El amor cerebral del compositor Gershwin
Recientemente, RTVE emiti¨® un reportaje en directo desde Nueva York, con la intenci¨®n de familiarizar a los radioescuchas de Espa?a con las actividades de los espa?oles residentes en esta gran metr¨®poli.Fui elegido para explicar, en una charla espont¨¢nea, la participaci¨®n de un profesional en la vida cient¨ªfica y cultural neoyorquina. Hicimos resaltar la actuaci¨®n destacada de otros compatriotas. Precisarnente, unas horas despu¨¦s de nuestra entrevista, Pl¨¢cido Domingo inauguraba la temporada de ¨®pera con su Otelo, cuya transmisi¨®n televisada alcanz¨® m¨¢s de sesenta millones de telespectadores. Nos referimos tambi¨¦n a la din¨¢mica Rosita D¨ªaz Gimeno, interesada en los distintos actos en preparaci¨®n para conmemorar los centenarios de Calder¨®n de la Barca y Juan Ram¨®n Jim¨¦nez en Estados Unidos y M¨¦xico. El tema art¨ªstico nos llev¨® a los compositores americanos conocidos en Espa?a, y en particular a Gershwin y a su fin prematuro, como resultado de un tumor cerebral. Los comentarios sobre este tema produjeron un torrente epistolar pidiendo m¨¢s detalles y hasta informes escritos. Ante la imposibilidad de acusar recibo o contestar como corresponde cada carta individualmente, y en vista del inter¨¦s despertado, aprovecho esta oportunidad para satisfacer la curiosidad de quienes, teni¨¦ndola, lean estas l¨ªneas.
Hace alg¨²n tiempo conoc¨ª al doctor Gregory Zilboorg. Entablamos amistad, que termin¨® a su muerte. El doctor Zilboorg, distinguido psiquiatra con orientaci¨®n psicoanal¨ªtica, era un hombre sensitivo y de gran cultura.
Cuando Gershwin sufri¨® su primer s¨ªncope transitorio at¨ªpico, mientras tocaba su Concierto en F, con la Sinf¨®nica de Los Angeles en un mes de febrero, el doctor Zilboorg fue consultado, y, sospechando una lesi¨®n org¨¢nica, insisti¨® en la necesidad de descartar la posibilidad de un tumor. Unos meses m¨¢s tarde, Gershwin sufri¨® un ataque epil¨¦ptico con convulsiones generalizadas, seguidas de un estado comatoso. Fue operado de un c¨¢ncer del cerebro y muere sin recuperar el conocimiento en el hospital Cedros del L¨ªbano, de Los Angeles, en julio de 1938.
De haber tratado a Gershwin hoy d¨ªa, hubi¨¦semos hecho una tomograf¨ªa computorizada (scanner o barredora). Con este procedimiento es posible localizar con exactitud esa lesi¨®n tumoral, evitando m¨¦todos diagn¨®sticos invasores utilizados anteriormente.
La anestesia actual est¨¢ m¨¢s libre de complicaciones. Tambi¨¦n podemos prevenir y tratar los aumentos de presi¨®n intracraneana m¨¢s eficazmente.
Las t¨¦cnicas neuroquir¨²rgicas modernas son m¨¢s precisas y delicadas.
A pesar del progreso mencionado, un tumor como el de Gershwin sigue siendo incurable.
Sin embargo, hoy d¨ªa es posible, en situaciones semejantes, prolongar la vida por un cierto tiempo, a veces sin deficiencias neurol¨®gicas ni de comportamiento, o con tan leves secuelas que el enfermo puede continuar con su trabajo u ocupaci¨®n usual. Al prolongar la vida, pero sin esperanza de curar la lesi¨®n, nos enfrentamos con la responsabilidad de ayudar a los enfermos y a sus familiares a enfrentarse con la triste realidad y el dolor inevitable de un fin temprano.
A pesar de estas limitaciones, tendremos derecho a sentir algun¨ªa satisfacci¨®n al saber que, si bien lodav¨ªa no podemos curar el c¨¢ncer de cerebro, como el de Gershwin, con frecuencia podemos devolver al enfermo una vida normal, aunque sea por un iempo limitado.
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