Ocho mil testigos de Jehov¨¢ invaden las calles madrile?as para predicar la Biblia
A la consigna de ?Por favor, ?tiene usted un momentito? Nosotros le hablaremos de un mundo venidero lleno de amor y paz y le invitamos a nuestra asamblea?, alrededor de 8.000 testigos de Jehov¨¢ se lanzaron el pasado viernes por las calles madrile?as para cumplir lo que ellos consideran la mejor forma de proselitismo: la predicaci¨®n. En Barcelona, otros 12.000 testigos -seg¨²n cifras facilitadas por ellos mismos- hicieron lo propio.
EL PA?S asisti¨® el pasado viernes a una de estas tareas, en el barrio madrile?o de Ciudad Lineal, habitado en su mayor¨ªa por gente de condici¨®n econ¨®mica modesta. Los tres testigos de Jehov¨¢ encargados ocasionalmente de esta zona, Fernando, Marisa y Manolo, se prepararon para la misi¨®n impecablemente vestidos: ellos, con traje, corbata y camisa blanca; la mujer, desde los zapatos al bolso, armonizando los tonos morados. Su aspecto era de una pulcritud que no permit¨ªa arrugas en la ropa, y el pelo cortado en prudente longitud. La Biblia, fuente inspiradora de su comportamiento vital, no permite la dejadez ni las modas estridentes. Y as¨ª, con una sonrisa beatifica y una amabilidad poco usual, abordaron, en base a un criterio de selecci¨®n que no iba m¨¢s all¨¢ de ?la cara de prisa que lleve a la gente?, a los transe¨²ntes en la calurosa tarde madrile?a. Primero, dos se?oras que se dirig¨ªan a unos almacenes pr¨®ximos en plena campa?a de rebajas aceleraron el paso nada m¨¢s ver a los testigos con sus pegatinas de identificaci¨®n: ?Huy, huy, nada; que tenemos mucha prisa?, dijeron.Despu¨¦s, otra mujer de unos cuarenta y pico a?os, parada ante un puesto de venta de casetes, apenas levant¨® la vista de las dos cintas de Emilio el Moro y Juanito Valderrama, entre las que al parecer dudaba, para murmurar: ?No , mire: yo de esto no quiero saber nada?. Al tercer ?abordaje? fallido de la tarde, el de un joven veloz repitiendo: ?Es que he quedao y voy a llegar tarde?, los testigos comentaron ?Claro, con este calor, la gente sale huyendo...?.
Puede que haya que creer que el relativo fracaso que presenci¨® EL PA?S se debiera, como ellos dec¨ªan, al calor, porque los datos de esta organizaci¨®n religiosa revelan que en 1968 exist¨ªan en Espa?a 8.000 afiliados, mientras que en la actualidad esta cifra se ha visto incrementada en 40.000.
Lo cierto es que la gran mayor¨ªa no pas¨® de rechazar la invitaci¨®n a conversar m¨¢s o menos educadamente o, a lo sumo, de dar las gracias por el papel que repart¨ªan los testigos invitando a su asamblea general, en el que se hac¨ªa constar expresamente que la entrada es gratis y que adem¨¢s no se realizar¨¢n colectas.
S¨®lo con unas jovencitas, de aspecto t¨ªmido, se super¨® este primer tr¨¢mite, y Marisa se anim¨® a preguntar: ??A vosotras no os gustar¨ªa vivir en un mundo de esperanza, amor y paz??, a lo que ellas contestaron: ?Anda, pues claro?. Y Marisa insisti¨®: ??Y cre¨¦is que esto ser¨¢ posible??. ?Bueno, pues a nosotras nos parece un poco dif¨ªcil, la verdad?. ?S¨ª, pero con la ayuda de Dios?, les dec¨ªa la testigo, ?esto ser¨¢ posible?, y ellas: ?Bueno, si es con la ayuda de Dios, entonces la cosa cambia, y si adem¨¢s nos unimos todos, pues entonces s¨ª?. Tal razonamiento pareci¨® convencer a Marisa, que a continuaci¨®n les ofreci¨® un folleto explicativo de la filosof¨ªa de Jehov¨¢ al m¨®dico precio de cinco pesetas (que no pagaron, por cierto, porque las dos chicas, al un¨ªsono, alegaron no llevar dinero encima). Otro tanto ocurri¨® con otra jovencita y con un chico de menos de veinte a?os, mientras que otro joven, de aspecto lumpen pasota, les dio unas palmaditas al hombro comentando: ?S¨ª, s¨ª, yo tambi¨¦n creo que el futuro est¨¢ muy negro; pero es que cada cual tiene su rollo, t¨ªo, y otro d¨ªa ser¨¢?.
Despu¨¦s, los tres testigos asegurar¨ªan que el hecho de haber entablado conversaci¨®n s¨®lo con j¨®venes azorados se deb¨ªa a una casualidad, y que lo mismo lo hacen con adultos ?con ganas de conocer?.
Fernando tiene 33 a?os la edad de Cristo?, dice sonriendo, y Marisa, su mujer, veintinueve. No poseen domicilio propio, ?porque nos alojamos en las casas de nuestros hermanos? (no carnales, sino espirituales), ya que Fernando es ?ministro viajante? y pasa el a?o visitando congregaciones en provincias y dando conferencias. Marisa tambi¨¦n pronuncia discursos, pero no es ministra, va que este cargo no existe para las mujeres de la secta.
Manolo, en cambio, de veinticinco a?os, es programador y reparte su jornada entre las labores religiosas y su horario en la empresa. A los dos primeros, la organizaci¨®n les suministra los alimentos y ellos, dicen no tener queja de su nivel de vida.
Este matrimonio afirma ser feliz y no padecer crisis conyugales. La soluci¨®n, dijeron, est¨¢ en la Biblia: ?Las sagradas escrituras dicen que el esposo debe amar a la esposa y ¨¦sta respetar al esposo. Es as¨ª de sencillo y nos va muy bien?. Siguiendo con esa regla, el divorcio, entre los testigos de Jehov¨¢, carecer¨ªa de significado. Sin embargo, la Biblia, cautelosa, explica: ?A cualquiera que se divorciare de su esposa, d¨¦sele un certificado de divorcio. Sin embargo, Jehov¨¢ dice que todo el que se divorcie de su esposa, a no ser por motivo de fornicaci¨®n, la expone al adulterio, puesto que cualquiera que cae con una divorciada comete adulterio? (cap¨ªtulo V, Mateo, vers¨ªculos 31 y 32). Algo enrevesado de redacci¨®n, pero, como afirman ellos, ?bastante m¨¢s progresista que la interpretaci¨®n hecha por la Iglesia cat¨®lica, que se niega a consideiar este p¨¢rrafo b¨ªblico, donde, con toda claridad, se admite el adulterio como causa autom¨¢tica de divorcio?.
Tan conservadores como sus rivales cat¨®licos son los testigos de Jehov¨¢ en cuanto a la homosexualidad masculina: ?No heredar¨¢n el reino de los cielos los hombres que se acuestan con otros hombres? (Corintios, cap¨ªtulo VI). Tambi¨¦n di¨¢fano es el texto sagrado cuando se refiere a las relaciones hombre-mujer, en que confiere al var¨®n la cualidad de ser el ?cabeza? y el don de la autoridad para el Gobierno. Manolo se apresura a matizar que ?var¨®n-cabeza? no significa capataz, y que, asimismo, la Biblia a?ade que el hombre debe ser tierno, bondadoso y comprensivo con su esposa, a la que ver¨¢ siempre como su amiga y compa?era. ?As¨ª es que est¨¢ claro que la Biblia no es machista?, asegura.
La Biblia, ellos no lo dudan, es la soluci¨®n a todos los males y la ¨²nica v¨ªa para llegar a un mundo desbordante de amor y paz. Aunque, tal cual est¨¢n las cosas, ellos reconocen que esta tarea no va a ser nada f¨¢cil, pero tambi¨¦n para ello tierien respuesta: ?Ya sabemos que los hombres no conseguiremos nunca este objetivo, pero Dios vendr¨¢ a la tierra y con su ayuda acabar¨¢n las tribulaciones?.
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