindical en favor de los trabajadores y la de las organizaciones estudiantiles en su ¨¢mbito para oponerse a leyes chauvinistes y a unos excesos polic¨ªacos; los jueces que liberan a los pesqueroi injustamente apresados, o los transportistas franceses que hacen causa com¨²n con los camioneros espa?oles contra sus compatriotas agricultores. Debemos pensar que Francia es un pa¨ªs de una complejidad muy antigua.
Sobre todo debemos evitar, y no s¨®lo en este caso, caer en una trampa que nos preparamos nosotros mismos y que crece de d¨ªa en d¨ªa, no s¨®lo contra Francia, sino contra otros pa¨ªses: la trampa de la xenofobia. Un an¨¢lisis de nuestro tiempo pasado -y no solamente en el franquismo, sino saltando a¨²n m¨¢s atr¨¢s de los a?os de la Rep¨²blica: un salto de siglos- nos permitir¨¢ comprender el da?o que nos ha hecho el orgullo nacionalista, el cierre de Espa?a; y a qu¨¦ grupos econ¨®micos y poder ha servido. Del fondo de esos siglos y de esos poderes, y dentro del conjunto de una pol¨ªtica, est¨¢ saliendo nuevamente la xenofobia. Cuidado con ella. Entre otros y muy graves problemas tiene el de no dejarnos siquiera entender nuestros propios problemas, y hacer un desplazamiento de su centro de gravedad.
El jueves Raymond Barre en Espa?a es exiguo y mezquino: podemos quejarnos de ello ante las dos partes. No s¨®lo el contencioso privado, sino temas tan amplios, corno puntos de vista hoy distintos acerca de la forma europea de enfocar la situaci¨®n de Occidente, las relaciones con pa¨ªses de fuera del continente europeo -los poderosos y los pobres- o de complementar econom¨ªas requer¨ªan de los dos pa¨ªses no una conversaci¨®n r¨¢pida y de compromiso; requer¨ªan m¨¢s bien el fortalecimiento de altos niveles para que la realidad f¨ªsica de la anulaci¨®n progresiva de los Pirineos y la condena a coexistir de los dos Estados se fuera convirtiendo, poco a poco, en una realidad moral, psicol¨®gica y pol¨ªtica.
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