Los gitanos
Que le digo su suerte, se?orita, que le digo el futuro, mejor casada que soltera, qu¨¦ disgusto en su vida, que le digo la suerte, ¨®igame, se?orita, y un hombre para muy pronto, y ahora p¨¢gueme su suerte con un duro, que lo de antes fue limosna. La gitana canastera le ha dicho su suerte a Lola Salvador. All¨¢ por el norte, al calor de uno de los patriotismos que ahora reflorecen violentamente en la patria, se ha sesgado el primer signo de apartheid contra los churumbeles de chabola y lluvia, s¨ªntoma por el que conocemos ese excipiente altivo y de raza que pregna toda la pol¨ªtica de una regi¨®n. La ni?a gitana, que es fea, de un gitanismo p¨¢lido, y se llama Marif¨¦, viene a mi terraza/bungalow de Costa FIeming a murmurarme un duro, a llorarme un duro, a insistirme un duro, y no me dice mi suerte porque: quiz¨¢ sabe, en su infancia l¨²cida, que no me queda.Los gitanos. Aqu¨ª mismo, en Madrid, el Ayuntamiento hab¨ªa enviado unos ni?os a veranear a una colonia y han sido devueltos. ?Por sucios, por malos, por morenos? Por demasi¨¦. Bien est¨¢ que los ni?os sean pobres, que los ni?os sean tontos, que los ni?os sean ni?os, pero que los ni?os sean gitanos es una cosa que crispa el rostro al rostro p¨¢lido de nuestra oligarqu¨ªa sin rostro. La gran madre gitana, la que por el d¨ªa vende flores regadas con spray a los turistas y las parejas prenotariales y los que dan limosna vergonzante a cambio de algo, la gran madre primera de lo gitano, por la noche se mueve entre las mesas de los restaurantes al aire libre de Madrid, no se sabe si lleva loter¨ªa o el clavel nocturno que ya es para la otra/la otra, o si da conversaci¨®n o va pidiendo limosna como haciendo fundaciones, como una santa Teresa inversa que el auto sacramental de julio ha trocado en Celestina. Los gitanos. A m¨ª no me sorprenden estas cuestiones que tienen ahora encampanada a la opini¨®n. Pasa todos los veranos, lo que es que lo olvidamos de un a?o para otro. Con el calor y el sudor de julio, nos sale de dentro a todos los espa?oles del norte o del sur (quiz¨¢ m¨¢s a los del norte, claro) el gitano que llevamos dentro, y el jud¨ªo y el moro y el rojo y el mas¨®n y hasta aquel abuelazo librepensador y republicanote, castelarino o aza?ista, que todos hemos tenido (acaba de reeditarse, con lo que est¨¢ cayendo, La Pluma, la revista de Aza?a). Vivimos aqu¨ª una eterna, renovada y trienal expulsi¨®n de los jud¨ªos y moriscos, Espa?a vuelve a calzar la camisa recia y sucia de Reyna Ysabel, y el gitano que queremos expulsar de la colonia, de la regi¨®n, del t¨¦rmino municipal, somos nosotros mismos, no es sino nuestro gitano interior, nuestro moro, nuestro ¨¢rabe, nuestro jud¨ªo, todo eso que somos y en que consistimos, y que se nos revuelve en la sangre con la calor del ferragosto y s¨®lo se calma un poco con lozoya o sangr¨ªa del botijo de la criada.
Cuando el Parlamento iba a ser el Parlamento, Juan de Dios Ram¨ªrez Heredia era all¨ª el infiel mostrado por Su¨¢rez a los cortesanos como Col¨®n mostr¨® los indios desnudos en la Corte, y las camisas de colores estent¨®reos, rizadas, de Juan de Dios, y sus alegatos en favor de la Espa?a campamental, gitana, marginal, de la raza que vive en sus autorreservas, fueron como las seguidillas de alivio entre discurso y discurso. Juan de Dios Ram¨ªrez Heredia estaba all¨ª, sin saberlo, como el cantaor del caf¨¦ cantante que iba a ser, por momentos, el Parlamento. Yo, que ve¨ªa que no se le arreglaba, quise ponerle de novio con la gran actriz Charo Soriano, pero la c¨®mica anda haciendo Contradanza, de Paco Ors, y de Juan de Dios nunca m¨¢s supo Dios. Causa perdida y renovada, la vergonzosa causa nacional de los gitanos, mientras no asumamos cada uno de nosotros al gitano, el jud¨ªo, el rojo, el fan¨¢tico, el mas¨®n, el moro, el ¨¢rabe, el negro y el inquisidor en que consiste cada contribuyente a Hacienda, que somos todos: todos esos que he dicho. Qu¨¦ decolorados, los violentos nacionalismos al d¨ªa, si miramos un momento el cobre de Marif¨¦, mi ni?a mendiga. En Pitita hay una jud¨ªa y en Chillida un Erasmo norteeuropeo, o sea que tampoco es para ponerse as¨ª.
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