Los gayumbos del se?or P¨¦rez

Hubo un tiempo, ya lejano, en el que las figuras del toreo llevaban anotada la ganader¨ªa de Antonio P¨¦rez en la lista de sus preferencias. Despu¨¦s, no sabemos si por los desaciertos en el complicado tejemaneje de la b¨²squeda de ese ?toro-voy-que-vengo? que los ganaderos comerciales intentan, la casta de la ganader¨ªa se perdi¨® en las alquimias gen¨¦ticas, los mandones la fueron olvidando y hoy ha quedado ya para estas corridas veraniegas que turistas y afici¨®n vienen padeciendo.A pesar de estos pesares, los toros no ofrecieron problemas insolubles. Bien es verdad que tardeaban, punteaban y cabeceaban pegajosamente y buscaban refugio en terreno de toriles. Pero nada de esto debe ser un agobio para toreros expertos y que aspiran a puestos de altura en el escalaf¨®n. Pero como para ellos el toreo es ?ponerse ah¨ª ? y esperar a que llegue el toro con el hocico por el suelo para llevarlo hasta all¨ª con el pico de la muleta, no es de extra?ar que el n¨²mero no saliera.

Julio Robles y Roberto Dom¨ªnguez son toreros que saben y pueden torear, pero el domingo pudieron dar el paso adelante y no lo dieron. Julio estuvo con aseo y despegado en un toro y con algo m¨¢s de coraje en el otro, pero sin llegar hasta donde deb¨ªa llegar. Roberto fue toreado por el segundo ap¨¦, y con el f¨¢cil perezangoso anduvo m¨¢s preocupado de la est¨¦tica que de la eficacia. En el tercio de varas de este toro hizo alarde de sus dotes de palafrenero, al llevar de la brida al caballo del picador en busca del toro, entre el indignado griter¨ªo de la afici¨®n.

Lo mejor de la tarde se lo vimos a los subalternos. Chicorro y Paco Cervantes tuvieron que saludar despu¨¦s de colocar pares muy arriesgados y meritorios, y Joselito Calder¨®n estuvo muy acertado.