El oto?o de la izquierda
El ?oto?o que viene?. La pol¨ªtica por estos pagos es tan mon¨®tona y repetitiva que sus ciclos y su vocabulario dan escasas muestras de renovaci¨®n. Lo que no deja de ser un reflejo de esa tendencia a girar sobre los mismos ejes que caracteriza la vida p¨²blica espa?ola. De modo que, en estas fechas del preludio vacacional, ?lo que toca? es hablar del oto?o caliente, del cambio de Gobierno de septiembre y de la necesidad de que las cosas den un giro copernicano para que todo no se vaya al garete. Es la secuencia habitual de la ¨¦poca, como el calor, las estad¨ªsticas de turismo y las fotograf¨ªas de los ?streaking? playeros. La imaginaci¨®n no es nuestro fuerte. Porque, parece una evidencia que no necesita mayor comentario, que en una sociedad industrial todos los oto?os son calientes (calentura que aqu¨ª atemperar¨¢ la profundidad de la crisis), que todos los Gobiernos necesitan crear expectativas de cambio (otra cosa es que sean capaces de realizarlas) y que no hay un solo pa¨ªs democr¨¢tico, de r¨¦gimen parlamentario, capaz de dar un vuelco decisivo a su pol¨ªtica. Entre otras cosas porque son los electores, a trav¨¦s de las urnas, quienes deber¨ªan propiciarlo. Y aqu¨ª, las elecciones legislativas est¨¢n fijadas para 1983. Fecha que, evidentemente, puede adelantarse. Pero, por ahora, ¨¦sa es una posibilidad en la que nadie piensa en voz alta. Aunque empiecen a o¨ªrse los susurros.Sin embargo, el trauma electoral no decae. Parec¨ªa que, despu¨¦s de las legislativas del 1 de marzo y de las municipales del 3 de abril del pasado a?o, se abr¨ªa un cierto par¨¦ntesis que permit¨ªa, al Gobierno y a los partidos, una cierta parada y fonda que en este caso significaba la creaci¨®n de estrategias a medio y a largo plazo en la doble vertiente de consolidar la democracia y dar respuesta, desde el peculiar enfoque ideol¨®gico de cada cual, a los graves problemas del pa¨ªs que, obviamente, desbordan el juego pol¨ªtico Gobierno-oposici¨®n. Nada de eso ha sucedido. Llegaron, a pesar de todo, para bien, tres referendos auton¨®micos y elecciones a dos parlamentos, los de Euskadi y Catalu?a. Y, con escasas treguas, el fragor electoralista, que es una de las m¨¢s nefastas enfermedades de esta democracia, ha sido la din¨¢mica habitual y el caldo de cultivo de la frustraci¨®n que origina la Inevitable comparaci¨®n entre las promesas de los m¨ªtines y la dura realidad de unos problemas que no se solucionan precisamente con f¨®rmulas m¨¢gicas ni con las inevitables simplificaciones program¨¢ticas. Adem¨¢s, siempre hay un adem¨¢s, la inercia de los per¨ªodos electorales se ha prolongado mucho m¨¢s de lo deseable (y no s¨®lo en el comprensible caso andaluz) y ha impregnado, e impregna toda la actuaci¨®n pol¨ªtica que vivimos. Pocas cosas se pueden comprender del actual magma pol¨ªtico si no se tiene en cuenta esta circunstancia que, no obstante, pocas veces sale a la luz. Para que no todo sean especulaciones, un solo ejemplo: la t¨¢ctica auton¨®mica del PSOE ?ser¨ªa exactamente la misma sin la ?irresistible ascensi¨®n? electoral en el horizonte andaluz del se?or Rojas Marcos y sus huestes?
Pero, y aunque pudiera parecer lo contrario a primera vista. qui¨¦n m¨¢s est¨¢ saliendo perjudicada por ese clima de permanente rivalidad electoral es la izquierda y, dentro de ella, los socialistas. Entre otras cosas porque les est¨¢ forzando a una muy peligrosa simplificaci¨®n de sus objetivos pol¨ªticos, reduci¨¦ndoles a ser una permanente ?alternativa de poder? donde las concesiones ideol¨®gicas son constantes. Creo que en esto algo de raz¨®n tiene el llamado sector cr¨ªtico del PSOE. Si nos atenemos a las informaciones filtradas a la Prensa, y no desmentidas, sobre la reuni¨®n de la comisi¨®n ejecutiva federal, habr¨¢ que reconocer que su declarado objetivo prioritario para el oto?o de ?concentrar sus ataques sobre el presidente Su¨¢rez? es un pobre, muy pobre, objetivo y que puede convertirse en un suced¨¢neo de un planteamiento pol¨ªtico que, necesariamente, deber¨ªa ser bastante m¨¢s global. Aparte que declaraciones del tipo de ?la ¨²nica soluci¨®n a la crisis pol¨ªtica pasa por la ca¨ªda de Su¨¢rez?,no deja de poner una serie de interrogantes, muy peliagudos desde un enfoque marxista, sobre una concepci¨®n pol¨ªtica de izquierda que desdibuja los planteamientos de clase para caer en esquemas r¨ªgidamente personalistas. A menos, claro, que se considere, por citar algunos nombres, que Landelino Lavilla o Antonio Garrigues son menos representativos de los intereses,Je la derecha que el actual jefe de Gobierno. Lo que no deja de ser, por lo menos, chocante. Si esta es toda, o principalmente, la respuesta de la oposici¨®n de izquierda al pacto legislativo de la derecha que se avecina, apaga y v¨¢monos. Y sin desconocer que, por debajo de este esquematismo, puedan existir una serie de proyectos por ahora subterr¨¢neos.
Y es que la permanente carrera electoral o, dicho de otra manera, la reducci¨®n coyuntural y constante de los contenidos ideol¨®gicos a una permanente opci¨®n de poder, con todas las concesiones electorales que ello implica, lleva camino de convertirse en la gran trampa del sistema tendida a la izquierda. Ello est¨¢ propiciando, y no precisamente como efectos secundarios, una enorme sequedad en el pensamiento intelectual de la oposici¨®n (y no olvidemos que la creatividad ha sido, y es, uno de los grandes motores de proyecci¨®n y penetraci¨®n en el tejido social), demasiado mecida y mimada por comentaristas y ¨®rganos de expresi¨®n que, siendo de la derecha, juegan la baza siempre gratificante de la protesta de sal¨®n y de evanescentes perspectivas de cambio estrictamente gubernamental. Los socialistas, jaleados a menudo por una ?claque? cuyos contenidos ¨¦ticos distan mucho de ser reconfortantes, se empe?an en encerrarse con un solo juguete (para el oto?o el cerco a Su¨¢rez) y, con descuido de otros planteamientos, no s¨®lo de estrategias y t¨¢cticas debe vivir la izquierda, que esta sociedad necesita como vacuna contra el dichoso desencanto. Por su parte, los comunistas atraviesan un aut¨¦ntico bache y el debilitamiento de su presencia y acci¨®n pol¨ªticas (no me parece anecd¨®tico el eclipse trimestral de Mundo Obrero) parece debido, entre otras cosas, a problemas interiores y a la nebulosa indefinici¨®n en que se ha convertido un eurocomunismo en la pendiente indeclinable del olvido. Pero una de las cosas m¨¢s curiosas de nuestro actual momento pol¨ªtico es por un lado la falta de debate de la izquierda y entre la izquierda y, por otro, la ausencia de cr¨ªtica (no puede considerarse como tal los groseros ataques de la derecha carpetovet¨®nica) visible, tanto interna como externa. Resulta verdaderamente singular, y sintom¨¢tica de lo anterior, que en d¨ªas pasados los comunistas hayan lanzado una llamada de acercamiento al PSOE y que ¨¦ste ni siquiera haya contestado. Lo peregrino es que una cosa y otra se haya movido exclusivamente en el terreno de las buenas intenciones y no sobre un programa de actuaci¨®n concreto, con luz y taqu¨ªgrafos, ante el temido oto?o de la derechizaci¨®n. Y es que los horizontes electorales priman sobre cualquier otra consideraci¨®n. Pero el oto?o tambi¨¦n existe para la izquierda. No ser¨ªa in¨²til que se encarase con ¨¦l con menos t¨®pica autocomplacencia y m¨¢s rigor en el an¨¢lisis. Y, por supuesto, sin mirar tanto al tendido.
Por lo dem¨¢s, el curioso lector, si lo hubiere, sabr¨¢ disculpar que, por una vez y sin que sirva de precedente, en este art¨ªculo no se hable del Gobierno.
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